Son de esas noticias que no quisiéramos leer jamás. Este jueves, pasado el mediodía en Chile, medios estadounidenses golpeaban con una información que -nuevamente- remecería el mundo de la música: Chester Bennington, reconocido por ser el vocalista principal y líder de la banda Linkin Park, se suicidó en su residencia en Los Ángeles.
Una de las voces más icónicas del rock en el nuevo siglo, protagonista de la bien recordada era MTV, aquella que de la cual, los ahora denominados millennials, nos sentimos parte. Muchos de nosotros crecimos viendo el mítico canal, pegados a la televisión por horas esperando nuestra canción favorita, o simplemente encendiendo la radio, grabando por cassette las canciones que más nos gustaban y, que años más tarde, las descargaríamos por sitios ilegales, luego de que el boom de internet llegara a cambiar el mundo.
Es que estos artistas, que se caracterizaron por ser partícipes de la corriente “emo“, fueron los que se convirtieron en la banda sonora de nuestra adolescencia, una etapa en donde el dolor y la rabia formaban parte de nuestro consciente. Es por eso que ahora, con la muerte de uno de los íconos musicales de los inicios del 2000, una parte de nosotros también se va con él.
Chester, vocalista y cara visible de Linkin Park, era parte de esa historia, que añoramos cada vez que escuchamos algunas canciones en aleatorio, o que simplemente, siguen siendo parte de nuestra playlist en el día a día. Bennington, al igual que otros artistas, fue la voz que expresaba nuestros problemas, que interpretaba exactamente lo que estábamos pasando y que nos decía que no importaba que tan bajo estuviéramos, siempre se podía seguir adelante de la mano con su música.
El legado de Chester Bennington siempre quedará en millones de personas que disfrutaron de cada uno de sus proyectos, ya sea en su conocida trayectoria con Linkin Park, su lado más oscuro con Dead By Sunrise o en su breve paso con Stone Temple Pilots.
La voz de nuestra adolescencia se ha apagado, pero su música por siempre quedará en el recuerdo de sus más fanáticos.
Por Luz Venegas.