Frank Sinatra grabó para el sello Columbia entre el 43′ y 52′ las canciones que arman el nuevo álbum de Bob Dylan, con excepción de “Stay with me”. Para un crooner como lo fue Sinatra, las re-versiones que realizó Robert Allen Zimmerman parecen ser únicas, enmarcadas en un zuzurro eterno y que no resaltan en una copia burda, como algunos de los últimos discos de covers que se han lanzado al mercado. Disco de diez temas, con guitarras acústicas y slides que fulguran entre cada estrofa, son los elementos principales de este trabajo.
Bob Dylan se desmarca del rol tributero y de la pereza del cual algunos posicionados en el mainstream lo hacen, añadiendo sus influencias a Shadows in the night. De forma prolija, Dylan no quiere ni intenta ser Sinatra.”That lucky old sun” muestra que los años no pasan en vano y la voz de Dylan lugubra un sonido que se hace cómplice de las composiciones que hablan del amor. El lapsteel -clásico instrumento tocado en el bluegrass y en el folk americano-, otorga una armonía que se mueve entre los falsetes sin desgaste de Zimmerman.
Pasar desde las composiciones de Frank Sinatra a las versiones que realiza Zimmerman hacen que cada canción sea un poema acompañado de instrumentos tocados de forma prolija. Las versiones originales quedan enterradas. “I´m fool to want you” evidencia la pizca de country y folk, con cierto aroma a bluegrass, que hacen que este registro se desenvuelva con pasión, pero sin raíz de alto voltaje.
Un disco envolvente, de sonido propio. Dylan estampa su anhelo de cambiar por completo las canciones de Frank Sinatra. “The night we called it a day” suena a ese prisma con el que Zimmerman viene provocando en sus últimas producciones. Estos 36 discos hacen valer la senda por la que se va el multifacético cantante. Ahora, desde otra posición, pero sin dejar de ser quien es y convirtiendo al amor en la carta de navegación de Shadows in the night.