En la primera muestra del regreso de Disclosure a las andanzas se introduce una voz bastante familiar. Eric Thomas, hablador motivacional que acompaña a los hermanos de Surrey en los primeros momentos de su clásico moderno Settle (2013), hace un inspirado regreso en el tema que da título al tercer álbum de los productores, convocando a les oyentes a darlo todo en sus vidas. “Sé que aún no han alcanzado lo mejor de ustedes”, comenta, en una frase que suena conmovedora, empática a la luz del contexto mundial que nos rodea.
Justamente, la motivación por alcanzar tu máximo potencial es el fuego interno que conduce a ENERGY, la nueva placa de Guy y Howard Lawrence. En esta apuesta, los esfuerzos se concentran en recapturar la garra y la vibra urbana que da vida a sus mejores composiciones, pero además, incorpora un ambiente de internacionalidad, un sentimiento de representar la diversidad cultural y rendir honor a la influencia de los sonidos africanos, orientales, latinos, entre otros.
En ese mismo aspecto, ENERGY sigue la misma ruta planteada por Ecstasy, el EP debutado por los músicos a principios de año. Pero también, en múltiples formas, esta apuesta pretende servir como una corrección de rumbo, luego que su predecesor, Caracal (2015) apuntara por la accesibilidad pop, perdiendo la espontaneidad y naturalidad cosmopolita que abunda en sus mejores creaciones.
La selección de invitados es inspirada, pertinente a la iniciativa de los DJs de servir sus pistas como un vehículo de exposición para el arte musical multicultural. Portavoces del house (Channel Tres), el R&B / soul (Kelis, Syd y Kehlani), el hip hop (Aminé junto a Slowthai, Common, Mick Jenkins), y representantes del continente africano (Blick Bassy y una Fatoumata Diawara que regresa después de la fascinante “Ultimatum” en 2018) son activos partícipes en esta entrega.
Pese a ello, los resultados son mixtos. Esto principalmente radica en problemas de secuencia a lo largo del elepé, una evidente falta de propósito que unifique la dirección del material más allá de la diáspora de sonidos globales, y algunas composiciones que no reflejan las fortalezas y capacidades verdaderas de sus colaboradores. Es posible hasta distinguir en ENERGY un cierto grado de autopiloto, a medida que pierde potencia durante la segunda mitad, ilustrando que quizás los hermanos Lawrence no se han recobrado del todo de su tropezón de segundo álbum.
En un espectacular acto de ciclo completo, Kelis, quien fuera sampleada por el dúo en el extraordinario intervalo “Second Chance” siete años atrás, ofrece sus vocales al percutido “Watch Your Step”, un corte intencionalmente poco pulido que late con gran energía e impulso. Desatando la diva del baile que sabe que lleva dentro -y que queda clarísimo en su propia y excelente joya del 2010, Flesh Tone-, Kelis encarna la pasión liberadora contenida en la seducción de la danza y el movimiento físico, perfilando el relato de la discoteca como un oasis.
Con sus sensibilidades distorsionadoras del tiempo, “Lavender” funciona alternando entre cápsula del tiempo noventera y un fresco desarmador de caderas que resulta irresistible gracias a la hipnótica interpretación de maestro de ceremonias realizada por Channel Tres. Este número da paso a la demostración infecciosa de energía juvenil en “My High”, comandada por unos Aminé y Slowthai que se disfrutan a sí mismos en calidad de comediantes stand-up, sobre el violento y efusivo beat. “No me eches abajo”, demanda Aminé, y sabes que sus palabras no son tanto exigencia como lo son un decreto.
“La frustración sobre el potencial desperdiciado se hace evidente en el cierre de la jornada”
El primer resbalón viene con la descafeinada “Who Knew”, pero el estímulo se recupera rápidamente en la jubilosa “Douha (Mali Mali)”. Poseedora de un timbre vocal fantástico y una interpretación digna de leyenda house, la sensacional Fatoumata Diawara canta con amor en el corazón sobre su país de origen, Mali, en un giro inesperado que resulta revitalizante y conmovedor al mismo tiempo. “Douha” representa la esencia de dos artistas con diferente procedencia, sacando absoluto provecho a su encuentro de dos mundos. “Fractal” redondea la primera parte del disco con un encantador y relajante arpegio glitch que lleva matices del difunto, icónico J Dilla.
A partir de ese punto comienzan los problemas. La producción singularmente muda de “C’est ne pas” falla en levantar una, por lo demás, fantástica ejecución vocal del cantautor camerunés Blick Bassy. En lugar de entregar un contraparte para balancear el dinamismo de las canciones anteriores o continuar en la senda eléctrica de los números bailables, “C’est ne pas” resulta lamentablemente anodina en términos musicales, no ofreciendo nada más que una escala de grises a unas suaves y aterciopeladas vocales que se hubiesen beneficiado de instrumentación más ostentosa.
En ningún otro momento la frustración sobre el potencial desperdiciado se hace más evidente que en el cierre de la jornada. “Reverie” lleva en sus credenciales la sabiduría en las reflexiones de Common, un grande del hip hop alternativo, contando además con una producción inmaculada, de ensueño, digna de un gran final. Pero en un abrir y cerrar de ojos, la pista cierra en dos minutos, sintiéndose como un interludio más en un álbum al que ya le sobra uno, dejando el característico sabor amargo de un trabajo realizado a medias.
ENERGY deja a Disclosure un poco varados en la incertidumbre, sin una clara distinción de cuáles podrían ser los caminos a tomar. Como set de canciones, resulta desequilibrado, indeciso de lo que busca comunicar, extrañamente conservador para un proyecto que definió gran parte de la electrónica en los 2010’s. Aun así, es posible encontrar en dos momentos finales de la sesión algunas señales para lo que puede venir a continuación.
Envuelta en una asombrosa sección polirítmica persiguiendo unos distantes y palpitantes teclados que se sienten como disparos de láser, la progresiva “Energy” se siente como una prima cercana de la memorable y arriesgada “When A Fire Starts To Burn”, número de apertura del ya mencionado Settle, inyectando una dosis fundamental de vigor a la secuencia final del álbum. Por otra parte, “Birthday” hace gala de su gustosa fusión de R&B y UK garage mientras los turnos vocales se distribuyen entre una cuidadosa Syd y una expresiva Kehlani, que se arreglan para brindar dos de las performances vocales más deliciosas en toda la colección.
Con todo esto dicho, a vista de sus propias carencias, esta placa resulta ser una propuesta disfrutable, amena, sus mejores momentos sugiriendo que hay espacio de mejoría para los hermanos Lawrence. La selección de influencias y colaboradores sigue dejando en claro la fineza y buen paladar musical del dúo, mientras que sus técnicas de composición y producción se expanden, lentas pero certeras. ENERGY no será el regreso que devuelva a Disclosure a la gloria de sus comienzos, pero sí es un ejercicio de reconexión, absolutamente necesario y lleno de la crucial vitalidad que los define.