Cuando Gavin Rossdale estaba dejando todo su carisma sobre el escenario, cuando Bush miraba con sincera alegría a la audiencia que se desenfrenaba por cantar y expresarse, cuando el Caupolicán se hizo uno solo ente, hubo algunos que se dedicaron a destacar en base a acciones arcaicas y repulsivas. Ahí estaban los niños ‘preferidos’ del rock demostrando su gusto por los formados en Londres con gestos bastantes arcaicos, elevando su dedo medio, lanzando su basura y el más osado lanzando desde su boca lo mejor que su cuerpo le pudo dar en ese momento.
En otro concierto el hecho no hubiera sido más que un leve recuerdo para algunos, el problema para ese pobre hombre que lanzo su mejor mierda – en formato saliva – desde su boca es que el frontman de Bush no se quedó callado, lo apuntó, lo recriminó y le dio el castigo social que a quizás a muy pocos le han dado en la historia de conciertos en Chile. El hombre fue iluminado por el foco principal y llegó a tal punto de tomar la mala decisión de caminar por la platea de esquina a esquina, lo que el Caupolicán aprovecho para gritarle los mejores chilenismos y para propinarle un emblemático y espontaneo callejón oscuro.
Si bien esto fue solo algunos minutos de la presentación de Bush, marcó una gran anécdota y moraleja para los rockeritos.
El espectáculo fue descomunal de inicio a fin, Roosdale se paseó también por la Platea, pero con un destino distinto al de su nuevo amigo, una batería de éxitos de antaño se hizo resonar, la multitud se entregó de lleno y el optimismo carismático del cuarteto fue el ideal para cerrar un espectáculo de cerca de una hora de duración, pero por, sobre todo, sirvió para preparar el show de Stone Temple Pilots.
Se podría decir que este “Revolución Tour” se trató sobre el resurgimiento de STP sobre la nostalgia de los 90′. El puesto que utilizó en su momento el gran Scott Weiland y, por un tiempo, Chester Bennington, no es un puesto cualquiera, el fallecimiento de estos íconos del rock tiene un peso que hay que llevar. Jeff Gutt de una u otra forma refleja lo que fue en su momento Weiland, eso no hay que negarlo, incluso existe un alcance en apariencias, pero Gutt tiene su estilo propio. Si bien esa sensación de arte esotérico que emitía Scott se ve solapada, el cariño que tiene la fanaticada por los miembros fundadores de la banda, los hermanos Dean y Robert DeLeo, junto con el baterista Eric Kretz, son mayores a cualquier cosa.
“Wicked Garden” inicio el viaje por la memoria que tuvo paraderos tales como “Big Emtpy”, “Creep” y “Plush”, todas reversionadas a un rock melódico, que dicho sea de paso es característico del último álbum de la banda, el homónimo. Este disco es una muestra de que se puede seguir adelante a pesar de los golpes de la vida y tuvo dos escasas participaciones en la jornada, pero fueron letales para comenzar de la demolición del Teatro Caupolicán que parecía que se venía abajo con “Meadow” y “Roll Me Under“.
“Trippin’ On A Hole In A Paper Heart” y “Sex Type Thing” dejaron ese placer del que uno pide más, porque sin duda se podía dar más pero eso fue todo, STP nos dio una noche inolvidable, una noche sumerjida en la reversión de lo que alguna vez fueron canciones del pasado. Como dijo Bush al público “estas canciones son para ahora, no de ayer ni para mañana, de ahora”.
Para muchos fanáticos, Scott Weiland fue y será Stone Temple Pilots, por lo tanto, su muerte terminó con la banda, por otro lado, fanáticos más optimistas, verán esta nueva versión de la banda como un intento honesto de procesar esa pérdida a través de una creación renovada, mientras que los típicos cínicos probablemente lo considerarán una excusa lucrativa para continuar con el poder de las canciones de la década de los noventa. No importa de qué lado estás. pero si estuviste en la destrucción del Caupolicán que comenzó Temple Agents junto a Bush y remataron STP, te diste cuenta de que estos últimos tienen aún más dinamita en el cuerpo para hacerte explotar.