Si de emblemas del rock de los últimos dieciséis años se trata, no hay lugar a duda que The Strokes ocupa un lugar privilegiado. El quinteto oriundo de New York bajo afiladas cuerdas creó un ambiente rupturista a principios de los años 2000, época dominada por el pop en su sentido más comercial y los alocados versos del hip hop. Fuerte influencia para un centenar de músicos que hoy por hoy lideran carteles de festivales tanto del viejo continente, como de Norteamérica, algo que Beck vivió en primera persona y traducirá en forma de música en su próximo álbum.
Pero no se trató de un hecho aislado, no. El camaleónico músico tardó más de tres años en producir este registro; y es que tras alzar el Grammy a mejor disco del año,entró en una crisis de identidad, una que sólo su productor Greg Kurstin (Sia, Adele), ayudó a solucionarla, y su grata experiencia en vivo junto a Julian Casablancas y compañía en el festival británico Hyde Park, donde eligió la orientación sonora de su trabajo: energía y alegría.
“Era una noche de verano y la gente tiene sus manos en alto. Fue una cosa en común, de celebración. Yo quería trasladar eso al estudio, ese tipo de energía o alegría. La cosa que hace que te despiertes un poco. Hay un sustrato para una gran cantidad de las canciones. Canciones dentro de otras canciones, estribillos que se convierten en puentes. No está lejos de la forma en que hice mi primer par de discos”, explica a Rolling Stone el músico.
Un fiel reflejo de ello es Wow y Dreams, únicos sencillos que conocemos del venidero álbum: poderío pop que nos remontan a sus trabajos de los 90s. “Es una cosa celebratoria, de comunión. Quería llevar eso al estudio, esa energía y alegría”, agrega Beck.
¿Fecha de estreno? En una reciente conversación con KROQ afirmó: “El álbum saldrá muy pronto, acabo de terminarlo. Creo que tendrá 12 canciones. Este trabajo tenía que salir el año pasado, pero he estado en tour y haciendo un millón de cosas más. Era uno de esos discos en los que trabajamos por muchos años, así que no quería simplemente lanzarlo a medias, tratamos de ser meticulosos”.
Recordemos que recientemente Beck se sumó a la fiebre del vinilo reeditando toda su obra —exceptuando Morning Phase— en este formato. Odelay, Sea Change, Guero, Mellow Gold, Mutations, Midnight Vultures, The Information y Modern Guilt están ya disponibles.
En la obra del artista de origen norteamericano, encontramos melodías sinceras y desnudas en código folk, así como trabajos de heterogénea disposición sonora, lírica en base al flujo de conciencia, riqueza en texturas al desarrollar collages que mixturan el rock, el pop, el folk, el blues, el country, la psicodelia, el funk, el easy listening, el noise, el rap o el jazz, por decir unos cuantos estilos que alea de manera sorprendente, como explica AC.
A mediados de los años 80 comenzó a actuar en locales de la ciudad californiana y a grabar sus primeras producciones caseras, como el demo The Banjo Story. En Nueva York, se había impulsado el movimiento anti-folk, una serie de artistas que intenta reavivar esta música tradicional, esencialmente acústica, con actitudes punk. Beck, como muchos otros, entre otros, Jeff Lewis, Adam Green, Ben Kweller o Regina Spektor, se apuntó a esta corriente.