Entre sueños y lisergia, Sunflower Bean se han desprendido de la escena DIY neoyorkina para florecer como un trio efervescente y colorido, navegando entre densas aguas que derivan de Black Sabbath hasta dulces hegemonías como las de Fleetwood Mac. Con su segunda producción larga duración apenas lanzada, “Twentytwo in Blue“, los veinteañeros se adentran en territorios desprovistos de aquella lisergia neo-psych de este siglo para cautivar con ágiles y directos pasajes que se insertan en la ávida atmósfera política de Estados Unidos.
Fundada en 2013 y reconocida como “New York’s hardest working band” en el 2014, Sunflower Bean comenzaron tanteando la ciudad en una imparable seguidilla de shows en vivo, consolidándose como un enigma sónico juvenil cuando en 2015 lanzaron su primer EP independiente “Show Me Your Seven Secrets“. Fue aquel año que firmaron con el mismo sello que acompañó a The Black Keys, Fat Possum para poder así concretar su primer LP.
Transfirieron esta energía multifacética a su debut de larga duración en el 2016 titulado “Human Ceremony“, un álbum que realmente te atrapa en su hechizo, emergiendo desde la intersección entre la lisergia moderna y la dichosa urgencia que entrega su confuso ensueño. Aquella entrega nos sorprendía con la intrépida tensión que coloreaba a los trés músicos que componen a Sunflower Bean: Nick Kivlen (voz y guitarra), Julia Cumming (voz y bajo) y Jacob Faber (batería).
La ahora difunta revista inglesa NME, describió el sonido de Human Ceremony de la siguiente manera:
“Juntos logran hacer música que mezcla la densidad de Black Sabath con el pop new-wave de Blondie y de The Go-Go’s, el romance aéreo y liviano del indie pop lo-fi ochentero y el despreocupado atractivo de The Velvet Underground“.
Lanzado el viernes 23 de Marzo, el mismo día que “Boarding House Reach” de Jack White, “Twentytwo in Blue” se distribuyó bajo el sello Mom + Pop Music y fue producido tanto por el trio como por Matthew Molnar y Jacob Portrait, quién es el segundo miembro de Unknown Mortal Orchestra. Con 40:30 de duración exacta, esta segunda entrega se sumerge en 11 temas crudos y abiertos, descontrolados y aún así increíblemente armoniosos.
Este viaje de realidad armoniosa comienza con “Burn It” mientras una arrastrada guitarra se funde con las líneas de Julia Cumming. Un tema que destella una cálida entrada a lo que se inserta como una premisa del sonido que contiene el álbum, simplicidad sonora que no se sumerge en demasiadas capas y que propone una potente crudeza: desde la voz de Julia que se libera de sus falsettos y se acerca con tonalidades más bajas, hasta un patrón rítmico que te sumerge en su devoción atractiva.
Una armonía que termina acapella libera una introducción que se reduce a un bajo cálido y penetrante. Aquellos son los primeros instantes de “I Was A Fool” un reconfortante tema que propone un aura melancólica y azul, entre suaves voces que se deslizan entre nuestros oídos como si no existiera nada más: aquel tema y nosotros. Una melodía vocal intrigante y perspicaz nos baña en su añoranza acogedora, reflejando la juventud confusa y sumergida en una luz azul que destella sabores muy a lo Fleetwood Mac.
“Twentytwo” se inserta como parte de una trilogía melancólica, intensa y dinámica, junto con su antecesor y el quinto tema “Memoria”. Este tercer tema en el álbum entonces “22”, es una especie de manifiesto taciturno de las subjetividades y aflicciones que vive un reciente veinteañero en este ávido clima político. Aquella etapa entre la tardía adolescencia y la temprana adultez en donde no parecieras insertarte en ninguno, este tema entonces continúa con aquel velo azul que envuelve la melancolía del álbum siendo un intrépido y visceral reflejo de la edad en que los músicos se sumergen.
“Memoria” destella justo después del comentario político que es “Crisis Fest”, siendo entonces una refrescante salida nostálgica con una faceta vocal de Julia que jamás habíamos saboreado de esta forma. Unida con un coro en falsetto en segundo plano, la bajista y cantante principal destella sus más crudos pasajes vocales con una intensidad provocadora, hablándonos de todo aquel pasado del cual no nos podemos desprender.
“And I’m going to all the places that
We used, we used to in my head
And I’m lining to not change it up on
How you’re doing, how you’re feeling
Where you go in the dead of night“
“Human For” destella como una eléctrica jugada que explotaría un show en vivo. Un tema directo y sin rodeos que se mueve con agilidad y te obliga a seguir aquellos movimientos. Quizás el tema que se conecta de manera más clara con su material previamente lanzado –Human Ceremony o Show Me Your Seven Secrets- pero que se une de una forma extremadamente cohesiva a su nueva propuesta visceral. Así de repente destellan calaras referencias que han sido re-significadas por el trío neoyorkino, como lo es “Sinking Sands” que nos recuerda potentemente a Beck mientras destella la voz de Nick Kivlen
Navegando en contenidos líricos como el primer año de la presidencia de Trump y cómo aquello afecta a la juventud no solo estadounidense, Sunflower Bean se desprenden de aquel psych lisérgico para tantear territorios más concretos y áridos. Así indagan líricamente en temas que penetran ágilmente en los sentimientos de sus receptores, arrastrando una crudeza e intensidad permanentes en toda la entrega.
La significación en él título del álbum se reduce a la edad de los tres músicos: 22, los cuales se han visto crecer musicalmente a través de los años que han permanecido como banda. Sumado a este número se encuentra el color azul –22 en azul- el cual resalta la visualización de un álbum muy melancólico, como si fuera un océano abierto que nos sumerge en su universo único. Podríamos hasta decir que este álbum posee dos colores que tiñen todo el álbum: este azul melancólico e intrigante y un amarillo cálido que destella entremedio de aquel índigo profundo.
Un álbum que desprende un deseo de componer temas simples y puros que hablaran honestamente sobre sus vidas y sus más ávidos sentimientos. Este trio neoyorkino han logrado completar una entrega que no solo se eleva desde su contenido lírico sino que también su intensidad musical y su expansión armoniosa. 11 temas que poseen una coherencia y cohesión absoluta, que desbordan pasión y desbordan frescura que te golpean con su toque de realidad, una segunda entrega desoladora y a la vez confortante. Excitante, potente, sentimental, crudo e increíblemente intenso, “Twentytwo in Blue” necesita un par de vueltas para ahogarse en su azul melancólico y abrasador.