El Paso, Texas. Todo se remite a El Paso, Texas; donde nace nada menos que At The Drive In, la eminencia de algo llamado post-hardcore. Fue en el año 1993 en que destellan desde la lejanía para entregar tres sólidos arranques de larga duración bajo el dúo artístico explosivo: Cedric Bixler-Zavala y Omar Rodríguez-López. Pero, fue en el 2001 en que la efervescencia musical se disuelve para adentrarse en territorios aún más progresivos con The Mars Volta. El 2011 llegó solo como una pequeño viaje al pasado con una reunión esporádica, pero fue hace tan solo 3 años en que aquel vínculo emergió nuevamente. Con casi dos décadas sin un larga duración lanzan “In•ter a•li•a“, su primera producción bajo At The Drive In, el quiebre del silencio. Es justamente con este LP que vuelcan sus miradas a Sudamérica, dos instancias chilenas que verán el regreso de esta apocalipsis musical.
Con lo que nos dejaron el 2000 fue con nada menos que uno de los mejores álbumes de la década “Relationship Of Command“, producción que albergaba las colaboraciones de Iggy Pop por ejemplo. Este LP que vio la luz hace 18 años es en sí una obra maestra de 11 tracks que desbordan adrenalina y estados anímicos frenéticos que destellaban como un post-hardcore infestado de destellos punk y hasta progresivos. Aunque fue el corte más agresivo de los tejanos, se plasmaba como el álbum indiscutiblemente más determinado y sólido que ATDI había entregado desde el EP debut “Hell Paso”.
El esperado regreso de At The Drive In se titula entonces “In•ter a•li•a”, palabra que deriva del latín “Inter alia” que significa “entre otras cosas”; aquel claro, no sería el único mensaje críptico de Bixler en su infinidad de trabajos, un artista que ha dedicado su quehacer literario al portmanteaus, ejercicio de mezclar palabras para crear una tercera. Esta cuarta producción discográfica entonces reúne a cuatro de los cinco miembros “originales”: Cedric Bixler-Zavala, Omar Rodríguez-López, Paul Hinojos y Tony Hajjar con la integración de Keeley Davis en reemplazo de Jim Ward. Grabado en Sound Factory Studio ubicado en Hollywood, California a mediados del 2016 y producido por Rich Costey y Rodríguez-López, este regreso fue lanzado el 5 de Mayo de 2017 bajo Rise Records. Como ya es ritual para ATDI, la dirección de arte, ilustraciones y portada fueron obra del viejo colaborador Damon Locks, con quien también trabajaron para su siguiente lanzamiento más tarde ese año, un EP de 3 tracks titulado “Diamanté”.
Con 41 minutos y 1 segundo de duración, “In•ter a•li•a” comienza con “No Wolf Like The Present“. Con una agresividad que va aumentando Cedric entra con una voz ligada a las texturas, rasposa y que nos devuelve al 2000. Son 3:39 de introducción en los que a la lejanía podemos encontrar gritos de desesperación y encuentros fortuitos con la dupla de los apellidos compuestos, voz-guitarra-voz. “Continuum” se adelanta como el perfecto sucesor, comenzando con desesperados screams que se asemejan al coro del tema que da inicio al álbum. Con su voz densificada en filtros nos encontramos con unos de los pasajes más dinámicos de todo el álbum, mientras Rodríguez-López destella su precisión matemática en lo musical y dejando huellas de catarsis con cada riff.
“Governed by Contagious” es definitivamente uno de los momentos más álgidos y con tempos más penetrantes de este acontecimiento. Aquí Keeley Davis se entrega como el complemento perfecto para la despreocupada melodía post-hardcore en el mejor sentido de la palabra, elemento también destella con potencia en el más tardío “Hostage Stamps“. Este primer momento del que hablábamos se inserta como el cuarto tema a saborear, uno que además de entenderse como otro escape de agresividad nos devuelve pasajes vocales desde Bixler-Zavala que fácilmente vienen de la experiencia de The Mars Volta. Guitarras que se suben y bajan se encuentran con esta visceral aproximación vocal, siendo claramente nutrido por Hijjar.
Quizás el momento que desborda más crudeza y sensibilidad es “Incurably Innocent“, un tema que habla sobre el abuso que sufrió Chrissie Carnell, esposa de Cedric. Junto con reportes sobre este terrible hecho, Bixler-Zavala apunta a Danny Masterson, actor y activo participante de la Iglesia de Cienciología en este tema, refiriéndose a él como “una canción sobre abuso sexual y poder finalmente hablar al respecto” aparte de acusar a esta misma institución de encubrir múltiples abusos sexuales. En este segmento la densidad temática de este track es clave y a veces sobrepasa lo sonoro.
“Preyed on the anguish, you better run
Always dragging a finger across his throat
Man is the fixer to sage the ghosts
And the faith that awarded his every move
A blank tape that couldn’t remember
But you can never erase the hurt
Out in the dial-tone distance someone heard
He keeps a-hiding your photograph
Of the moment that you needed to emasculate his
Photograph, but you locked up in the trance of a memory”
Con un Cedric que posee un rango vocal que fluctúa entre un D2 y un C7, en ATDI no destella los aullidos perfectos de TMV, pero sí canaliza lo visceral, crudo y penetrante de su trabajo en este quinteto, un sello que evidencia la increíble versatilidad de su voz.
Así, At The Drive In por fin está de vuelta con un álbum que quizás jamás llegará a ser la vanguardia que sí lo fue “Relationship of Command” pero sí funciona como una increíble presencia que ha vuelto notan solo al estudio si no que a montar shows en vivo y recorrer escenarios lejanos. Omar recuerda de este destello del 2000 como uno que plasmaba ambiente plástico, quizás un adjetivo que jamás usaríamos para describir tan genial LP, pero fue justamente la producción de Ross Robinson y el mezclador Andy Wallace lo que detonó tales sentimientos, ya que ambos eran conocidos por producir álbumes nu-metal. Pero con Rich Costey, el productor de The Mars Volta, parecieran haber obtenido aquel sentimiento de fluidez y riqueza que buscaban. ¿Fue aquello lo que lograron?
Según Anthony Fantano, este sería otro regreso semi-fallido de otra banda que había dejado de existir, llamándolo “un álbum alternativo con un edge punk”. Aún así, aquella energía esquizoide y frenética continúa haciendo efecto, aunque quizás más disipada y dispersa en el general del álbum. Este álbum sin embargo, es un testamento de la supervivencia de una banda a pesar del tiempo. Antes una agrupación que fluctuaba entre las drogas y el alcoholismo literal y figurativo al trabajo, hoy retroceden el tiempo hacia un 2001 que los vio desvanecerse. Con casi 20 años más de experiencia y respiro de At The Drive In han logrado consolidar una producción que tal vez remite demasiado al trabajo Antemasque pero que aún grita desesperadamente por renacer de las cenizas, traer de vuelta aquella pulsión de los 90.
“We need to honor where we left off sonically,and we need to honor how we used to paint outside the lines”.
– Cedric Bixler-Zavala.