Dentro de los parámetros oprimidos de un mundo enclaustrado en cuarentena, la cultura club comienza rápidamente a parecer concepto de una vida pasada. Casi cinco meses sometidos a las restricciones por la pandemia del COVID-19, los locales nocturnos continúan cerrados y los fieles asistentes a la euforia del baile permanecen retenidos en sus casas, con la nostalgia y la ansiedad acrecentándose al pasar del tiempo.
Mientras trabajaba durante el último período en casa, Daniel Avery, enigmática figura de esta escena, logró capturar la extrañada esencia de la discoteca, creando de manera simultánea un soundtrack que refleja la profunda inquietud que permea el diario vivir en la era del coronavirus. Esta serie de dos partes, Love + Light, busca retratar la viva experiencia de una noche fuera en la ciudad, en búsqueda de la descarga física y mental mediante la pista de baile, y la despedida de la oscuridad a tempranas horas de la mañana siguiente.
En los momentos iniciales del álbum, “London Island” proyecta un panorama siniestro de abandono, el crudo sonido de las calles vacías y los destellos finales del sol extinguiéndose por completo. Inmediatamente después, “Dusting For Smoke” explota desde los parlantes, sus demoledores beats llevando en sí el espíritu del house baleárico, pero en una expresión trastornada, inestable.
Avery también conjura visiones de hiperrealidad con una estimulación sensorial que puede sostener, balancear, pero también amenazar con explotar en cosa de minutos. “Dream Distortion” juega con esos elementos, formando un fascinante y desorientador patrón de ida y vuelta. La monumental “Searing Light, Forward Motion” no inspira tanto moshpit en la cancha como más bien da ataque, desintegración y cataclismo, todo esto exprimiendo las posibilidades del drum ‘n’ bass y el anómalo sonido acid hasta su expresión más cruda.
De vez en cuando, la primera mitad de Love + Light arroja pequeños respiros como “Katana”, un adorable arreglo de arpa cubierto en una proliferación de blips nostálgicos. “Darlinnn” se encarga de restaurar el ambiente del movimiento físico, su pequeño beat persistente desarrollándose y mutando en un auténtico acto de trance hipnótico. “Infinite Future”, tema de clausura de este ciclo, obtiene el mismo efecto en un impresionante ejercicio de retención y liberación de la tensión musical.
Si tan solo la segunda mitad del álbum lograse estar a la altura de la primera. Y no es que el compositor no tenga las canciones para conseguirlo. El disco dos comprende en su totalidad seis números de ambient que denotan su maestría en el género, pero cayendo en un unísono aturdidor que disminuye su impacto y carece de la dinámica que hace del disco uno una experiencia memorable.
“After The Fire” parte esta cara de la moneda con un ligero tropiezo. Distorsión y brutalidad abrazan la estática armonía, pero sin variar demasiado, eventualmente dejando una impresión escasa. Tal es el caso para tanto “Fuzzwar” como “Pure Life”, sus interpretaciones debilitadas por la falta de energía, al punto en que este tramo se oye como una colección de descartes con dispar calidad.
Mucho más exitosa es “Into The Arms Of Stillness”, que resalta por la belleza de su dulce patrón melódico, heredero de la tradición más atemporal y etérea de Boards Of Canada. De igual manera, “A Story In E5” quema a fuego lento, brindando una resolución emotiva que enriquece su potente melodía con cada segundo. Ambos instrumentales representan lo más fuerte de esta secuencia, reteniendo el elemento ambient que Avery sostenía en su proyecto anterior, Song For Alpha (2018), y empujándolo en nuevas e intrigantes direcciones.
Para el cierre, “One More Morning” recoge el ritmo y lo acelera manteniendo la atmósfera del segmento. El eco de los teclados empapa el inestable beat, evocando los albores de la mañana en un esplendor invernal. Si bien a este punto, el disco se ha quedado por más tiempo del necesario, “Morning” proporciona una efectiva despedida que le otorga una cualidad cíclica a las composiciones presentes.
Love + Light levanta sentimientos encontrados. Por un lado, no podemos ignorar el esfuerzo y la dedicación de Avery, elaborando y publicando este trabajo en tiempo récord durante un año que ha descarrilado las intenciones creativas de múltiples artistas. Por el otro, este set de canciones nunca termina de ilustrar su propio sentido y significado, y sufre una importante pérdida de equilibrio en su formato de álbum doble.
Una cosa sin embargo queda clara, y es que en medio de estos 14 cortes figura parte de la música más magnética y vital en la carrera del productor de Bournemouth, evidencia clara de una pluma que continúa desarrollando sus idiosincrasias con fuerza. Love + Light manifiesta su realidad tanto entre las cuatro paredes del club, como también en el salvaje aturdimiento del día a día, y aunque a ratos defectuoso en su ejecución, tiene suficientes trucos bajo la manga para cautivar y confundir en igual medida.