‘The Strokes no es una banda para un festival, es una banda para escuchar en casa’, es uno de los tantos comentarios que se lee en redes sociales luego del show del conjunto neoyorkino en el festival Lollapalooza Brasil. Luego de dos jornadas en las que el combo histórico del evento representado por Rancid y Metallica, hiciera vibrar a miles de asistentes llegaba el turno de ellos, los incorrectamente indicados como ‘salvadores del rock’ por la revista Rolling Stone. The Modern Age de su aplaudido This is It (2001) iniciaba su extraño apogeo.
La lluvia acariciaba bruscamente la ciudad de Sao Paulo cuando los contratiempos iniciaron. Pausas inexplicables en medios de las canciones, Julian Casablancas con una mirada inexpresiva y un sonido que en algunos rincones del Autódromo de Interlagos, se perdía en la penumbra, ocasionaron que parte de la audiencia se molestara. “[…] otorgaron al concierto un cierto aire de ensayo”, consignaba el periódico Identidadlatina.
El prestigioso UOL fue bajo una línea similar, aseverando que la fanaticada más acérrima siempre acompañó a la banda, pero que el grueso del público velaba por un juego con sus más grandes clásicos, algo que se dio en pocas oportunidades. “The Strokes cerraron el Lollapalooza Brasil 2017 con un espectáculo que terminó con la impresión de que podría haber dado más”.
17 canciones en hora y media de show, que obtuvo mínimas modificaciones con respecto a su presentación en Estéreo Picnic. “De su último trabajo, “Future, Present Past” (2016), The Strokes, una de las bandas de garaje más icónicas del nuevo milenio, tan sólo tocó “Threat of joy” y “Drag queen”, una canción que no acabó de convencer del todo a los seguidores”, explica Diariouno.
“Entre los reclamos de Casablancas por el sonido que llegaba de otros palcos del festival y una cierta apatía en las palabras del vocalista, el batería brasileño Fabrizio Moretti hizo un guiño a los suyos, habló en portugués y decoró su instrumento con una bandera de Brasil”, agrega.
‘Decepción’ fue otra de las palabras que se replicó en vivo y al finalizar su presentación por parte de sus miles de espectadores . Quizás, el poco conocimiento a la banda —y correspondiente comprensión— fueron la piedra de tope. Un conjunto con la trayectoria de Strokes suena mal porque así lo quiere, y palidece entre ráfagas de luces su gran puesta en escena ya que ese es su deseo. Los espectáculos en vivo en los últimos años han mutado en perder su esencia en vivo, en depender de sintetizadores y aparatos electrónicos, para ofrecer un todo perfecto a una generación que busca lo perfecto con el mínimo esfuerzo. Probablemente, lo de las voces tras Someday sea eso: revivir las guitarras en vivo; sucias y desgastadas, tal como se realizaba en los inicios del festival.