Durante los años noventa, la nación vivió cambios desde el mismo período de transición a la democracia – o mal llamada “democracia” -. La industria musical y, en especial, los sellos, se metían la mano al bolsillo y les ofrecían a las bandas jugosas cantidades de dinero para que grabaran en un estudio en el extranjero o pudieran darse el gusto de contratar a un productor a la altura de la expectativas que tenía cada grupo de cómo sonarían y la misma proyección musical que cada uno tenía en sus mentes.
En el caso de Solar, en que en sus primeros años se autocatalogaron como “la mejor banda de Chile”, los problemas internos yacían en potenciar aquel proyecto en que el shoegaze y las influencias británicas sucumbían en un nuevo paisaje, en el que Chile aún seguía en formación; pulieron guitarras y afilaron un sonido intenso, sin ataduras, en donde varios personajes del medio nacional, miraban asombrados la potencia y la visión que tenía Solar con su primer trabajo, el Ep “Medícame” de 1996.
Alejandro Gómez, el frontman de la banda, señalaba a una radio del dial que el sello de ese entonces les ofreció todo para que grabaran y tuvieran las mejores herramientas. “¿A quién elegirán como productor?”, en lo que Gómez señaló “¡Al productor de los Stone Roses!”. En el sello hicieron las gestiones, en las cuales le contestaron que este hombre cobraba 4 mil libras por tema, lo cual desistieron de sus servicios.
La noche es luminosa
20 años han pasado de aquel mítico álbum “Play” de 1997, que fue cuestionado por la ácida prensa de la época, quienes los metían en el saco de “música alternativa”, “las copias de Soda Stereo”, y epítetos que sobran. Club Chocolate dio la bienvenida en tono formal a la banda, que se reunía desde su última presentación en el año 2004, en donde decidían tomar diferentes rumbos.
Un regreso triunfal donde el sonido fue excepcional de principio a fin. Las lógicas de las reuniones tienden a ser de carácter comercial, o simplemente por aparición esporádica de como estar presente para el ideario popular. De principio a fin, el clásico disco con aires manchesterianos sonó en el recinto que estuvo abarrotado.
Lo que se vivió el jueves 27, pareció ser una reunión con señuelo a algo más: el fiato, la banda “de amigos”, como lo dijera el mismo Gómez cuando agradecía a los fanáticos que llegaron en masa a Club Chocolate o un sonido que no se quiere alejar de los escenarios, dan cuenta que el show aspira a algo más.
La energía de la banda, su complemento, las miradas y los infinitos guiños al público, mantuvieron conectado a la fanaticada que cantó todo y que el entusiasmo de la banda se transmitía y se reflejaba a cada minuto en que el mismo vocalista, bajaba del escenario y se iba a saltar con la gente. De principio a fin, la banda manejo con coraje cada movimiento y riff en que la alegría era parte del condimento. Actitud noventera en finas notas, donde la nostalgia era parte del plato, pero Solar sonó aún más fuerte como para renovar el viejo recuerdo y llevarlo a un hecho presente: calidad, potencia y una clara visión sonora.