Solo en la era digital, seis meses pueden parecer una eternidad. A poco tiempo de su último disco: “Sweetener” (2018), Ariana Grande se ha enfrentado a una serie de cambios que, comprensiblemente, necesitaban traducirse en nuevas composiciones. Entre rupturas amorosas, muerte y reflexión, la artista se ve en uno de sus estados más vulnerables, lo que manifiesta exquisitamente en su quinto álbum de estudio.
Exitos del tamaño de “God is a woman” y “no tears left to cry” habían mantenido a la estadounidense en la listas de éxito el suficiente tiempo como para que nadie olvidara su nombre. Mas sin ser esto suficiente, se dio la oportunidad de preparar al terreno previo al LP con un éxito de la dimensión del corte homónimo. Una declaración de principios sobre el que se preparaba para ser el trabajo más personal de la discografía de Ariana.
Desde la composición que da nombre al disco, la interprete se muestra segura y sentimental. “Mira lo que he obtenido, mira lo que me has dado” es lo que expresa en un dulce estamento sobre como su pasado -y ex-amores- la han hecho quien esa ahora. Ese obsesivo estribillo sostiene una melodía pegajosa armonizada por una excelente producción, y junto a su cálida voz equilibra una leve falta de sutileza en su mensaje. Después de todo, la efectividad con que representa su sentir sobrepasa la superficialidad conque estos éxitos radiales suelen estancarse.
La deliciosa producción es una herencia directa de “Sweetener”, y con un concepto común en la narrativa del álbum, explora distintas aristas de la emocionalidad de la artista. Su vulnerable necesidad de amor y cariño (“needy”), la falta de espacio en una relación (“NASA”), estar enamorado de alguien más (“ghostin”). Una serie de sensaciones llevadas a tierra, que a pesar de existir en la vida de una artista multi-millonaria, no se alejan de las fragilidades que cualquier ser humano puede llegar a experimentar.
De todas formas, no pierde tiempo en exponer abiertamente los problemas de primer mundo que ser quien ella es conlleva. La demoledora “7 rings” es una superficial composición sobre joyas, dinero y derroche. No por ello menos adictiva e hipnótica. En sus dulces sintetizadores y baterías eléctricas, seduce una cálida melodía sobre banalidad y consumismo. A ratos la producción abraza demasiado ciertos ritmos modernos, al punto de quitar de en medio lo que vuelve divertido al álbum en primer lugar. Pero incluso con todos sus elementos reciclados, elabora un perfil íntimo y meditado sobre quién esa ella como persona y artista.
Al momento de cerrar el álbum, se despide con la despiadada “break up with your girlfriend, i’m bored”. “Sé que no está bien, pero no me importa” es lo que canta mientras narra una ácida melodía sobre infidelidad y seducción. El hecho de que decida cerrar con tal himno de indiferencia es casi una muestra de que a pesar de todos sus arrepentimientos y sensibilidades, ella sabe que en el fondo sigue siendo esta chica que toma malas decisiones y quiebra más corazones de los que captura.
Cada canción es un peldaño necesario en su escalera creativa, y solo una vez llega al final, es que se da el tiempo de descansar. La narrativa podrá ser levemente cínica, pero no por ello menos real. Es fácil observar los elementos más básicos de las composiciones y quedarse con lo superficial de ciertas temáticas. Pero basta mirar un par de centímetros al fondo de lo que la artista expone, para notar y apreciar aquello que deja sobre la mesa una vez abandona la habitación.
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