Después de 2014 y la publicación de “Morning Phase”, Beck volvió a encontrarse en la cima del mundo, paradójicamente con uno de sus álbumes más modestos. La placa fue escrita intégramente por el artista estadounidense, y gran parte de ella en su cocina, y no solo significó el regreso de su lado folk, sino que también le valió inesperadamente el galardón a “Álbum del Año” en los premios Grammy del año siguiente. El mundo parecía aburmador para el cantautor, por lo que no suena tan descabellado el que decidiera que su siguiente álbum fuera un producto completamente alejado de la humildad de su antecesor.
Entre sonidos sintéticos y ritmos de baile, “Colors” se abre como un disco animado y psicodélico. Entre vigorizantes baterías, una hipnotizante línea de bajo y la atmosférica presencia de sintetizadores, el tema que le da título al álbum genera una energética introducción para aquello que el larga duración seguirá. Mucho en “Colors” es un homenaje a la música popular, “Seventh Heaven” fue escrita como un clásico pop ochontero, con coros pegajosos y un contenido uso de guitarras para darle forma a los versos.
Desde el 2015 que se estuvieron adelantando sencillos de lo que sería este disco, y con todo el tiempo que han tenido para cultivarse, logran ser las piezas justas del rompecabezas. “Dreams” posee el estribillo más alucinante de todo el álbum, sin demasiadas pretenciosas líricas y repitiendo frases entre falsettes paulatinos, cosa de quedar plasmado en la mente del auditor lo mayor posible. El riff es adictivo y hace del sencillo la pieza de dance-rock mejor lograda de toda la producción.
En “Wow” Beck experimenta con el trap, dándole forma al corte con una línea de flauta que recuerda a los momentos más extraños del inicio de su carrera. La incapacidad del norteamericano de rapear ha sido uno de sus sellos más entrañables, y acompañado por rugidos, el cantautor hace su intento menos pretencioso por disfrutar el momento y escoltar el colorido viaje.
“Colors” no solo marca una diferencia notoria con su antecesor desde una vereda musical, sino que también lírica. Beck no se sienta a leer poesía junto a su guitarra, en su lugar, danza al ritmo de los más banales de los sentimientos. “Up All Night” es una oda a la celebración, y aunque una de las pieza más genéricas del álbum, sigue siendo un divertido corte de pop rock. Por otra parte “Dear Life” toma influencia de la invasión británica sesentera, con una sugerente progresión en piano seguido de estridentes punteos de guitarra. Otro cántico positivo y optimista.
Es probable que un fragmento importante de los fanáticos del norteamericano se sientan traicionados ante esta faceta masiva, pero tampoco es como que el estilo le sea ajeno al músico. “Colors” es una combinación satisfactoria entre el estilo innato de Beck y la controvertida música radial. Tomando aspectos característicos del sonido popular y adaptándolos a su propia dimensión.
Beck se olvida completamente de los sonidos acústicos y entra en una zona masiva para cantar coloridos himnos de música alternativa. “Colors” no es un disco que vaya a cambiar el curso de la historia o de su compositor, pero es lo suficiente osado como para enamorar a más de alguno. Con este LP refleja ser un artista que va dejando todas sus pretensiones de lado y crea composiciones que podemos catalogar de movedizas y efervescentes.
Tracklist:
1. “Colors”
2. “7th Heaven”
3. “I’m So Free”
4. “Dear Life”
5. “No Distraction”
6. “Dreams”
7. “Wow”
8. “Up All Night”
9. “Square One”
10. “Fix Me”