En medio de la crisis sanitaria, donde todo es incierto, donde cada día es igual al anterior, pero que no se sabe con certezas si realmente mañana será tan igual que hoy, Denisse Malebrán se aventura a lanzar un single que nos vuelve a poner los pies en la tierra, nos vuelve a poner las cosas en perspectiva y recordamos que el ser mujer es una lucha diaria, que el machismo se ha llevado a más mujeres que cualquier pandemia, y conmemorando a nuestras muertas nos recuerda que: “Gabriela está muerta, juzga su inocencia”.
La variable catártica teñida con la esencia crítica sobre los estereotipos de género, es la ecuación argumentativa que motiva a Denisse a componer Vals, tercer sencillo del nuevo disco de la cantante, y nos comenta que “Siempre quise escribir sobre lo duro que fue para mí ser niña y lo duro que ha sido para muchas mujeres ser mujer en el fondo, con todas las limitanzas que eso tenía. Pero nunca le puse un nombre, nunca fue como ‘Ahh… voy a escribir una canción feminista’, no para nada, como que la música me llamó para escribir sobre esa vivencia que es personal, pero que también es compartida”.
En esta disección narrativa, la elección del título de este track no fue al azar, sino más bien fue una apuesta crítica que se vincula directamente con nuestra relación con la cultura, las construcciones sociales y el machismo hegemónico “le quise poner finalmente vals porque para mí representaba una escena muy tétrica, como esta cosa de tener, no sé… siempre desde las películas como más antigua como muy del amor romántico tan bien vendido, una especie de príncipe azul. Pero, por otra parte, el cómo nos relacionamos desde nuestra sociedad con ese baile de salón, que poca gente lo baila en sus fiestas, pero como que la única cercanía que tiene, es cuando vas a un matrimonio, cuando ves que viene el vals, esta escena del siglo pasado, en que el padre entrega a su hija a un hombre, y eso me parece tan raro que siga ocurriendo”.
Siguiendo en esta propuesta crítica, la encargada de darle la voz a Saiko, nos comenta que el vals, como tradición cultural propia de la religión católica-occidental, sigue siendo un punto de inflexión al momento de repensarnos y desaprender determinadas toxicidades propias de los constructos sociales, y sobre esto agrega que el vals “sea visto como un acto, casi un ritual, como con la aprobación social, todavía me parece muy raro que nadie le haya puesto ojo a que es algo muy raro, que alguien crea que la hija es de un padre, uno no es de nadie, de hecho, los hijos no son de uno, así lo creo yo; ni mis hijas son mías, ni de nadie, cashai”.
Otra de las variables que emergen como motivación al momento de componer esta pieza clave dentro de su carrera como solista, es la conexión que tiene con sus hijas “partí escribiendo con la Emilia y la Estela, la Emilia es mi hija y la Estela es mi hijastra, tienen la misma edad, y como que casi el tema se los escribí a ellas, como tratando de dejarles una enseñanza distinta a la que tuvieron conmigo, y es totalmente distinta, porque en realidad son niñas a las cuales jamás hemos sometido a nada (…) se le respeta la identidad, pero de ninguna forma podría decirte que una forma es la correcta y otra no. Y como que por ahí partió el tema, como que se los escribí a ellas, y de ahí los nombres que se van relacionando con distintas temáticas, obviamente Gabriela es el corte final, porque es el símbolo del femicidio, donde sabemos que aún muerta una mujer, se le sigue cuestionando, o sea ‘¿que tan inocente era?, ¿qué habrá hecho?, ¿dónde estaba?’, entonces como que cierra un poco el tema de que desde chiquitita te ves enfrentada a cosas que son inocentes, si tu las miras como desde la formación más básica, pero que termina siendo catastrófica finalmente en la construcción que le creas a hombres y mujeres de las diferencias entre hombres y mujeres”.
Bajo este panorama, resulta casi imperativo no dar cuenta de que uno de los puntos más transgresores que posee este sencillo, es la personificación de las problemáticas de las mujeres asociadas a la estratificación de género, y el deber ser mujeres en contexto de sociedad patriarcal, y sobre esto Denisse señala que los nombres referenciados en el tema están “Muy relacionadas a mis experiencias personales como Denisse, pero que si lo llevo a un terreno muy cortito es como que se extrapola a todas, porque a todas nos ha pasado algo muy similar, y que lo sigo viendo en niñas. Porque yo parto escribiendo pensando en estas niñas de ahora, pero yo todavía escucho que a una niña como Telma se le dice ‘Eso no es de niñita, eso no lo hacen las niñitas’, pensando también en como se construye finalmente la imagen femenina, pero también de pensar que por ejemplohasta el día de hoy todavía ocupan falda y jumper para ir al colegio”.
“¿Porqué a una niña le pides que no juegue como juega un niño hombre?, o sea, qué hueá más ridícula, si son niños, deberían estar trepando, saltando, corriendo, detrás de una pelota, lo que sea. Entonces creo que siento que eso sigue siendo muy violento en términos lógicos. Que una niña no se la deje actuar como niño, sino que tenga que ser automáticamente una dama, una señorita, uno no sube la pierna, uno no ocupa tal cosa. [También] se relaciona mucho con ciertas personas, por ejemplo: la Telma es la hija de un amigo mío, es súper chascona y me encanta (…), y yo siempre la molesto, y obviamente la mamá inmediatamente la peina, y yo amo que ande con su chasca al aire, entonces me encantó eso de ‘qué indecencia’, porque en fondo, como que se asocia un tipo de peinado, un tipo de vestuario a la decencia de las mujeres, cosas muy del siglo pasado”.
Muy ligado a estos espacios de tradición patriarcal, es que Denisse Malebrán nos cuenta que la violencia simbólica también está presente dentro de los espacios musicales agregando que “Siempre me pareció tan ridículo que se me juzgara primero como mujer y después como músico. O sea, todas las críticas que he recibido a lo largo de mi trayectoria no han sido como músico, ni como cantante, las críticas no han venido desde el ‘Oye esta mina que canta mal, que toca mal o que fome sus canciones’, todos los juicios y los insultos que he recibido, los he recibido por ser mujer: ‘Oye esta mina que es macara’, ‘Esta mina tiene hijos de papás distintos’, ‘Esta mina anduvo con un compañero de grupo’, entonces ya no era con uno, era con todos. Entonces finalmente, todas las agresiones que he sufrido durante 20 años o más respecto a mi rol público, se relacionaba con el hecho de ser mujer, no con el hecho de ser músico; porque la verdad es que eso no apelaba a que tan buena o que tan mala era en mi trabajo, sino que, ‘esta mina no me gusta como es porque en realidad opina mucho’, ‘tiene participación en ciertas cosas que no le corresponden’ y definitivamente, el primer castigo que recibimos todas las mujeres, que recibimos desde muy niñas, es “puta”. Porque cuando en realidad te quieren desacreditar, la cosa primaria siempre parte desde tu sexualidad, entonces, siempre vas a ser puta, aunque tu te esfuerces en justificarte o no, y decir “Yo me meto con medio batallón si quiero”, como sea, siempre el castigo va a hacer asociarse a una vida licenciosa”.
Situadas ya en las problemáticas propias de los estereotipos de género, es que emerge otra temática propia del contexto laboral, siendo este la división sexual del trabajo. Sobre esto, nos comenta que la música también es un espacio de opresión para las mujeres que buscan conciliar la vida personal con el mundo laboral, siendo este uno de los antagonistas más grandes en la vida de la cantante “Yo partí siendo mamá, y eso significó ver perjudicado mi trabajo en muchos aspectos porque definitivamente no es un mundo que está hecho para ser madre de la concepción de que tienes que participar en muchas cosas que están fuera del horario ‘lógico’, en el cual se supone que las mamás ya tienen que estar en la casa. Entonces, yo creo que discrimina, pero también creo que se discrimina a la mujer en todo aspecto, en horario posterior a la oficina es reconocido como ‘trabajólico’, como bien visto, un hombre que es muy admirado en su trabajo, pero si una mujer tiene que viajar, por el motivo que sea, no solamente en el mío como música, en cualquier ámbito, siempre va a existir un cuestionamiento dese los colegios, de la familia, desde el entorno cercano, desde los vecinos, siempre el juicio apela a la madre, muy rara vez apela hacia el padre. Entonces, por supuesto… yo no recuerdo que hayan preguntado a ningún colega que trabaja conmigo ‘quién le está cuidando a los hijos cuando anda de gira’, pero a mí me lo han preguntado siempre, o el primer interrogatorio, reunión de apoderados, reunión de padres es ‘¿y tú cómo lo haces con las niñas?, ¿quién te cuida a las niñas?’, esa es la primera pregunta. (…) Porque en Chile no hay peor ofensa que ser mala madre, esa hueá está casi al mismo nivel de ser puta, ¿cashai?. Como que Mala madre es el insulto que viene después de puta”.