Los nuevos sonidos están tomando completa posesión del internet. Aún sin un álbum bajo el brazo, Billie Eilish progresivamente se convertía en un nombre en la industria. Ya fuera por sus explosivos e íntimos sencillos, como por sus controvertidos lazos con magnates de la música. A pesar de lo capitalista que pueda resultar que una imagen como la suya surgiera en base a conexiones, no podemos negarnos a apreciar la música cuando se presenta tan dulcemente sobre nuestras mesas.
“WHEN WE GO SLEEP, WHERE DO WE GO?” es un oscuro y personal relato sobre angustia y adolescencia, dos palabras que no parece pegar bien en la era moderna. No obstante, bajo la tutela de su hermano, y una notoria y cálida relación, confeccionan un larga duración, el cual no solo vibra en emocionalidad, sino que refresca los oídos y parlantes.
En compañía de sencillos como “wish you were gay”, Billie enuncia sensaciones irracionales. Esta persona no desea estar con ella, llevándola a desear que la culpa de este quiebre venga de la mano de la orientación sexual, en lugar de las posibles fallas que estén presentes en su personalidad. Es edgy, es levemente ofensivo, pero es honesto y crudo. Un corte hormonal y melancólico, que juega con el montaje de sonido para representar una dulce sensación de desesperanza y caos. La producción es cálida y personal.
Es posible entrever la influencia de sonidos modernos en el didactivo estilo de la estadounidense. El “Melodrama” de Lorde tiene injerencia directa en el legado que es posible observar detrás de los sonidos minimalisas y electrónicos. “bad guy” es de aquellas canciones que patean el álbum con placer y energía. Brilla en colores, expresiones inmaduras y una narrativa cínica y mordaz. Una imagen que solo podría existir en la era del internet. No menos relevante, por el contrario.
Los diversos sonidos con los que la interprete juguetea no vienen a quebrar la rueda, ni hacerla girar en sentido contrario. Pero en un universo de acoplados sonidos pop, es una entretenida combinación de armonías y temáticas. Su voz casi susurrante, se desliza entre minimalistas melodías poperas, combinando mezclas de bases electrónicas, y suaves bajos sintéticos. “when the party’s over” es un deprimente himno a la resaca emocional proveniente de una cruel separación.
Billie Eilish cuida un delicado perfil de adolescente angustiada. Aún cuando deje escapar cierta inocencia en su narrativa, basándose en las ingenuas experiencias que vibran por su joven cuerpo, habla con honestidad y emotividad. En una era en que los artísticos sonidos pop que influyen en el estilo de la interprete son tan evidentes, es difícil resaltar cada apasionado trabajo que sale como si fuera la próxima obra maestra del año. Mas no nos evita el disfrutar y admirar los pasos trazados en un asombroso debut.
Por la segunda mitad del LP, “my strange addiction” y “bury a friend” aceleran los ritmos cuales pulsos psicodélicos de baile. Armonías adictivas conducidas en su frágil interpretación vocal y divertidas bases externas. El primer corte usa elementos de la serie de televisión “The Office” para discurrir un trayecto de candidez y jovialidad. En unos robustos 43 minutos, el debut de la interprete es una compleja diversidad de éxitos y cortes duros de ritmos independientes.
Agresivo y melancólico. Así es como despertamos de la pesadilla que es salir de fiesta . Resacas mentales y pulsos sobre-naturales capturan la angustiante esencia que marca el debut de la artista estadounidense. Con claras, y a veces demasiado notorias, influencias externas, Billie Eilish expresa su declaración de principios de tal forma que no pararemos de escuchar sobre ella hasta que los años devoren su juventud. Podrán dudar de su experiencia, pero no podrán negar su talento. Los centenialls tienen una voz que los represente, y no ella piensa ahorrarse ni una sola coma para expresarlo.
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