Por Lily Molina
La relación entre nuestro país y Gordon Sumner, más conocido como Sting, se formó en 1982, cuando se presentó junto a ThePolice el 19 y el 20 de febrero de dicho año en el Festival de Viña del Mar durante la gira mundial de su disco “Ghost in the Machine”. Y a pesar de haber sido ninguneados en esos años por la prensa “especializada” chilena, como ocurrió también con Faith No More, con el tiempo fueron tomando mayor relevancia hasta llegar a la idolatría que se le tiene hoy a su música.
Así fue como se empezó a forjar este vínculo entre Sting y Chile, desde una perspectiva política, cuando en octubre de 1990 regresó el músico británico dentro del marco del Amnesty International Concert Tour en el Estadio Nacional, para referirse a las torturas y asesinatos ocurridos en ese recinto durante la dictadura, como también para el regreso de The Police en ese mismo estadio unos 17 años después oen su glorioso show solista junto a la Orquesta Sinfónica de Chile en el mismo festival que los recibió por primera vez.
Esta era la séptima vez que se presentaba ante el público chileno. Eran cerca de las 9:10 pm y uno de sus reconocidos temas solistas, “If I Ever Lose My Faith in You”, fue el que dio inicio a una jornada llena de nostalgia, esto porque el público en su mayoría era adulto. Le siguió “Every Little Thing She Does Is Magic” con una audiencia muy motivada que coreaba y celebraba recién empezado el show. En un momento Sting, en sus ganas de poder comunicar algo en español espetó: “estoy muy feliz de estar aquí con ustedes”. Luego vino “Englishman in New York”, instante que ocupó para presentar a su destacable grupo con Dominic Miller en la guitarra, VinnieColaiuta en la batería, David Sancious en teclados, Jo Lawry en los coros y Peter Tickell en el violín.
No solo clásicos de The Police, como los lúdicos e inconfundibles “Do dodo da dada”, “Roxanne,” “Every Breath You Take” o “So Lonely”, fueron parte del setlist, porque también hubo espacio para lo más destacado de su carrera solista, como“Shape of My Heart”, la melancólica “Fields of Gold” y “Desert Rose”. Pero donde realmente se generó el climax en esa noche fue con “Message in a Bottle”, donde todos los presentes se pararon y cantaron con toda la efusión al unísono aquel clásico del Reggatta de Blanc de 1979. Antes de llegar al primer encore, la versión extendida de “Roxanne”, provocó algo similar, lo que fue acompañado de “Ain’t no sunshine”.
Y para cerrar tan gloriosa noche, en el segundo encore, estuvo “Next to You” y “Fragile”, una bonita y dura canción con un mensaje mas bien conocido: “Lest we forget how fragile we are” lo que formaba un ambiente capaz de romper las barreras entre escenario y las 12.000 personas que estuvieron presentes.
Sting goza hoy de una calidad artística innegable, que no se ha opacado con el tiempo. Verlo traspasar las barreras de su propia música es como aventurarse en una expedición cautivadora donde conviven mensajes llenos de historia, misterio e introspección. Y lo de anoche fue algo especial y sin duda será algo difícil de olvidar.