La última vez que supimos sobre Wolf Alice parece a estas alturas una vida aparte. En un clima musical bajo constantes cambios y nuevas dinámicas, el conjunto creo un refrescante sello de rock alternativo, lleno de creatividad y energía visceral en respuesta a los tiempos. Visions Of A Life (2017), su segundo álbum, consolidó su lugar en el panteón de la música popular, obteniendo además el Mercury Prize en 2018, uno de los logros más apreciados en la cultura británica.
Luego de un extenso período de gira y con las pilas recargadas al final de la década pasada, la banda empezó a trazar las primeras coordenadas de lo que sería su siguiente paso. Esta etapa los vio unirse mientras el mundo entero entraba en la cuarentena de una de las pandemias más severas que ha enfrentado. Pero para ellos el único camino era en ascenso, y hace unos días pudimos contactarles para conversar sobre aquello que tramaban.
A través de la pantalla, Ellie Rowsell y Joel Amey emanan una natural sencillez que parece imposible de manejar cuando te sientas a través de ciclos de entrevistas virtuales. “Ha sido un tiempo extraño, pero estoy bien. Joel, ¿estás bien?”, comenta la vocalista, a lo que el percusionista asiente con cordialidad. “Estoy muy bien, he sido muy suertudo de tener algo en lo que enfocarme durante esta pandemia”.
Ese algo a lo que Joel se refiere, Blue Weekend, sale hoy a la luz del día. Creada a lo largo del último año con la compañía del productor Markus Dravs, la tercera apuesta de los londinenses viene a recoger las cosas justo donde quedaron tras Visions Of A Life. En lugar de optar por giros estilísticos y conceptos elaborados, Wolf Alice eligen la refinación de sus propias armas, y en eso, demuestran que esta salida puede ser la más radical de todas.
Acostumbrándose a la nueva realidad
No está de más recalcar que las condiciones en que la banda creo sus primeros álbumes fueron muy distintas a aquellas que se dieron en 2020. “Creo que nosotros, al igual que mucha gente nuestra posición, y todo el mundo hemos estado batallando circunstancias poco convencionales”, reflexiona Joel. “Hemos sido bastante afortunados de haber lanzado dos discos durante lo que fue -deberíamos decir- ‘tiempos normales’. Estamos echando eso de menos, dándonos cuenta de lo suertudos que fuimos de vivir las experiencias que tuvimos. Las giras y los shows que tocamos fueron un auténtico privilegio, y de verdad que lo extrañamos ahora”.
La ausencia del circuito de conciertos es bastante sentida en la industria musical. Así mismo, en términos prácticos, significa que muchos artistas tienen bastante más tiempo en sus manos. Bajo los parámetros pertinentes de cuidado frente a la pandemia del COVID-19, Joel Amey cuenta que Wolf Alice sacó amplio partido de la situación, volcando su atención completa al nuevo trabajo.
“Pienso que quizás este álbum nos tomó más tiempo desde un punto de vista artístico”, comenta, “pero fuimos haciendo las cosas más o menos naturalmente. El disco fue masterizado entre agosto y septiembre. Así mismo, fuimos paso a paso grabando varios videos musicales, uno para cada canción. Así que [la pandemia] no nos ha descarrilado en ningún sentido, aunque sí ha tenido un efecto en todos.”
A la fecha, Wolf Alice ha trabajado con tres productores, uno distinto para cada álbum. Junto a Mike Crossey conjuraron la esencia otromundista de My Love Is Cool (2015), filtrada por el espectro de estilos indie de las últimas décadas. Con Justin Meldal-Johnsen tras los controles, recrudecieron su sonido en Visions Of A Life, pero también incorporando las texturas de ensueño en canciones como “Don’t Delete The Kisses”, “Planet Hunter” y “Sadboy”.
Para las sesiones de Blue Weekend, la banda anota en su currículo a un peso pesado de la producción, el veterano Markus Dravs, reconocido por su trabajo con artistas como Björk, Arcade Fire, Florence + the Machine y Coldplay. “Amé trabajar con este productor”, dice Ellie. “Nos dio retroalimentación muy valiosa, y nuevas ideas para estas canciones. Como banda, nos volvemos muy cercanos a las composiciones, y es bueno tener a alguien más que las escuche, y que pueda mediar entre nosotros cuatro. Además, Mark es un tipo muy amable, y eso es lo que más nos importa”.
Persiguiendo las emociones
El producto final bien podría ser la encarnación más lujosa y embellecida del cuarteto hasta ahora. Estos 11 temas comprenden un amplio rango de exploración sónica, desde reflexivos paisajes sonoros, delicados arreglos de cuerdas y ocasionales inyecciones de energía agresiva. Sobre este nuevo enfoque, Joel explica que “en mi opinión, las canciones son tan emocionalmente cargadas, aunque sean diferentes emociones, que estábamos persiguiendo una sensación para cada una, e hicimos lo necesario para lograrlo”.
Como ejemplo, el músico toma a “No Hard Feelings”, el espacioso arrullo minimalista que viene casi al final del disco. “Ésta tiene su propia atmósfera, su propia vibra. Estábamos dispuestos a dar lo mejor de nuestras capacidades. Eso significó que intentamos no aferrarnos a la percusión potente, ni tampoco sobresaturar nuestras canciones sólo porque sí. Creo que esta vez fuimos lo suficientemente valientes para concentrarnos en un sonido más desnudo, y apreciar que no todos los temas necesitan montones de cosas dentro de sí”.
Con gran confianza, Joel asegura que estaban buscando un “sonido más exuberante y suave, asegurándonos con todo nuestro poder musical de hacer que la audiencia se sienta de lo mejor escuchándonos”. Tanto él como Ellie tienen sus regalones. La guitarrista elige a “How Can I Make It OK?”, porque “aunque las letras pueden interpretarse como muy tristes, la música es muy animada, y siempre siento que quiero danzar cuando la escucho”. Su otra favorita es la brutal y sardónica “Play The Greatest Hits”, “porque es descarada, ruidosa y creo que las líricas son muy graciosas”, pero también asegura que adora todas las composiciones.
Siempre bien cauto al hablar, Joel encuentra difícil elegir una, pero se queda con “Feeling Myself”, por su concepto y atmósfera, y el número de cierre, “The Beach II”, “en particular por ese tramo instrumental al final, que siempre me emociona. También amo el bajo de Theo en “Smile””. De forma inédita, desde el perfil de Ellie se escucha un “¡JÓDETE!” que desencadena las risas. Theo ha estado en el fondo, acompañando la entrevista todo el rato.
Imágenes de un finde depresivo
Otro de los aspectos fundamentales a esta era de Wolf Alice tiene que ver con su presentación visual. Para ello, concretaron una alianza con el artista visual Jordan Hemingway, quién dirige los vídeos musicales y realizó sesiones fotográficas para el artwork de Blue Weekend. Esto derivó en una propuesta nocturna e impactante que manifiesta un sentido vertiginoso y colorido.
“Contactamos a Jordan y quedamos gratamente sorprendidos al ver que estaba muy interesado en trabajar con nosotros”, relata Joel, “porque él ha rozado el mainstream, pero es un artista muy alternativo y potente. Todas sus imágenes son muy llamativas, y muy diferentes a lo que hemos hecho como banda antes”. El trabajo que realizaron fue altamente colaborativo, pero Joel detalla que “él tenía su visión para las cosas, además de un increíble ojo para la estética visual e ideas para los vídeos”.
El surrealismo alcanza su peak en el video de “Smile”, una canción que de acuerdo con Ellie, “trata sobre no dejar que la gente te menosprecie, sobre todo en el lugar de trabajo”. El clip sigue a una mujer barista que se alza contra el hostigamiento de sus clientes y no va a tolerar más estupideces ni agresiones. “Creo que eso pasa mucho cuando eres un barista o trabajas en hostelería. Jordan hizo a esta visión cobrar vida con un precioso trabajo de cámara, luces deslumbrantes y otros detalles”.
Como fruto del esfuerzo realizado, Wolf Alice y Jordan Hemingway crearon un cortometraje, titulado al igual que el álbum que acompaña, y descrito por el grupo como “un festín visual para sus ojos”. La producción tendrá su estreno en Reino Unido el próximo 10 de junio. “La experiencia ha sido tan maravillosa”, agrega Joel, “no sólo con Jordan, sino que con toda la gente que ha estado detrás de escenas. Fuimos muy afortunados de estar involucrados en esto con gente tan genial, y acabar con algo tan bueno como lo que Jordan logró crear.
Entre risas termina un enriquecedor rato conversando con los miembros de Wolf Alice. La calidez que irradian con su música también se desprende de sí mismos, y es posible que con esta nueva placa, han logrado capturarla en la cima de sus poderes. La humanidad, en sus facetas más luminosas y también en las más tempestuosas, ha sido siempre una cualidad definitiva en la obra del místico cuarteto, y con Blue Weekend consiguen encontrar nuevas formas de capturar estos relatos mientras transitan uno de los caminos más únicos en la historia del rock. Ahora sólo nos queda esperar al día en que podamos disfrutar estas tonadas en el escenario.