Virtuoso instrumentalista y excentrico interprete, Stephen Lee Bruner es una figura que ha rondado en diversas escenas del área musical. Entre múltiples trabajos de apoyo y una dramática participación en algunas las obras más importantes de la década pasada como “To Pimp a Butterfly” de Kendrick Lamar y “Cosmogramma” de Flying Lotus, Thundercat es una silueta que representa tanto talento como dedicación. Sus producciones en solitario han sido una impactante muestra de arte y humor, bañándose en complicadas piezas musicales y narrativas de cómics y animación japonesa. Con un despampanante “Drunk” (2017) bajo el brazo, el terreno estaba dispuesto a sembrar lo que sea que las duras cuerdas quisieran estremecer.
En seguidilla de una excelente muestra de sencillos, la espera a “It Is What It Is” indicaba una dirección refrescante y placentera. Fusiones de jazz, funk y pop mezcladas en órdenes de caos. “Innerstellar Love” es la primera pieza de alto impacto en el LP. Una viaje psicodélico conducido en sus complejas mezclas de instrumentos de viento y el desquiciado bajo de Bruner. La obra es una constante subida y baja de tonos y velocidades. En meros instantes se introduce la frenética “I Love Louis Cole” en compañía del interprete que da nombre al tema. Una fugaz alteración de compases en feroces pulsaciones en una juguetona canción sobre amistad.
Aunque paradójico, Thundercat devuelve una esencia extraordinariamente orgánica a sus mezclas de jazz, revitalizando el género dentro de sus límites. Poco es una completa reinvención, mas es en su puesta en escena donde encuentra un lugar único e infinito. Varios amigos del músico se le unen en la suave “Black Qualls”. Los nombres de Steve Lacy, Steve Arrington y Childish Gambino se conjugan entre los acordes, con sólidas interpretaciones a la par del dulce bajo del líder. Stephen es un nombre con muchas capas, pero que incluso cuando no está en completa presencia vocal, mantiene el hilo de su instrumento y nunca suelta la mano del auditor.
El sonido juega con mezclas de baja fidelidad. Dando un correcto equilibrio entre la intrínseca complejidad del género, aumenta los colores a través de entretenidas posiciones y capas instrumentales. La mezcla es precisa y candente. En sus menos de 40 minutos puede perder uno que otro momento en pequeñas canciones que sirven más de puente entre cortes que de producciones memorables por sí mismas. Es posible identificar diversos segmentos como relleno para una obra que no es lo suficientemente larga, pero incluso en esos pseudo-tiempos muertos, mantiene al piloto atento a su destino. La extravagante “How Sway” es poco más que una descarada muestra de virtuosismo, pero quién podría negar su inclusión cuando es manjar para los oídos.
Por su puesto, el humor es una pieza vital del energético sonido del interprete. La melódica “Overseas” pone al divertido Zack Fox en presencia, cosa de servir de introducción a la espectacular “Dragonball Durag” (cuyo excelente videoclip fue dirigido por el invitado de la pieza de entrada). En su maravillosa confluencia de música y referencias, Thundercat no escatima en metáforas mientras canta: “Podré estar cubierto de pelo de gatos, pero sigo oliendo bien”. La deliciosa producción ilustra una prenda de ropa en honor al aclamado anime que da nombre a la canción. Solo alguien como Stephen puede hacer de un corte tan orgánicamente geek, una de las canciones más dulces del año.
El álbum cierra con el tema homónimo del larga-duración. En su última terna de canciones el listado pierde un poco del carisma que destaca a su primera mitad. No obstante, difícilmente puede hablarse de una pérdida de la atención. Para un trabajo que avanza a pasos agigantados, toma la extraña decisión de terminar con su composición más extendida, pero de todas formas, prepara al auditor para empezar el disco de nuevo y volver a reproducirlo hasta que el internet deje de ser una realidad.
“It Is What It Is” es un animal extraño. Es lo suficientemente extravagante como para ser algo que nunca hayas escuchado antes, pero conserva los suficiente elementos nostálgicos como para que puedas identificar todos los lugares que ha recorrido. ¿Valió sus tres años de espera? Cada instante hasta su realización. Una obra para completar tus tardes, hacerte reír y quebrarte de envidia porque puede ser que nunca llegues a tener cual magno talento sobre el instrumento. Pero a Stephen no le gustaría que pensaras eso de ti mismo, es el heroe que esta nueva era necesitaba.
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