Con cuatro discos editados a la fecha, (Me Llamo) Sebastián ha sabido construir su personaje: pasando de ser un cantante de ducha -como cuenta su anécdota más conocida- a transformarse en una suerte de performer.
Y es que así son los shows de este joven de Maipú, en los cuales la puesta en escena es el centro de atención, siendo la música el perfecto acompañamiento de las extravagantes vestimentas y su pasión desenfrenada al cantar.
Lollapalooza 2017 no fue la excepción, pues además de repletar La Cúpula (escenario renombrado a ‘Lotus Stage’ para la ocasión), Sebastián transformó su concierto en un acto teatral, teniendo al duo de bailarinas “Vulvas Furiosas” como pieza central. Cabe señalar que las intérpretes son inseparables a su número artístico; incluso al momento de entrevistarlas, ellas nunca dejan de interpretar su papel.
El show fue de menos a más, un constante crescendo. El público partió como si se tratara de una primera cita: tímido en un principio, eufórico en el clímax. Todo indicaba que era cuestión de entrar en calor, para finalmente estallar en el punto culmine de la presentación con la canción “Las Polillas”, una oda a la sensibilidad humana, que fue coreada entre el público. En ese punto, la capacidad del Lotus Stage estaba alcanzando casi el colapso, pero eso no impidió que la mayoría pudiese ver con claridad la imaginería de fondo y apreciar escenas de “Los Caballeros del Zodiaco” –animación japonesa de antaño que está muy de moda en la música actual, por cierto – mientras sonaba la canción de cierre “La Fiesta”.
El excentricismo y frenesí de (Me Llamo) Sebastián se pudo apreciar con claridad en la última canción del acto. Ya para entonces el público estaba totalmente hipnotizado, bailando al beat constante y el piano rítmico. Hasta las bailarinas mostraron su lado más desinhibido.
Todo parecía haber acabado; de hecho, el público comenzó a abandonar el lugar, pero el artista volvió al escenario, esta vez en solitario. “Nos quedan cuatro minutos”, expresó Sebastián mientras relucía su disfraz y maquillaje. Comenzó a sonar “Final de Temporada”, una balada de desamor que animó a prender un par de encendedores entre el público – sí, los contamos, dos – y que cerró un concierto que, desde un principio, mostró una tónica íntima, de experiencia personal.
Fue un final improvisado, inesperado, pero muy eficaz. Y como no podía ser de otra forma, los que quedaron pudieron divisar al cantante paseando junto a sus Vulvas Furiosas, quienes con una máscara de flor interpretaron todo lo que Sebastián ofreció. Un verdadero espectáculo.