No pocos problemas para llegar al Parque O’Higgins. Se reportan decenas de metaleros sedientos y embelesados por la cebada en los accesos de Matta y Tupper. Carabineros, muchos, manteniendo el cerco. Y muchachada entusiasta en el reencuentro con amigos. Pero más metaleros evitando entrar, esperando a Rancid quizás, pero definitivamente a Metallica. Esquivando conciertos como el de Bomba Estéreo, programado para las 17:15 horas en el ACER – Windows 10 Stage (tal cual).
Adentro, no pocos despertaban de la siesta. Al frente de la Aldea Verde, parejas hacían hora y elegían a Bomba Stereo para quitarse la modorra. Otros metaleros (perdón por hablar tanto de los metaleros, pero en el día de Metallica, en este line up de día sábado, son indiscutidamente protagonistas aunque todavía no toquen), los divisaron indiferentes a lo lejos. Y es que desde el primer minuto la banda colombiana extendió una invitación abierta para retomar energías y afrontar la segunda parte del festival.
En una hora todo fue fiesta, por lo menos en onda. A pesar de pequeños ripios de acople, el grupo se adaptó a la situación e hizo vibrar y bailar y estallar a ratos al público, que ya los conoce perfectamente, y que reconocen como a una banda local. Si bien los propios Bomba Stereo han aclarado que con esta presentación cierran un ciclo, lo que viene para el dúo no puede ser sino una suma. Una gran segunda parte.
El show sirvió para mirar al pasado, pero sobretodo para marcar el presente y definir el nuevo rumbo. En ese trance, el público respondió. Y a pesar que compitieron con el rival más difícil que puede tener una banda en este festival (la siesta y el cansancio), la tarea fue más que superada, a pesar de los metaleros que en el parque son y su deprecio.