Pocos músicos han sido capaces de exaltar las virtudes de la independencia al nivel que Laura Marling lo ha logrado. Cultivando a su vez la identidad sonora de sus composiciones con la desnuda guitarra y el ojo de águila que presenta su incisiva escritura, la cantautora emblemática del folk británico ha disipado cualquier duda que pudiera existir sobre su arte, consolidando doce años de una trayectoria singular e incomparable a las de sus pares en la escena.
Dicho arco narrativo puede despertar la curiosidad -y en el peor de los casos, escepticismo- sobre cuánto más es posible extender los confines del folk para la experimentada compositora. Pero en un giro casi nada sorpresivo, Song For Our Daughter resulta ser otra impecable e importante adición a una colección rica en finos detalles, delicadezas, matices y cantidad de historias para contar.
Planificada para un lanzamiento en agosto de este año, esta dulce serie de misivas y reflexiones fue hecha disponible en abril, bajo el razonamiento de la cantante, de que no tenía ningún sentido retener este trabajo artístico sabiendo que podría proporcionar un consuelo para una audiencia sumida en la cuarentena por la pandemia del COVID-19. Dicho gesto es sólo una de las muestras de bondad que marcan el álbum: esta nueva placa es un documento entrañable sobre la universalidad de la experiencia femenina, acompañado de una luminosa intimidad musical. Es una maravilla absoluta, y posiblemente el mejor trabajo de Laura Marling hasta este punto.
“Alexandra” abre la jornada en espectacular calma, su serena interpretación de guitarra sintiéndose como un auténtico saludo a la audiencia, un familiar y tierno “mucho tiempo sin vernos”. La titular Alexandra es parafraseada desde el original “Alexandra Leaving” de Leonard Cohen, una meditación sobre la pérdida de relaciones desde el punto de vista de un hombre. “Tenía que intentar / un carajo que dar / ¿Por qué debo morir / para que tú puedas vivir?”, entona Marling, el esplendoroso brillo de su pluma asestando un combo certero en esta conversación sobre el valor radical de la independencia femenina.
Song For Our Daughter crea toda una puesta en escena con su minimalismo instrumental. Toma sólo el golpe de un ceremonioso tambor, la delicada conducción de la guitarra acústica y las encantadoras armonías que Laura colocó una sobre otra, para brindarle a “Held Down” y la galopante “Strange Girl” una magnitud estratosférica. “Only The Brave” y “The End of The Affair” son más mudas, sus melodías haciendo eco de las desoladoras narrativas, simultáneamente enalteciendo el relato. Lejos de estancar la corriente del álbum, las sutilezas musicales dispuestas están entrelazadas como piezas de rompecabezas, dotadas de la consistencia necesaria para resaltar los altos y los valles, resultando así una pieza vibrante, con una accesibilidad ausente en el más oscuro Semper Femina (2017).
Inspirada por una lectura de Letter to My Daughter, la colección de ensayos de la célebre escritora Maya Angelou, Laura Marling decidió apostar por musicalizar el concepto de escribirle a la hija que ninguna de las dos ha tenido, como un mecanismo de contención que pone en práctica los aprendizajes que la artista ha adquirido sólo a través de vivir mujer.
En el tema titular, esto se ve en gran efecto: “Ella recuerda lo que le dije / el libro que deje al lado de su cama / las palabras que alguna sobreviviente leyó”. En esta conmovedora declaración, Marling enfrenta la idea de su hipotética hija, creciendo rodeada de la violencia y la decepción inculcadas por el patriarcado, la burocracia de la institucionalidad y el gobierno, y la cara fea de la sociedad moderna. La sabiduría que despide este relato resulta quebradora, pero también levanta un futuro donde todas las lecciones recopiladas en el camino dan paso a un vivir más sano, a la justicia, el respeto y la integración.
Cuenta Laura que se inspiró a escribir “Fortune”, una meditación sobre el amor fallido, basada en una confesión que su madre le hizo sobre un dinero que guardaba en caso de emergencia, si algún necesitaba renunciar a la vida y relación que mantenía. La cantautora reapropia con astucia el concepto tras esta reserva de dinero y relata la historia de una relación que ha caído en un desencanto irreversible, un “dolor insoportable”. Resulta que el gran ganador en “Fortune” es el amor propio, en la medida en que la narradora resuelve con saludable madurez que “tenía que liberarnos de este dolor insoportable / y prometer que no volveremos aquí otra vez”.
Un tarareo persistente se instala en nuestra conciencia al minuto en que empieza a sonar “For You”; es la tranquilizadora voz del novio de Marling, quien también conduce la guitarra y aparece en su demo original. Díficil sería darse cuenta de un detalle así, cuando este número inspirado por Paul McCartney deja una impresión tan potente. “Le agradezco a un dios que nunca conocí, nunca amé, nunca quise (por ti) / Lo escribo para no olvidar / Nunca dejarlo ir / Guardo una foto de ti, sólo para protegerte”, revela el coro, proyectando la imagen de la compositora sosteniendo a su hija imaginada en sus brazos, y el efecto es tan real y sobrecogedor, que no sería extraño llegar a derramar algunas lágrimas terminado el ciclo.
Hay una cualidad atemporal a la forma en que Laura Marling crea estos paisajes melódicos y los dota con palabras de profunda sabiduría que, más que leerse como un álbum, realmente sirven como consejos, guías para navegar el tumultuoso curso de la vida misma. Tal magnitud posee la mística de esta magnética y astuta cantautora. En aparecer frente a nuestros ojos, imperturbable, pero llena de experiencia y prudencia, nos puede resultar hasta algo distante, pero la verdad es que nos ha abierto más ventanas de su vida que las que podríamos imaginar.