James Marshall era un adolescente norteamericano común y corriente con una vida un tanto alterada. Sus padres se separaron cuando apenas tenía 9 años; su abuela asumió su cuidado; y durante la adolescencia tenía un marcado rechazo a la escuela. Él no quería asistir, pensaba que era tiempo perdido, mismo que podía emplear en pulir su habilidad con la guitarra y perfeccionar consecuentemente el virtuosismo de su mayor inspiración en la adolescencia: B.B King.
Los años venideros fueron escribiendo con tinta dorada en páginas que hablan de su vida. Ante algunos problemas legales, James se unió al ejército de los Estados Unidos. Encontrar su rubro o simplemente enmendar a la sociedad por sus errores eran las premisas, pero él tenía claro lo que quería hacer: convertirse en músico y vivir una vida adhoc a ello. Alegando un dolor de espaldas luego de un fallido salto en paracaídas logró que le dieran de baja para así volver a casa. El mundo estaba a punto de conocer a Dios.
El siguiente paso (luego de varios proyectos fallidos y bandas que quedaron en el olvido), el cúlmine en su carrera, tomó forma el 18 de agosto de 1969. Entre medio de hierba, cintillos, y colores lisérgicos, James Marshall ganaba la guerra de Vietnam con solo seis cuerdas y un cintillo con ácido lisérgico. Un set de 12 canciones cambió para siempre la forma de concebir la música en vivo: el mundo conocía a Jimi Hendrix y el festival Woodstock.
Desde dicho emblemático suceso han pasado cerca de 47 años, y todo indica que para la conmemoración de su medio siglo en 2019, el gigante que unió en tres días amor, paz y rock, volverá a emerger. Michael Lang, original co-fundador del evento, afirmó que “definitivamente tenemos planes para ello” al Poughkeepsie Journal. “Son planes. No hay nada cerrado, pero estamos cerca”, agregó.
De nombres nada (nos remitimos a lo que el mismo productor señala), pero de concretarse, lógicamente la apuesta sería dantesca, descomunal. Un evento con el peso histórico de Woodstock no puede hacer más que reunir los mejores sonidos contemporáneos del orbe, ni más ni menos, esos que darán que hablar en toda una década -al igual que ocurrió en sus ediciones 94 y 99-.
La última edición se llevó a cabo del 23 al 25 de julio de 1999, a fin de conmemorar sus tres décadas. El evento fue popularmente conocido por el quebrantamiento de la paz que envolvía su esencia prima: violaciones, actos vandálicos, violencia desmedida, uso excesivo de drogas, terminaron por opacar la celebración en Rome, New York.