Las categorías específicas se hacen irrelevantes a la hora de enfrentarse a BADBADNOTGOOD, un cuarteto cuya potencia se intensifica en escenario evocando claras referencias ancladas al jazz y al hip hop, pero se expanden desde ahí para componer frenéticos temas desde una madurez musical muy prematura.El debut que despliegan en la sala Omnium se enmarca como una acertada apuesta de contemporaneidad jazzera, enérgica, irresistible y empapada de brillantes colores instrumentales.
La inquietante apuesta telonera de Red Bull Music Academy son los chilenos Fármacos, que en algo así como media hora empapan la sala de sintetizadores guiados hacia un pop más dreamy y superficial. La calidad del sonido fue indiscutible, de aquellas verdaderamente limpias y agradables, pero no eran capaces de alcanzar un gancho tan profundo en el despliegue. Se sumergen en los patrones para mostrarnos cortos temas que no logran salir de lo monótono y poco audaz, y que honestamente no quedaban como la opción más viable para abrir a la frenética fusión canadiense, quizás lo más sensato hubiera sido Franz Mesko y su técnica mixta -quien la semana pasada abrió Cory Henry- o Cómo Asesinar a Felipes en una jugada muy audaz.
Aun así la atrasada jornada valió por su propio peso y no hay lugar para dudar al respecto. El codiciado primer encuentro se hace letal y efervescente con una pequeña rendición al clásico de finales de los cincuenta “Tequila” introduciendo los componentes canadienses liderados por Leland Whitty en el saxo, miembro oficial de la banda desde el año pasado pero clave en el desarrollo de la misma. La certera experiencia completa comienza con un jazz agitado y suelto a la vez explorando las ramas shoegaze de la intro de “Speaking Gently” que se ajusta rápidamente a las precisiones de Alexander. Provocan entre sus últimas composiciones originales dando salidas a “And That Too”, “Confessions” y “Confessions pt 2”.
El primer encore se ve encarnado por nada menos que “CS60”, tema que también cierra su álbum de estudio “III” del 2014. Aquella infusión desesperada de jazz liberado acompañado de cierta electrónica, se sumerge dentro de la serie de composiciones originales que alcanzan aquel año, y no habría segundo del tema que no fuera perfecto para un desenfrenado cierre. Alexander Sowinski en la batería y quien nos habla a lo largo de la presentación, nos invita al caos en las cimas preponderantes, donde el jazz explota en centenares de colores narcotizados. La última vuelta se aproxima desde un pequeño regalo ñoño, la pista de “Duel of the Fates” del episodio I de Star Wars, tema que acompaña la legendaria batalla de Darth Maul, calzando a la perfección con el cuatro de mayo para aquellos conocedores.
El jazz moderno y liberado con el que se acercan en sus composiciones se percibe fresco y transgresor, aquella frescura que jóvenes infestados de referencias contemporáneas saben manejar, incluyendo un sampler como parte de la de batería por ejemplo. Para ser éste su debut se lanzan con quizás un set muy corto en cuanto a la cantidad de energía que se percibía. Si bien lo de anoche se siente como una pincelada de lo que proponen nos dejan en el éxtasis máximo de una velada musical. Chester Hansen, Alexander Sowinski, Leland Whitty y James Hill – tecladista en tour- conforman una esencial presencia, un equilibrio instrumental que nos habla de su propia formación, la cual se desenvuelve en Humber College de Toronto y desde son descubiertos por Tyler, the Creator, vinculación no azarosa por lo demás.
Una noche que encarna la inmensa curiosidad y necesidad de componer, crear y experimentar con sus propios materiales, jamás dejando de lado sus intereses que tienen directa relación con el hip hop, tema que podemos ejemplificar con colaboraciones con Kendrick Lamar o el mismo Tyler, o hasta su penúltima entrega Sour Soul con Ghostface Killah.
No quedan dudas de lo impecable de la presentación de BBNG, que se posicionan en nuestro radar desde un temprano 2011, y que crecen en nuestros oídos como una honesta banda que se conectan entre sí en una tensión bella. Ritmos persuasivos y melodías envolventes se aproximan desde la juventud y madurez que desgarran almas y provocan en sus espectadores una suavidad interior sintonizada hacia lo más libre del jazz que proponen.