Hoy se realizó, en la Cámara de Diputados el homenaje al viñamarino, vocalista, bajista y gran voz del trash metal, Tom Araya de Slayer. El reconocimiento fue liderado por la diputada de Renovación Nacional, Camila Flores, quien al parecer es fan acérrima de la banda.
Y es que, en realidad, Tom Araya se merece todos los homenajes que se le han otorgado, sin duda es una de las voces nacionales más representativas a nivel mundial en lo que respecta a su género, posiblemente no tengamos a otro u otra como él en el circuito musical. Pero ¿es una Cámara de Diputados el lugar para homenajear a un músico? Posiblemente sí, por qué no. Pero, sin duda, no lo es cuando se está en medio de una discusión, para la reforma Constitucional para los Derechos y Garantías de niñas, niños y adolescentes.
Se tuvo que suspender la votación porque, según lo organizado por Camila Flores, se tenía que homenajear a Tom Araya. Entonces, de seguro algunos ya se preguntan, por qué mierda estamos homenajeando a un músico en medio de una votación de reforma Constitucional, ¿le pagamos a los legisladores para eso?
Lo que se estaba votando tenía que ver con algo a lo que el Estado está obligado, porque la convención de los Derechos de Niñas y Niños y Adolescentes obliga al Estado a cumplir las garantías de estos. Se estaba votando para incluirlo expresamente en una observación legal y se rechazó por falta de quórum.
Y ahora ¿cuál es el problema? Los grandes medios (y también los alternativos que algo bueno tenían) dejaron la atención puesta en Slayer, en Tom Araya, en el fanatismo de Camila Flores y dejaron de lado el proyecto, que sin duda es más importante que darle un homenaje a un músico, nos guste o no Tom Araya, eso es lo de menos; y también nos guste o no la posición política del hombre, es lo menos relevante en la discusión, a quién le importa qué Tom este con Camila Flores (obviamente de seguro a algunos les gustaría que figuras políticas como la de ella se mantengan alejadas de personajes como Tom y viceversa).
Terminamos discutiendo de lo que no importa y dejamos la discusión central al lado del camino. Y todo gracias a la estupidez del fanatismo desenfrenado, que esta vez se topó con la política, con esa política de Camila Flores que es de burbuja y de incongruencias. De esa política de una mujer que declara ser Pinochetista y además condena la violación a los Derechos Humanos, si esto no es estúpido ni vergonzoso qué es.
Bueno y por si importa, el proyecto fue rechazado, principalmente, gracias a la derecha.