“Nadie es profeta en su tierra” es una premisa que en los últimos años ha cobrado bastante sentido en las audiencias de nuestro país pero, tal vez, por las razones equivocadas. Todos sabemos que para que un proyecto musical pueda alcanzar la notoriedad y el “éxito” mediático suficiente como para sostener una carrera artística en Chile (sin morir de frustración en el intento), se necesitan cantidades industriales de paciencia, trabajo, perfeccionismo, dinero, algo de suerte y en cierta medida, conocer a la gente correcta en el momento adecuado.
Y es que teniendo casos tan emblemáticos de músicos chilenos que parten al extranjero para dar el salto de sus vidas, y abrirse paso en el turbulento mercado internacional, podrían generarse ciertas confusiones respecto a lo que hoy sucede en la cada vez más potente escena chilensis, sobre todo después de ver portadas rimbombantes en medios reconocidos anunciando, por ejemplo, la participación de nuestra querida Mon Laferte en el Outside Lands Festival que se llevará a cabo entre el 11 y 13 de agosto de este año, en el cual estarán presentes fenómonos mundiales de la talla de QOTSA, Gorillaz, The Who o Metállica.
¿Cómo es que de la noche a la mañana nuestros artistas pasaron de tener que vender sus almas al diablo para destacarse en Chile y el extranjero, a ser solicitados por mega producciones del primer mundo? Bueno, antes de sacar conclusiones apresuradas es importante deterse a observar lo que ha pasado en la última década. Primero que todo, debemos considerar los gigantescos cambios que ha sufrido la industria musical universal desde que la era digital comenzó, por lo tanto, es harto lo que ha pasado bajo el puente desde que tocar en el Festival de Viña del Mar era considerado un símil de consagración incuestionable para un músico local. Además, pese a que tantos chilenos son hoy parte de nuestras atesoradas listas de reproducción, podríamos decir que es solo hace un par años que podemos hablar de una pequeña y emergente industria nacional, de hecho, los más escepticos apuntan a que aun queda mucho camino por recorrer para ganarnos esa medallita. Sin embargo, esto último en ningún momento significa que la calidad musical de nuestros exponentes recién ahora haya alcanzado los estándares necesarios para ser reconocidos afuera, es más, esto de los festivales internacionales no tiene mucho de nuevo, viene pasando hace rato y sería más acertado decir que es el circuito mediático local el que por fin se está pegando la avispada, y hasta por ahí nomás.
Ya en 2010 grupos y solistas como Anita Tijoux, C-Funk, The Ganjas, Casino y Intimate Stranger eran bienvenidos en el South by Southwest Festival (SXSW), uno de los eventos culturales más importantes de Estados Unidos, el cual mezcla música, cine y otras plataformas, que desde 1987 se viene celebrando en Austin, Texas y que desde hace casi una década ha apostado por músicos “made in Chile”. The Suicide Bitches, Astro, Ritmo Machine, Javiera Mena, Alex Anwandter, Francisca Valenzuela, Los Búnkers, Föllakzoid, Miss Garrison, We Are The Grand, The Holydrug Couple, Protistas, Pedro Piedra, Perrosky, Cómo Asesinar A Felipes, Dënver, Humboldt, Adelaida, Tus Amigos Nuevos, Fernando Milagros, Niño Cohete, Tronic, Los Tetas, Nano Stern, Natisú o Papa Negro son solo algunos de los nombres que han hecho mover los pies de los amigos gringos que han asistido al festival a lo largo de los últimos 7 años. Ahora, si quisieramos ponernos chaqueteros podemos hacer el alcance de que uno de los principales objetivos del SXSW es, precisamente, la participación de artistas consagrados y emergentes de todos los rincones del mundo, pero este festival no es cualquier cosa y estos artistas tampoco.
Incluso si quisieramos seguir con el chaqueteo, podemos considerar que, como la industria musical mundial ha sufrido importantes transformaciones, vale la pena decir que el intercambio de artistas en festivales al rededor del mundo es una de las principales formas de hacer que la cosa siga siendo un buen negocio desde que las ventas de discos pasaron a ser un gasto de plata innecesario para los menos románticos de la música, lo que, de una forma muy pero muy mala onda y algo ignorante, podría restarle méritos al asunto.
Es ahí donde hay que sacar a la luz el hecho de que el SXSW no es el único festival que se ha interesado por las distintas sonoridades provenientes de nuestro país. Los casos siguen con Ases Falsos en el Vive Latino de 2015, Astro en el MisteryLand de 2013, Föllakzoid y The Holydrug Couple en el Levitation Festival de 2015, Gepe en el Frontera de UK el 2014, Anita Tijoux en el Roskilde Festival de 2016, Crisálida en el Baja Prog de 2013 y la verdad es que nos estamos quedando bastante cortos. Pero si nuestros niveles de chaquetismo quisieran llegar al de “comentarista Emol” y decir que todo esto solo podría responder a movimientos de productoras y agencias de booking, porque en ningún caso estas bandas son necesariamente los cabeza de cartel en todos estos festivales durante todos estos años, hay que detenernos y parar la boluedez de una vez, porque es muy ingenuo entrar a comparar a las gigantescas industrias del hemisferio norte o bandas que literalmente han forjado los cimientos de géneros musicales enteros, con el éxito que han logrado muchos chilenos al posicionarse en el radar internacional a punta de profesionalismo.
Esto viene pasando hace rato y que las audiencias chilenas recién se estén enterando de lo bueno que se ha puesto el asunto, tiene más relación con el poco cariño que le han puesto los editores de cultura y espectáculos a la música nacional, que con la inexplicable noción de que no existan propuestas lo sufiecientemente buenas. Los artistas nacionales hace años que dejaron de mendigar espacios en la prensa local y han trabajado en lo suyo de forma más que efectiva, los resultados están ahí afuera.