Cuando descubrimos a la banda inglesa Red Spektor en el año 2014, sentimos una sensación de déjà vu con los inicios de la“Experience” de Hendrix; cortos y pegadizos riffs con constante pedaleo y muchísimo fuzz. John Scane era aquel guitarrista del que ya advertimos por aquel entonces de su talento. A su lado, el bajista Rob Farrell y el batería Darren Browen, un percusionista influenciado por ilustres de las baquetas como el “Animal” John Bonham o Bill Ward. Con todo esto no se hace falta decir que la labor de una banda como los Staffordshire, tiran muchísimo del heavy psych de la época y el mejor blues rock. Hoy venimos a presentar su debut larga duración que para la ocasión vendrá bajo la batuta del sello alemán de Hannes Kroeger, Kozmik Artifactz.
Inteligentes han sido los alemanes a la hora de descubrir el poderío de estos británicos que no han dudado un segundo en meterlos en su parrilla después de los halagos que recibió la banda de un medio más potente como era Metal Hammer. La respuesta de Red Spektor evidentemente, ha sido inmejorable. Todo lo visto en corto espacio en aquel EP aquí se traduce a las mil maravillas en un elenco de himnos que rinden honor a la vieja guardia.
El ritual que ofrece la banda sobre lo poco más de 40 minutos que trae este debut larga duración es propio para enmarcarlo entre lo mejorcito de este 2016. Lo que en un principio fue un pequeño reflejo que dejó con la miel en los labios con aquel EP, aquí se convierte en un festín y por encima de todo, en un espectáculo para el showman de esta fiesta, John Scane, quién te fulmina a base de la mejor calaña de riffs con la genial “Black Moon”, muy adictiva por cierto, o un canto al mejor stoner como es con “Torpedo Head”, directo a la cabeza. Dos piezas que pueden ser una mezcla entre lo mejor de los daneses Doublestone o los primeros Uncle Acid & The Deadbeats, si nos centramos en semejanzas vistas en discos de los últimos años.
Pero no todo son días de fiesta en este debut que peca en su producción tirando de algo de minimalismo por nuestra parte y es que el festín auditivo que ofrece el señor Scane es tan alto que son muchas las veces que perdemos de vista a Rob Farrel, quién puede quedar un tanto eclipsado ya que perdemos el norte del sonido del bajo, instrumento fundamental en este aspecto que siempre marca un norte en este tipo de formaciones. Como he dicho tirando de minimalismo, porque en cuanto el guitarra empieza a dejarnos el frenesí de solos que tiene el disco, ahí aparece Farrel, quién con la desaparición de los riffs más incisivos muestra su buen hacer escoltando divinamente a su compañero.
Los diferentes estados de ánimo por las que pasa el disco están ahí, pueden regalarte segmentos más cálidos como en “Into The Maelstrom” o la pieza final “Lost Soul”, ambas prácticamente actuando como interludios que recogen una gran ambientación para el álbum y complementándolo así en su producto final. Otras canciones por ejemplo se empapan del mejor heavy blues, dónde aquí los británicos se hacen fuertes. Atentos a canciones como “Pagan Queen” o “Fields Of Fire”, grandiosas piezas para elevar a los cielos a John Scane dónde se corona con solazos de vértigo en “Elixir” que acaban graduándolo con matrícula.
Siguiendo el destripe del disco, podemos ver que hemos tenido momentos de calma, otros para la reflexión, para el mejor blues o los momentos con más brío, pero si lo que quieres es saltar al ruedo a desmelenarte, la oferta de Red Spektor puede dirigirse hacía“Cosmonaut” dónde el repertorio heavy psych salta a escena destacando por encima de todo la sección rítmica entre Farrel y Darren Browen. Sin olvidarnos de “Timeless Requiem” o la inicial “Before The Sunrise”, canciones que se orientan más a las armonías cosechadas hace dos años en aquel EP y que consuman uno de los mejores ejercicios musicales del 2016.
Red Spektor ha conseguido un debut de lo más ejemplar, uno de esos discos que confirman lo que a pequeña escala se veía hace dos años y que de paquete trae la confirmación de un talento a las cuerdas como es John Scane. Recomendadísimo disco para las masas que se desfloran por los sonidos de la vieja escuela, los ritmos setenteros y el mejor blues rock.