Cuando el inicio de tu carrera logra de cierta forma, imponer la tendencia de “cómo debes hacerlo”, ya tienes la mitad del trabajo hecho, y a menos que tus siguientes tareas quiebren las leyes del buen gusto – sin la intención rupturista de querer hacerlo – lo que queda es solo desafiar tu propios límites.
Bajo esa premisa, y teniendo en cuenta que “Born To Die” irrumpió categóricamente en la lánguida escena pop de inicios de esta década (no quitamos créditos al disco homónimo), la “Lujuria por la Vida” de Lana del Rey, se queda un poco en lo obvio de sí misma. Este cuarto larga duración, si bien posee un trabajo de producción impecable y es tal vez el disco mas “Lana” de toda su bien recibida discografía, tras seis años en lo alto de las listas de reproducción, podría resultar algo tedioso. Tanto en lírica como sonoridad, el disco pareciera no funcionar del todo para un público que no sea derechamente su fanaticada más enérgica.
“El problema recae tal vez, en el abuso de ese personaje”
De hecho, la propia Lizzy Grant adelantó a meses de “Honeymoon” que esto se trataría de un trabajo para los fans y cumplió a cabalidad, pues más dueña de su estilo que nunca, la neoyorquina supo utilizar sus recursos: el fetiche por un distópico Hollywood realista y nostálgico, junto a una sonoridad cinematográfica, solemne y sensual.
El problema recae tal vez, en el abuso de ese personaje, que si queremos ser muy críticos, se transforma en una caricatura, y aunque nunca llega a niveles ridículos como los de por ejemplo, Genne Simmons, si nos deja sedientos de que Lana le de una vuelta a su propio talento, y nos den más ganas de amarla.
Y oye, definitivamente “Lust for Life” no es un mal disco, tiene sus joyitas.
“Love” es el tema de apertura, y bueno, musicalmente tiene todo ese no se qué de el romanticismo que hay detrás del sufrimiento amoroso o relaciones trágicas, traducido en una cadencia de voz y orquestación que entendió bastante bien las intenciones de canciones como “Summertime Sadness” o “BlueJeans”. Este discurso se mantiene en la primera triada de tracks, con “Lust For Life” que acompañado de The Weeknd, puede encantar o aburrir, dependiendo de si te sumerges en la mística de Del Rey y disfrutas o no de los falsetes – indudablemente bien puestos – del canadiense. Lo mismo con “13 Beaches”, una lucha entre su fama y el amor, que tal vez líricamente puede ser simple, pero es donde más destaca el estilo musical de Grant, antes de adentrarse en lo debatible de su álbum: ¿Trap?
Obvio, Lana no es Bowie. Que ella experimente con el sonido que es, indiscutiblemente lo imperante en la industria, resulta ser más que una buena apuesta, y aunque pudo ser muy arriesgado, afortunadamente, en los siguientes cuatro temas logra una acabada combinación de su ecléctico pop, con el trap de sus colaboradores.
Así, poco a poco este recurso se encaja en el disco como la novedad de su trabajo. Comenzando con “Cherry”, donde Lana domina, pero entregándose lentamente en “White Mustang” con esta nueva faceta, llegando a una conexión completa en “Summer Bummer” y “Groupie Love”, donde A$ap Rocky y Playboi Carti hacen un acto de presencia más que interesante.
Ya para la tercera triada del Lp, este trap cohesionado al sello de Grant, vuelve lentamente a su formato original, aunque coqueteando delicadamente con bases del trip hop de vieja escuela.
Si bien “In My Feelings” puede ser uno de los temas que pasen más desapercibidos, “Coachella – Woodstock In My Mind” y “God Bless America” logran dar a entender mejor esa intencionalidad sonora, pero dejando mucho que desear respecto a una lírica poco ocurrente, que no escapa de su fórmula clásica, y que de hecho, ni siquiera pareciera intentar acercarse (o sea, ni de lejos a propuestas como National Anthem).
El feat con Stevie Nicks, cae un poco en lo mismo y ya a esta altura de la placa, donde cada canción dura por lo bajo 3 minutos, queda bastante bien la idea de que es para fans. Sin embargo, Lana nos da una cachetada con “Tomorrow Never Came” donde es acompañada por el hijo de Yoko y John, Sean Ono Lennon. Un regalo por el que teníamos que esperar, pero que valió completamente la pena.
Finalmente la última triada de “Lust For Life”, es una ola de lo que Lana Del Rey mejor sabe hacer. En “Heroin” todo es un constante crescendo de voces, arreglos y ambientes que en su último tramo se mantiene firme y seguro. “Change” un juego constante de piano y voz, donde Lana nos relata con su canto sobre sus ansias de autoconvencimiento y el empoderamiento de si misma.
El disco se despide con “Get Free”, una muy buena elección, considerando que no necesariamente existe una conexión narrativa entre tracks. Guitarras sutiles, voz solemne y un entretenido beat de onda surfer con el que Lana se despide sonriendo como en la portada de este disco.
Finalmente “Lust For Life” no es más de lo que prometió ser, pero tampoco menos de lo que Lana Del Rey es capaz de entregar en cada producción. Da la sensación de que si decide jugársela, sin necesariamente reinventar su propio sello musical, podría dejarnos a todos más que sorprendidos.
A Lana del Rey podremos verla nuevamente en Chile el 27 de marzo en la décima edición de Lollapalooza Chile. Aún quedan pases disponibles aquí.