Década de los 90’s. Mientras el grunge y rock en su variante más progresiva se apoderaban de Norteamérica, en Reino Unido ocurría otra revolución. Su nombre ‘britpop‘, su estilo: cuerdas melosas en diálogo con atmósferas alternativas, resumidas en piezas simples pero delicadas. Un género que a la actualidad es materia de admiración, y aún más, estudio.
De forma tal que las interrogantes sobre ‘quién fue el mejor grupo’, ‘cuál fue la mejor canción’ y ‘quién simbolizó de mejor forma el britpop’, se intentan responder constantemente por medios especializados. Una labor que ahora recayó en Pitchfork, que procuró dilucidar sobre los mejores 50 álbumes del género que miró con admiración a bandas como The Beatles o The Kinks.
El listado —disponible en este enlace —lo inaugura The Verve con su obra cumbre ‘Urban Hymns’. “Hay muchos álbumes en esta lista que hablan de la capacidad de Britpop, su ingenio mordaz, crítica social incisiva y emociones matizadas. Y luego está Urban Hymns: estruendo y conjetura personificados'”, relatan, destacando la gama orquestal de la pieza.
Le sucede uno de los clásicos de los hermanos Gallagher: ‘Definitely Maybe’. “[…] se convirtió en un clásico de generación en el Reino Unido (y un favorito de culto querido entre los melómanos en el extranjero), basado en la capacidad de Noel Gallagher para escribir himnos de rock con temas simples y universales: la invencibilidad de la juventud (Live Forever) seducción de la decadencia “(Cigarrillos y Alcohol), y el deseo de auto-actualización (” Supersonic “). Damon Albarn y Jarvis Cocker eran más ingeniosos, tal vez, pero Noel Gallagher hablaba en un lenguaje más primitivo. Sus sueños eran también los sueños de millones”, explica el portal.
Blur y su disco homónimo también obtienen reconocimiento, gracias a su virtuosidad de relato ‘universal’ y de ‘fácil comprensión’. Temas como ‘Song 2’, ‘Beetlebum’, ‘On Your Own’, ‘Strange News from Another Star’ y ‘Essex Dogs’ lograron crear la sensación de “mirar una película a través de una lente vaselina manchada y ser incapaz de decir si los actores están riendo o gritando”.
Séptimo y sexto lugar para Pulp y Elastica. El primero cortesía de This is Hardcore, registro que posicionó a los de Sheffield en la cúspide de la industria, y ejemplificó de forma perfecta el amor de Jarvis Cocker por el séptimo arte. Elastica en tanto, narra amoríos descontrolados bajo la estética más exitosa del britpop. ‘La banda que hace que toda la gente quiera estar en una banda’, enfatiza —acertadamente— Pitchfork.
El ‘top 5’ lo abre Suede con su segunda placa, Dog Man Star, que recoge su estética más confidente, un cántico interior. “Aislamiento, una sinfonía melancólica y maximalista que superaba a los paisajes sedientos de sexo femenino de Suede con visiones del viejo glamour de Hollywood, vislumbrado desde una distancia de cuatro décadas y 5.500 millas”, concluye Judy Berman.
Punto y aparte para el ‘campeón del pueblo’: ‘(What’s the Story) Morning Glory?‘. Si bien el seminario reconoce que se trata de un registro simple, sin muchas ambiciones, tejido bajo una base común, destacan cómo el sueño del estrellato rock de los hermanos británicos, se materializó mediante sus propias letras. “A pesar de su arrogancia, Noel Gallagher puede ser un compositor sorprendentemente reflexivo, consciente de las trampas de la fama y las drogas, mientras que simultáneamente apunta a la parte superior de los pops y aspirar la cocaína”, se lee.
Alcanzan el podio Radiohead (con ‘The Bends’), al convertirse en un ‘respiradero’ del subconsciente británico, y desafiar una generación que para 1995, estaba cansada de escribir música o dar un paso más allá sonoramente; y Blur (con Parklife), por representar un pop colorido, que lograba incluso transportarnos a una pista de baile. Letras que por lo demás mostraban un orgullo nacional con la siempre mirada crítica adolescente.
El primer lugar —indiscutido— cae en Pulp y ‘Different Class’. Un álbum que ironizó con la ‘gente común’, y que definió precisamente el muchas veces indefinible britpop: una celebración con tintes oscuros, reflexiones profundas y fuerte crítica social, pero siempre mutando en una celebración. Hilarante angustia en manos de Cocker. “[…] representan así, la mezcla de superficialidad del Britpop con las contracciones de ansiedad, el bedsit, la escuela de arte y “Top of the Pops”, la comunidad y el aislamiento, el partido y el comedown, la victoria y la derrota, el placer y la Precio del placer. Es bueno porque late con el deseo de transformarse y escapar; Es genial porque sabe lo que sucede cuando obtienes lo que crees que querías”, narra Dorian Lynskey.