Por Salvador J. Leiva
¿Hay alguna manera de reformular la música emo? Luego de los intentos del problemático y recientemente encarcelado XXXTentacion y el fallecido Lil Peep por hacer una extraña mezcla de trap con música (o sentimiento) emo, y que más encima portales como Pitchfork avalaran que la música emo tendría más futuro si se juntaba con el género más popular del momento hicieron su aparición, en búsqueda de darle un nuevo sentido a este tipo de música.
Sin embargo, una propuesta diferente y más fiable que aquella es la que trae American Pleasure Club, banda que anteriormente se llamaba Teen Suicide, pero que a fines de año pasado decidieron cambiar su nombre al actual. En este tercer álbum, el conjunto de Sam Ray y compañía emprenden un viaje sónico hacia diferentes rutas: música acústica, electrónica, experimental y el emo en su estado más puro, logrando un disco variado, rico en sonido y en muchas instancias novedoso, llevando a cabo fusionar elementos que no muchos podrían haber imaginado.
En términos líricos, abunda el romanticismo de la manera más adolescente posible, de hechos cotidianos como andar en bicicleta, llorar por un amor perdido, acerca de enamorarse de chicas que fuman mientras están sentadas en el pasto, sobre dormir demasiado y no querer ir a una fiesta o tener la idea descabellada de irte a vivir al desierto con tu pareja.
La partida con ‘florida (voicemail)’ demuestra sensibilidad en un corto track de guitarra acústica y voz. El siguiente corte ‘this is heaven and id die for it’ está entre los puntos altos del largaduración por su crudeza y honestidad más su precisa instrumentación orientada a la corriente emo de los años 90s. Los pasajes acústicos vuelven al tracklist con ‘all the lonely nights of your life’, que realza el paisaje enternecedor de enamorarse y hacer lo que sea por estar al lado de una persona.
El disco cambia de ruta con la experimental ‘sycamore’ que posee una caja de ritmos y un jocoso loop, casi rozando el trip-hop. El uso de pitch-shift que se usa en géneros como el nightcore o el vaporwave se hace presente en el beat de ‘lets move to the desert’, confirmando que estamos en el lado menos orgánico del disco. Y como adición a la vanguardia, llega un track que está compuesto nada menos que con una base de teclado Casio, más guitarras y teclados llamado ‘there was a time when i need it’, quizá siendo la pieza más descartable de las doce disponibles.
El séptimo track que lleva por nombre ‘seemed like the whole world was lost’ tiene su debilidad en una estructura un tanto plana, pero se salva de la monotonía con los instrumentos de viento que se adhieren a su instrumentación. El regreso a lo orgánico viene de la mano con ‘new years eve’, la canción más punk e instantánea del disco. Después de unos segundos de collages sonoros, irrumpe la acústica ‘before my telephone rings’, entregando un breve pero dulce instante. El drum and bass también tiene su espacio en este disco, si, porque ‘just a mistake’ irrumpe de una manera poco sutil, pero a la vez confirmando la dinámica y versatilidad sonora de American Pleasure Club.
Como si fuera una pieza clásica del futuro, llega ‘eating cherries’ con una armoniosa parte de piano junto con voces en auto-tune, dando un resultado tanto extraño, pero siguiendo la misma línea de lo que plasmó Bon Iver en su futurista y poco ortodoxo último largaduración llamado ’22, A Million’. El cierre va de la mano con la celestial ‘the sun was in my eyes’, que no es otra cosa que una vivida representación de una grata tarde, romántica y primaveral, con el sol golpeando tus ojos. Sin duda, una magistral clausura para un álbum tan complejo y lleno de sonidos como éste.
‘A Fucking Lifetime of This’ es un titulo para un disco que quizá nos pueda volver a sumergir a nuestros años de adolescencia, a aquella angustia y felicidad extrema por la que alguna vez pasamos. En términos generales, American Pleasure Club logra un álbum dinámico, sentimental y fácil de escuchar.