La carrera de los alemanes Scorpions comienza en los mediados de los años 60’s en Alemania. Un camino de avances y pausas que no han sido en vano para la proyección que ha tenido esta histórica banda del trash rock. Años ochenta y por intereses particulares, Uli Jon Roth, deja la banda y abre la puerta para llegada de Matthias Jabs, donde comenzaban su aventura por los Estados Unidos, donde se consolidaron con el transcurso del tiempo.
Llegaron los noventas y el himno Wind of change se convertía en un himno político-social, donde fue en más de algún país, fue una bandera de lucha por la crisis finalizando la Guera Fría. A comienzos de época, la puesta de Paweł Mąciwoda daba guiños al sonido más purista de la banda, en que la grabación Unplugged demuestran tal vigencia y que, pese a llevar cerca de 50 años como banda, el próposito de pararse y dar lo mejor de sí, estaba pre-escrito en todos los integrantes de la banda alemana.
La mágica postal entregada el 13 de septiembre en un Movistar Arena repleto, confirmaba la vigencia de uno de las bandas más potentes en su género, vigencia y apuesta en esceba donde la balada rock queda un poco aislada, aunque siempre manteniendo ribetes por los cuales sus fans trans-generacionales siguen viéndolos en vivo y repletando estadios.
Sobre una plataforma sobre unos 6 metros se ubicaba James Kottak, ilustre baterista qu llegó a la banda en 1996, con una melena digna del glam rock, fue un número aparte de lo realizado por la banda en Chile. Going out with a bang fue el primer corte tras su bullada intro, que incluía un telón que los cubría.
El sello del metal cubría la estética donde el negro predominante chocaba ante las chascas canosas en cancha vip. Pero brilló un momento acústico: Always Somewhere, Eye of the Storm y Send Me an Angel sonaron con guitarras en clave de afinación típicas del metal. Homenaje a Overkill de Mötorhead con la imagen del incombustible Lemmy Kilmister atrás en las pantallas alimentaba aún más el espíritu rock ante sus fans y en Chile, que se retribuía con un solo de batería que, con doble pedalera, generaba otro show ante las 13 mil almas que llegaron al Arena.
Blackout contó con una guitarra humeante, como un misíl para tamaña interpretación donde su carismático líder, Klaus Meine, que con su tono de voz logra la relación a su desplante. 18 canciones traducidas en un show espectacular de dos horas, donde los 50 años de la banda seguirán esparciendo magia y vigencia, porque los alemanes tienen para rato.
Noche con un amplio setlist, donde Whitesnake abrió la noche que luego terminó con los cumpleañeros. 50 años de rock donde The Scorpions ha sido testigo presencial de los cambios políticos y generacionales, que, a través de sus melodías son un puente entre la nostalgia y la fuerza de una banda que de pie en el escenario, es incombustible.
