Las ocho de la tarde, y frente a la primera gran convocatoria en el festival, comparándose con los shows anteriores, Parquet Courts hizo su ingreso al Sputnik Stage – nombrado en honor al primer satélite artificial lanzado por el hombre-. Con la puntualidad que había caracterizado al festival durante lo que iba de jornada, los de Brooklyn iniciaron su set con una tripleta de Human Performance, – Dust, Human Performance, Outside– el disco que los tiene girando por todo el mundo y los hizo debutar en Chile.
Parquet Courts ha construido una discografía sin puntos bajos, dentro de un género que hace inevitables las comparaciones con otras bandas de su país de la década de los noventa. Pero es evidente que no quieren copiarle a nadie, y eso se demuestra cuando se entiende todo lo que ofrecen en sus shows. Acá hay una importante mezcla de estilos: del garage que parece estar siempre bajo la piel de sus canciones, a otros momentos derechamente punk, sin dejar de lados los matices stoner.
La elección de canciones privilegió que este haya sido un show directo y enérgico, incluso, se dieron el lujo de dejar fuera a Uncast Shadow of a Southern Myth para lograr lo que se propusieron.
La voz de nasal de Andrew Savage, que acaba de lanzar un bien recibido disco solista, se muestra con la misma intensidad que en sus discos, pero una cosa es escucharlo sentado en tu cama, y otra es estar en primera fila y sentir como su saliva te cae en la cara mientras le grita al micrófono.
Pero hay momentos también en que el protagonismo se lo lleva Austin Browns, la contraparte de Savage, que interpreta con menor intensidad, pero con un estilo hablado y veloz que sirvió para enriquecer el show, como ya lo ha hecho en sus discos. Browns, con una tenida completamente blanca, aparece como el menos serio de los cuatro músicos de Parquet Courts. Se diferencia de la intensidad y rectitud con que Savage hace su performance y frecuentemente intercambia sonrisas y miradas con el público.
Los momentos más enérgicos si viven cuando toda la banda se une para hacer el máximo ruido, como en la parte final de Sunbathing Animal cuando todos se unen en un jam haciendo explotar sus instrumentos a máxima intensidad.
Después de hacer un gesto de un reloj imaginario al staff para saber si el tiempo les alcanza o no, deciden cerrar un increíble show con One Man No City, también de su último trabajo. Savage, que ha actuado por casi una hora a toda potencia, pone punto final al show con algo de menor intensidad, pero con una performance que hace imposible escapar las miradas, incluso las de Lee Ranaldo, que se paseaba a esa hora a un costado del escenario.
El show de Parquet Courts fue uno de los más sorprendentes y mejores logrados de En Órbita, un festival que apostó por números interesantes y una identidad bien marcada, pero que parece ser tuvo que enfrentarse con el problema de la baja venta de tickets, explicada tal vez por el poco accesible precio de los tickets para un festival que parece ser más de nicho que masivo.
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