Quienes hacen música tienen muy claro que interpretar una canción para grabarla en el estudio, es completamente distinto a todo el trabajo que involucra montar un espectáculo en vivo. Tejer una ilusión de ese calibre necesita un montón de tiempo, eficacia, conocimientos, habilidades y experiencia en el plano de lo técnico. Desde esos shows más rimbombantes y caros que traen las superestrellas mundiales, hasta los recitales más íntimos y minimalistas, todos necesitan esa meticulosa y titánica faena de luces, sonido, efectos especiales, escenografía, cableo y por supuesto la maestría desmontar todo antes de la próxima función.
Parte del oficio es saber que se trata de un trabajo tras bambalinas, por lo que claramente es muy limitada la sección del público e incluso de los mismos organizadores de estos eventos, que llega a reconocer el esfuerzo de los equipos técnicos. Pero eso al final del día puede dar lo mismo, e incluso es uno de los ingredientes para mantener la magia del espectáculo andando.
Lo que no da lo mismo, y que pasa frente a nuestros ojos de forma desapercibida, son las malas prácticas laborales bajo las cuales estos titánicos trabajos se ejecutan y que tras el inicio de la pandemia, han dejado al descubierto la vulnerabilidad económica, legal y laboral a la que están obligadamente atados los especialistas detrás de la performance artística.
“La verdad es que nosotros como rubro en general, y como asociación la estamos pasando sumamente mal, porque el 100% de nosotros está actualmente sin trabajo, y te diría que más del 98% está en esa situación desde marzo de 2020”, explica el productor técnico, sonidista, stage manager y presidente de la Asociación Gremial de Trabajadores de las Artes y Espectáculos (AGTAE), Carlos Huckstadt, quien durante más de un año ha estado liderando distintas iniciativas para solventar la profunda crisis económica y el abandono que enfrenta su gremio.
Al igual que para la gran mayoría de trabajadores irregulares, la pandemia congeló por completo el flujo de oportunidades laborales. Aunque el golpe viene desde hace un poco más atrás, en días de la revuelta social cuando las productoras prefirieron no arriesgar sus inversiones mientras ardían las calles y el país exigía cambios. “Veníamos un poco golpeados desde octubre (2019), porque se cancelaron muchas fechas, giras y eventos. Pero era parte de. No estoy de acuerdo con echarle la culpa al estallido, era algo que tenía que pasar. Era cosa de tiempo”, sentencia el dirigente gremial sobre los orígenes de la crisis en el sector.
El hermetismo de la “industria”
Las conversaciones con el gobierno han sido tan escasas como inútiles, y aunque las autoridades le pusieran algo de empeño, Carlos asegura que los cambios que se necesitan son profundos, y como muchas cosas en Chile, arrastran una serie de irregularidades que habría que atender antes de cualquier acción concreta a mediano y largo plazo. “No es tan sencillo de resolver porque la industria musical de por sí, siempre ha sido muy hermética. No existen políticas públicas, no existe algo que nos represente. Si bien el ministerio de Cultura nos dice que estamos representados por ellos, no cuentan con políticas públicas reales para nosotros”.
Esto último fue más que evidente durante el inicio de la pandemia, cuando se concretaron las primeras reuniones para los fondos estatales de emergencia para los artistas, donde ni la AGTAE, ni ningún miembro del gremio estuvo considerado. “Es algo bien ambiguo porque si bien los músicos son parte fundamental, nosotros también tenemos ahí un papel importante. Sin los técnicos, no hay cómo registrar, difundir, grabar o incluso mostrar la música. Por ese lado no se tomó en cuenta. Es bastante complejo”, explica el director técnico.
Sin embargo, no es solo la nula voluntad del gobierno la que limita generar beneficios, ni mucho menos establecer derechos, sino que es el propio circuito profesional del espectáculo el que complejiza cualquier posibilidad de cambio al normalizar contratos “en negro” o de palabra, que además de no cumplirse, son difíciles de denunciar por su poca formalidad. “Pasa mucho más de lo que uno quisiera, y de lo que la gente cree. Lamentablemente el rubro ha sido super hermético y en algunas cosas no se ha profesionalizado al 100%. Muchas personas están asociadas a nuestra red llevan muchos años trabajando en negro. Ese es uno de los temas laborales que más nos complica”.
Si bien, Carlos asegura que las condiciones han mejorado y el rubro se ha profesionalizado en muchos aspectos durante los últimos 10 años, la cultura de jerarquías y aprovechamiento sigue mermando la situación de los trabajadores. “Si no te pagan tus retenciones tienes que reclamarles a ellos, pero es un tema super engorroso y largo. Nos encontramos totalmente desprotegidos en ese sentido y el estado no tiene cómo amarrar legalmente a esas personas, lo tenemos que resolver nosotros. Y así pasan muchas otras malas prácticas más”.
Cada quien con su cada cual
Con la profesionalización y apertura del área antes de la crisis, también se erigió la pirámide jerárquica de eslabones para la realización de eventos masivos. De esta forma, pese a que la “industria” musical de Chile depende casi en su totalidad del trabajo independiente, organizado y colaborativo, Carlos señala que “antes de que pasara todo esto, cada uno velaba por lo suyo. Ahora están todos afligidos, la industria completa lo está pasando muy mal y por eso comenzamos a acercarnos, a conversar y alinearnos y se ha hecho”.
Ciertamente en una sociedad profundamente neoliberal, los beneficios de la asociatividad solo se hacen visibles cuando se transforman en necesidad. “Yo tengo la percepción de que como sociedad hemos sido sumamente individualistas en todo sentido. No es un tema relativo solo a nosotros, aplica es super lamentable porque la sociedad nos ha llevado a no cooperar, a no ayudar y todo el mundo se está ensimismando. Eso impide que podamos trabajar de mejor manera todos juntos”, reflexiona el presidente de AGTAE.
Esa falta de diálogo entre las partes que componen al circuito profesional de la música, es la que por omisión, permite las irregularidades laborales, pero en medio de la pandemia y sin señales de una salida útil, el gremio ha optado por priorizar a quienes más lo necesitan. En ese sentido Carlos profundiza, “creemos que los músicos tienen una deuda con nosotros, las productoras tienen una deuda con nosotros, el estado para decirlo, tienen una deuda gigantesca. Entonces, hemos pensado las cosas, y decidimos priorizar lo inmediato en ayudar. Luego habrá tiempo para sentarnos a conversar y aplanar un poco la cancha, porque este tipo de cosas no pueden seguir pasando.”
Con cerca de 1800 asociadas y asociados, la AGTAE ha enfocado todos sus esfuerzos en otorgar toda la ayuda posible a quienes la pandemia más ha afectado. Durante el 2020 y gracias a una metódica autogestión que permitió recaudaciones y eventos benéficos, se logró invertir en casi 300 cajas de alimentos y cerca de 100 giftcards. Además la organización cuenta con un botón de donaciones en su sitio web, donde todo lo recaudado va directamente en ayuda de los socios con más necesidades.
Toda estas situaciones, lamentablemente no son novedad y ni siquiera el mundo de las artes escapa a décadas de cultura laboral precaria, negligente y extremadamente capitalista. “No quiero sonar pretencioso, pero la situación de AGTAE es una muestra clara de cómo funciona el país, porque para muchas cosas no somos reconocidos por el estado, porque somos informales como mucha gente en Chile. La autogestión, es la única opción. Si hay alguna enfermedad, tienen que hacer Bingos o completadas para poder ayudar a su familiar. No somos una excepción a la regla, es lamentablemente algo bien común.”
Finalmente la empatía y la comunicación son las únicas vías que pueden conducir hacia un cambio. También es cierto que en general, el gremio profesional de la música chilena es bastante nuevo, y se ha levantado a pulso, por lo es que difícil atender todos los problemas de raíz y sus consecuencias que lamentablemente afectan profundamente a artistas, trabajadores y toda la diversa gama de áreas que permiten que hoy se pueda hablar de un potente circuito de música chilena independiente o la posibilidad de espectáculos de alta calidad. “Uno de los pilares dentro de la AGTAE es la conversación. Creo que es posible que entre asociaciones nos juntemos, y hagamos una fuerza en común. Porque lo que le pasa a otra persona en otra asociación, es lo que me pasa a mi”.