Alice In Chains, formados en el 1987, llegó de la mano con los sonidos de Seatlle, tal cual como lo hicieron sus hermanos del mismo género como fueron Nirvana, Soundgarden y Pearl Jam por nombrar los más conocidos.
El 21 de agosto, ya hace casi tres décadas atrás Alice in Chains lanza su primer álbum de larga duración, titulado “Facelift”. Antes de aquello habían lanzado el EP “We Die Young” en julio de 1990, el cual, incluye dos de las tres canciones en el LP. Dentro de esas está el tema que da el inicio al disco y el cual se titula tal cual como el disco de corta duración. Esta canción fue consumida rápidamente por las radioestaciones rockeras de aquél tiempo. Recordemos que los temas de AIC eran escritos tanto por su guitarrista Jerry Cantrell y, a veces, por Layne Staley, en lo particular, está primera canción la escribió Jerry. Él señalaba que: “viajando en bus camino a un ensayo, viendo a todos esos niños de nueve, diez, once años de edad con localizadores para traficar drogas… La visión de un niño de diez años, con un teléfono para vender drogas es lo mismo que ‘We Die Young’”. Ahora mantenga esta frase.
Así como pasan los minutos de una canción, pasaron las semanas y poco a poco se le prestó importancia a un tema que ya es un icono de Alice, “Man in the Box”, esta canción introdujo la armonía y el alma de la banda, utilizó TalkBox -tanto pedales de guitarras como vocales-, escúchese la segunda voz con minuciosidad. Según Cantrell, está canción con todo lo que conlleva tocarla “ayudó a Alice a ser lo que era”. Como dato: el último show en vivo de Layne Staley fue el 3 de julio de 1996 y cerraron con “Man in the Box”.
Siguió la tónica con “Sea of Sorrow”, y este tema es de relevancia, y con esta comenzó un proceso de definir lo que sería el grupo en su forma sonora, lo mismo con “Bleed the Freak”, pero en este costado, no se tuvo el mismo impacto en los medios como lo hicieron sus antecesores, pero sí impactaba en vivo. Era un tema con el cual comenzaban las jornadas de vez en vez. Líricamente, camina en un rabioso paisaje, de una mirada crítica del entorno o quizá de recuerdos de infancia o visiones de furia que parecieran ser internas, para luego expulsarlas, vomitarlas desde I’Can Rememeber en adelante; Bleed the Freak es el limbo entre lo interno y externo.
Ahora quizás, el punto a parte de las anteriores, la más oscura y temperamental “Love, Hate, Love”. Es complicado describir lo directo, lo que sí se puede es interpretarla, pero eso está en su juicio, atribuirle esta una gama de emociones que deja los sonidos finales de este tema y esa sensación que solo depende de nuestro estado anímico y de qué o en quién pensemos cusndo suena esta canción.
“It Ain’t Like That” y “Sunshine” dejan a evidenciar la pluma sobresaliente, que se torna en una parte principal de la columna vertebral de los de Seattle, donde en la mayoría de los casos, cada canción conlleva un sinfín de emociones. “Sunshine” deja emociones que te transgreden y te delega sentimientos. Cantrell señala que trata acerca de su fallecida madre, en una que otra entrevista señala que: “cuando era pequeño, siempre le decía a mi madre que sería famoso cuando grande y le compraría una casa para que nunca más tuviera que trabajar: te cuidaré como tú me cuidaste’ (…)”.
Ahora bien, puede que el grunge le quedaba poco a Alice, bueno, es que es obvio, los sonidos son variados, algunos dicen que fue un error encasillar a la banda en “grunge”, solo por venir de Seattle. Si bien son parte del género, “Facelift” deja a evidenciar mucho más.
“Put you Down” siguiendo la secuencia del disco, “Confusion” o “I Know Something” dejan evidenciar tanto a sus influencias musicales como también las vanguardias de sonidos futuros; basta con las intro de cada una para darse cuenta que no hay solo grunge acá. Si no fuera porque un año después Nirvana lanza “Nervermind” y con ello, la difusión del grunge como marca de Seattle, quizás, estaríamos hablando de otro tipo de banda ahora.
“Real Thing” sella por completo un disco redondo. Un estampado en el torso a los fanáticos de la cerveza, los músicos de Seattle: Layne Staley en la voz, Jerry Cantrell en la guitarra y segunda voz, Mike Starr en el bajo y Sean Kimmey en la batería, dieron un salto gigante, fueron los primeros en sacarse las cadenas del underground y hacerse escuchar a un público masivamente amplio.
Un disco excelente, pero superable, pero no por cualquiera, sino que por el mismo grupo -ya con madurez y camino recorrido-, dos años después lanzan “Dirt”, que es algo así como el inicio de la consagración para Alice in Chains, pero esa es otra historia que contar.
La verdad, puede parecer subjetivo o abierto a críticas, pero la misma canción que da el punta pie inicial a Facelift, le dio el pitazo final al disco, porque la magia y la intensidad del disco, no recae en una forma de cantar y de tocar, recae en la esencia que dejaron personas.
Cosa que es irremplazable; y ahí está lo paradójico de señalar a “We Die Young” como una visión que se tiene de los niños que consumen drogas, porque hoy en día, tiene una dimensión aún más trágica, para después del 5 de abril del 2002, Layne Staley deja la banda, el mundo y, claramente por consecuencia, discos completos como “Facelift”.