Son una simbiosis entre el viejo punk y el ska_. Ritmos que siempre han tenido una afinidad bien particular a lo largo de la historia, y Rancid puso un demoledor sonido con el cual la historia se reversionó de una sola vez.
Una postal que no deja pasar nada en alto debido a la forma en la cual la estética se vistió para la ocasión; coronas de flores y poleras negras chocaban en un atisbo sobre la imposta de ir a un lugar y vestir a tono para la situación.
Lo de Rancid mostrado en el festival Lollapalooza terminó por acabar en ese lugar-común de las grandes bandas que vienen a saldar deudas. 25 años de carrera en los californianos han estado en la cumbre del género.
Lo moshpits se encargaron de hacer el espectáculo de Rancid en un show de verdad. Pese a los altos nombres que se presentaban a esa hora en Lollapalooza, los californianos dejaban la nota alta frente a las 30 mil personas que los fueron a ver. Familias, generaciones cruzadas y flores que cada vez se marchitaban por el brutal sonido y el escuálido sol que se iba.
Deuda que se paga al tener a una de las bandas que resurgió el punk, en días que el pop, el sintetizador y las máquinas, eran parte del paneo de la industria mundial a finales de los años ochentas. The Offspring y Green Day representaban la segunda oleada del punk en el mundo, pero que tuvo como punto clave a los californianos de Rancid.
Presentación que se enmarca dentro de los altos números de festival, donde en un lineup con algo de flojera y de aires totalmente enfocados al público niño-juvenil, los estadounidenses vinieron a revivir aquel espíritu de grandes bandas que se hacen presente, pero también agregando la transversalidad en la calidad de música que hacen y en las nuevas generaciones.