Con frecuencia la gente dice “la música no debe mezclarse con política”. Lo que esa gente falla en entender es que la música es política. Desde las raíces de los ritmos populares del melancólico blues, hasta el revolucionario rock de los sesenta, llegando movimientos actuales lo cuales cada día vibran más y más alto. Portugal. The Man no han delimitado una barrera entre su música y su consciencia, pero gracias a sus explosivos éxitos se han visto en una posición curiosa. Música que apela al sector menos político quien, sin saberlo, está a apunto de presenciar un acto político.
Lollapalooza con sus puntos a favor y en contra, ha proyectado con los años un estereotipo básico de público. Aquel que espera la canción más popular para luego avanzar a la siguiente banda. Así es como en una brillante ejecución, el quinteto empezó su espectáculo con un videoclip de “Feel It Still”, encontrando el placer de los espectadores quienes comenzaron a cantar, quizás sin darse cuenta que estaban frente a una pista. A los pocos instantes la grabación se volvió evidente al intercalar la música con una intervención de Beavis and Buttheat. Un cómico regreso a los 90s.
Ahí empezó la revolución. Los artistas emergieron del escenario para interpretar dos cortes clásicos: “From Whom the Bell Tolls” de Metallica y “Another Brick in the Wall Part 2” de Pink Floyd. A sus espaldas consigas sociales referentes a la tierra sobre nuestros pies: “Justicia para Camilo Catrillanca” y “El agua jamás debe ser privatizada”. Entre aplausos e incomodidad, la banda se encontró cara a cara con su público.
Entre hipnóticas mezclas de sonido abrieron espacio a la psicodélica “Purple Yellow Red and Blue”. Combinaciones de colores se apoderaban de la pantalla, y suaves ritmos distorsionados estremecían guitarras, bajos y teclados. Moviéndose entre sus dos últimas producciones: “Evil Friends” (2013) y “Woodstock” (2017), el grupo intercaló su inherente armonía magnética con las accesibles progresiones que marcan su último LP. Música para bailar, música para volar hasta el cielo.
La destacable “Live in the Moment” atrapó a los espectador en su adictivo estribillo. Siendo su último trabajo el más cojo en términos globales, los estadounidenses reparar varios de sus problemas al presentar estos cortes en vivo. La sobre-producción es remplazada por una estridente armonía, dejando de lado las maquetas radiales para abrazar un sonido mucho más cercano al que el nombre del álbum intenta ilustrar.
Los integrantes del grupo juegan sobre la potencia de sus cuerdas. El líder John Gourley entrevé un delicado carisma. Con entretenidos pasos sobre el escenario va de izquierda a derecha subiendo y bajando su guitarra. A su lado el bajista Zack Carother acompaña los coros mientras desgarra su instrumento de cuatro cuerdas al ritmo de ácidas pulsaciones. Eric Hock, quien está en una silla de ruedas, intercala su movimiento entre la guitarra y los sintetizadores, dominado completamente el espacio sobre el que está interpretando.
Hay algo en la vibra de los músicos que nunca se desvanece. Una conexión y compañerismo que los hace brillar con maestría. No solo están ahí para dar un espectáculo. Están ahí para dar el mejor espectáculo. A sus espaldas dicen: “Portugal. The Man es la mejor banda del planeta” y “Estamos 100% comprometidos a que ustedes nos amen“. Sin una pizca de humildad acompañan su brillante presentación con una justificación a esa consigna. Por la siguiente hora más te vale cree que ellos son más mejor banda en el planeta.
Las banderas sociales nunca se desvanecen. Posterior a su espectacular introducción ingresan mensajes como “Mi cuerpo, mi decisión” y “No todos somos Chadwicks”. La comodidad de algunos espectadores es bien ocultada bajo los bailes y los gritos de sus fanáticos más fieles. Éxitos como “Creep in a T-Shirt” y “Modern Jesus” justifican esta emoción. Se extienden más de la cuenta en ciertas compocisiones, y dejan ir entremeses de los Rolling Stones y los Beatles. “Atomic Man” se abre entre un longevo outro, psicodélico y ácido.
Los hijos de la revolución dan su golpe final con una cómica entrada: “No os preocupeís, ahora tocaremos “esa” canción”. Y como no, dejando ir el ácido sintetizador de “Holly Roller (Hallelujah)” dieron paso a su éxito absoluto: “Feel It Still”. Los celulares empezaban a emerger, y mientras el grupo rápidamente daba una interpretación jovial y frenética, en las pantallas se repetían los mensajes que en un principio habían ilustrado. Quien quiera tener este corte en la comodidad de su celular más le valdrá expandir estos mensajes.
Portugal. The Man no brillan solo porque aparezcan junto a un listado de corte psicodélicos y energéticos. Exprimen cada segundo que tengan sobre el escenario. Ya sea haciendo valer aquellas cosas en las que creen fielmente, como jugando con su propia autoestima, ya que su público tiene sobre ellos. A las cuatro de la tarde, el quinteto estadounidense ilustra uno de los shows más fascinante y divertidos que la jornada haya podido desear. Esto es el verdadero rock, aquel que confronta a su audiencia, aquel que desafía sus expectativas. En una radiante muestra de distorsión y explosivos pulsos contemporáneos, los estadounidenses demostraron aquello que llevan años diciendo, que todavía lo tienen.
Setlist:
- For Whom the Bell Tolls
- Another Brick in the Wall Part 2
- Purple Yellow Red and Blue
- Number One
- Live in the Moment
- Creep in a T-Shirt
- Children of the Revolution
- Atomic Man
- Modern Jesus
- All Your Light (Times Like These)
- Holy Roller (Hallelujah)
- Feel It Still