Hace un año atrás, The Strokes se encargó de cerrar el Lollapalooza Chile, el comienzo del show fue una incertidumbre y los resultados fueron de opinión dividida. Algo así pasó con los Red Hot Chili Peppers en el VTR Stage, pero el resultado fue encauzado en una opinión favorable.
¿Por qué nos gusta la música? es una pregunta demasiado abierta para tener unas pocas respuestas. Por este lado en particular, la música evoca recuerdos y emociones, momentos en la vida que fueron relevantes para uno, nostalgia y alegrías son cosas que con un par de melodías pueden revivir. Creo que eso fue lo que sucedió la noche del sábado – obviamente no para todos, no entienda esto como una generalización – cuando comenzó «Can’t Stop», «Dani California» y «Scar Tissue».
La batería poderosa de Chad Smith se impuso ante todas y todos los asistentes, el excentricismo y la locura de Flea también se tomaron momentos sobre el escenario, el relajo de Anthony Kiedis nos persuadió con ojos idos de vez en vez y con escleras rojas al final del show. Por su lado, Josh Klinghoffer aprovechaba cada momento para insertar su guitarra distorsionada con uno que otro solo o aportar su cuota de rasgueos funk a este sonido alternativo que ambientó gran parte de la década de los 90.
El espacio para lo más actual de los californianos, pero igual de tentador para los pies, se dio con «Dark Necessities«. La noche ya estaba posada pero el dominante en el clima eran las nubes grises que hacían presagiar un show bajo la lluvia, pero para suerte de algunos, nunca llego. El frío y el pronóstico sí causó efecto en una parte considerable de la audiencia, la cual comenzó a retirarse del recinto mucho antes de terminar el show. Pero los más devotos se mantuvieron en tierra firme, reaccionando a todo lo que sucedía sobre el escenario.
Un show de nostalgia quizás, producto de la larga lista de éxitos que posicionaron la visita de los RHCP: «Californication», «Don’t Forget Me» y «By the Way» fueron algunas de las tantas canciones que se presentaron frente a 60 mil personas. Lo del 2014 pareciera quedar enterrado en los pasajes de la historia de Lollapalooza, porque en esta ocasión luego de cuatro años se hizo la reivindicación de una manera no satisfactoria para todos, pero sí eficiente. El cuarteto se plantó en la memoria colectiva de Chile con su sonido alternativo y sus toques de funk, que hicieron mover a los más jóvenes como también a los más veteranos, signo clave de que su música está traspasando generaciones.
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