El 2019 Briceño lanzó tres discos, sí tres discos. Claramente la cantidad no es relevante, la calidad es lo que importa, sin embargo los tres son de lujo. Pero hay uno especial: “Briceño contra las cuerdas”. En donde la voz principal de lo que alguna vez fueron los Fother Muckers ahora baila en la salsa de una Orquesta, al más puro estilo de Juan Gabriel – no tan bíblico claro, pero con una referencia obvia –.
Se acompañó de Francisco Rojas Moreno, tecladista de los Ases, quien dirigió la Orquesta integrada por él mismo en guitarra, Juan Pablo Wassaff en batería, el contrabajista Patricio Rojas, las violinistas Anemarie Orth, Priscilla Valenzuela, Montserrat Prieto y Mariel Godoy, los chelistas Valentina del Canto Godoy y Jorge Caro, el flautista Diego Vieytes, el clarinetista Pablo Valdés y el cornista Sebastián Lizana, se denominaron la “Orquesta Moreno”. Son un total de 10 canciones, seis compuestas por Briceño, tres por Rojas (los dos puentes del álbum del cual le estamos agradecidos, ya sabrás por qué, y el último track “Despedida”), más un cover a “Porque te amé” de Patricio Manns.
El disco lo tenemos considerado como uno de los mejores del año pasado (cuarto en el Top 10). Pero lo que nos convoca ahora no es el álbum como un todo, sino solo su sexta canción: “La cabaña”, una canción gloriosa, una historia de terror ambientada con melodías al más puro estilo de Heidi. Un cambio de casa a un cabaña en donde habitaba una presencia extraña. La historia transcurre con mujeres que habían sido perturbadas por este ente, pero el protagonista de esta historia solo sufre desilusiones al no tener contacto alguno.
“Siempre uno piensa al demonio en masculino”
Son un poco más de siete minutos de duración, una obra dividida en actos que están prolijamente acompañados por la Orquesta Moreno, con melodías que te bañan en suspenso cuando las mujeres comentan sobre esta presencia y te embalsan en una tranquilidad de campo, de vientos y pájaros cuando el protagonista reflexiona sobre este ser que no quiere aparecer cuando él está habitando la cabaña.
Luego de meses sin interacción, la presencia extraña se deja ver frente al protagonista, al parecer los contactos y las perturbaciones solo estaban dirigidas a mujeres. Y “Entonces se calló, el aire se endureció. Entonces comprendí, que estaba interesándose por mí”.
Luego de eso, las interacciones ocurrieron con mayor frecuencia, él comprendió que este ser se estaba interesando físicamente por su persona, la relación interdimensional le da el clímax al relato cuando la opresión sobre el pecho comenzó a ser real: “se hace tejido carnal, se hace dueño y se hace esclavo”, la transpiración se hizo agua y el cuerpo se hizo peso, la carga ya era excitación y el coito era real.
“La carga ya era excitación y el coito era real”
Es un relato extraordinario que bien podría tener una versión en obra de teatro, la capacidad creativa detrás de está canción es sobresaliente, obviamente algunos podrían banalizar el tema y pensar que simplemente es Briceño teniendo sexo con un fantasma, pero es más que eso, es un cuento con un desarrollo más que singular el cual está ambientado de forma excepcional por la Orquesta Moreno, solo escúchalo. De todas formas, pienses lo que pienses, luego de esta canción es necesario tener un descanso, y con justa razón, el segundo puente del álbum te da ese espacio a la reflexión… o a la asimilación.
¿Quién es el protagonista? Posiblemente, la respuesta que más adeptos tiene es que es el mismo Briceño, pero la especulación es innecesaria. Aunque un punto a favor para esa teoría es este extracto de entrevista con la radio Universidad de Chile en donde el As Falso comentó (haciendo referencia a su proceso de composición): “Imagínate, ¿qué es esto? Me gano la vida con puro humo, con cosas que salen de mi cabeza en la noche, en la cabaña. Después voy a la casa de un amigo, conectamos cables para registrar digitalmente esta idea y luego se le hacen arreglos. Ya lo tenemos naturalizado, pero no es una actividad prehistórica. Es bien nuevo, en realidad” .