Festival En Órbita este pasado 16 de Diciembre nos brindó momentos inolvidables, que orbitan entre lejanos paisajes del cosmos. Uno de estos acontecimientos fue exactamente Holy Wave, quienes directamente desde Texas acoplaron toda aquella colorida lisergia para ofrecer una sofocante y temprana presentación en el Stage Sputnik. Desde cortos y dulces pasajes armonizados hasta un cierre exquisitamente drone, el quinteto hizo de su debut uno certero y narcótico.
Originalmente desde El Paso, Holy Wave detalladamente combina fluidas formas de el sagrado sonido surf, riffs que apuntan al drone y vocales grupales que tanto nos persiguen como armonizan con suavidad. La banda se mudó a Austin, la capital de Texas, para lanzar “Knife Hits“, “The Evil has Landed” y “Evil Hits“, una compilación de tracks seleccionados de los lanzamientos previos de la banda y su primer lanzamiento bajo The Reverberation Appreciation Society. Su segundo LP “Relax” fue lanzado el 2014 y vio a Holy Wave expandir tanto su sonido como sus integrantes, grabando por primera vez como un quinteto.
Holy Wave han regresado el 2016 con su tercer LP de estudio “Freaks of Nurture“, lanzado el 11 de Marzo de aquel año. Esta magistral producción fue grabada en Cacophony Recorders en Austin por Erik Woffors, quien además ha trabajado con Explosions n the Sky, The Black Angels y My Morning Jacket. En lo que ha restado del 2016 e incluyendo este 2017, los texanos se han adentrado en extensos tours por sus tierras nacionales como a nivel internacional, llegando a abrir los shows de la excelencia lisergica de GOAT y también Psychic Ills.
Desde el 2011 han sido parte de cada edición del Austin Psych Fest, desde sus shows en vivo hasta abrir su propio carro de comida en el festival. Los hijos pródigos de Austin se insertan como una potencia lisérgica colorida, ahondando en la privación sensorial que despliega su sonido. Holy Wave es: Ryan Fuson, Kyle Hager, Julián Ruiz, Joey Cook y Dustin Zozaya.
Este sábado, el quinteto texano se adueñó del escenario del Planetario apenas DZ Deathrays se bajó. Podíamos ver muchísimos minutos antes como preparaban su escenario, testeaban micrófonos y hurgaban en sus posibilidades. Cuando la hora llamó, Holy Wave ya estaba en comodidad entre su pequeño pero denso público chileno. Con un setlist fresco y recién armado en una hoja de cuaderno, arrancaron sin temores con «Habibi«. Con una máxima armonía vocal, nos evocan las primeras premisas de su lisérgica jornada, atravesando voces sobre voces, guitarras sobre guitarras, Dustin lideraba las voces mientras nos sumergíamos en aquella ventura.
«Do You Feel It?» del atemporal LP «Relax» le sucedió, esta vez a manos de Kyle en voces y teclas. Un suave y narcótico bajo nos deslizan hacia unas primeros versos sumergidos en capas, atacando desde la dulzura y la lentitud, lisergia en cámara lenta que nos devuelve ciertos patrones de los sesenta. «Western Playland» fue el siguiente ataque. Un ataque desde su último LP que arrancaba como un pasaje inesperadamente feliz, cargado de aquellas olas sintéticas y melódicas.
Hacia el quinto tema de la velada, Kyle le dedica «Wet and Wild» a nadie menos que a Violeta Parra, artista que se ha descrito como un gran referente latinoamericano para el músico. Con un sin fin de «Lalalas» el quinteto nos hacía flotar con guitarras infestadas de melodías agridulces, un bajo desesperado y más armonías que se deslizaban desde Dustin y Kyle. «How Was I Supposed to Know» llegó para explotar en las más angustiantes teclas sintetizadas, sumergidas en guitarras nostálgicas y perdidas en olas de trance colorido.
La combinación «Son of Sound» + «Buddhist Pete«, los temas de cierre fue sin duda alguna el peak de las olas sagradas. Desviados desde un -quizás- krautrock narcotizado, nos alcanzan con dos temas extremadamente salvajes. Gritan lisergia desenfrenada, derriten colores y revuelven estómagos. Un cierre que intensifica nuestros anhelos más salvajes.
Con nada más que 10 temas en una hora Holy Wave debutó en tales galácticos escenarios chilenos. Desde múltiples temas dedicados hasta pasajes que se derretían como acontecimientos drone, los texanos no cesaron. Con una hora no logran saciar nuestra sed por más lisergia desértica, pero es justamente en aquel deseo es que nos dejan aquella intensa hambre. Con analgésicos musicales por excelencia atraviesan cada uno de nuestros cuerpos en extremo trance, se acercan desde la calidez y desde sus propias pasiones.
Holy Wave apareció como una excelencia lisérgica real y cercana. En cada rincón del festival podíamos encontrarnos con un miembro de HW, deslizándose como espectadores del resto del cartel. Un show real que destellaba los más intrincados elementos psych, coloridas paletas melódicas y atrevidas secciones rítmicas. Las sagradas olas de El Paso inundaron los pasajes del Planetario con una lisergia de extrema sensibilidad.
Un extracto de la reciente entrevista con Holy Wave podría describir lo acontecido en Órbita:
«Un experimento en donde los límites entre artista y fan se vuelven difusos«.
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