Los hermanos Gat, Aryeh y Gil, crecieron en la cuidad de Eilat, Israel. Una ciudad playera en el sur de Israel donde los turistas por lo general llegan en masa a pasar vacaciones en sus cálidas playas y disfrutar de sus hermosos mercados y vida nocturna.
Fue en aquella cuidad que los hermanos Gat, hasta ahora totalmente desconocidos en el mundo del rock, que desarrollaron su amor por la música moderna aunque eso significará literalmente ir en contra de su pueblo y religión.
Al pie del Mar Rojo, escuchando a The Beatles, Pink Floyd y Eric Clapton supieron encontrar la pasión por la música rock en general. Antes de pasarse al lado ortodoxo de la fuerza hace 16 años, Arie aprendió a tocar la guitarra y más tarde se convirtió en un batería profesional. Gil pasó algún tiempo en Nueva York tocando en clubes de jazz y bares de blues.
Ya convertidos en rabinos ultra-ortodoxos, los Gat empezaron a tocar en las calles de Jerusalén, particularmente en la famosa Ben Yehúda, con el casquete de la guitarra abierta para recaudar un par de monedas que les dieran de comer.
Los rumores dicen que lograron vivir de eso en su momento. Durante un par de años reunieron una buena base de fans lo suficientemente grande como para que en 2013 los productores del show de talentos más popular de la televisión en su país les echara una llamada y los reclutaran para el programa.
Los Gat se convirtieron en uno de los participantes más queridos de Rising Star, y su desempeño confrontó a la sociedad israelí con una serie de cuestionamientos milenarios. ¿No estará prohibido para un par de ultra-ortodoxos escuchar canciones de Pink Floyd? Los hermanos Gat declararon que no. Según reportó AP en su momento, los hermanos explicaron que no estaban haciendo nada fuera de la regla, que habían consultado con sus autoridades religiosas y que en lo que ellos hacen hay mucho amor. “La música derriba todas las barreras entre las personas seculares y religiosas,” explicó Gil.
Por ahora se desconoce qué tal va la vida musical de Los Gat, ya sea si existe algún contrato discográfico en sus vidas o al menos la mera posibilidad de crear algo profesional. Este par de señores barbudos que hacen covers de un rock viejo que alguna vez fue subversivo, es solo un acto simpático desde la superficie. Un par de músicos que van en contra de unas religiones más densas, por decirlo de una forma sutil, que existen en el planeta tan solo por el amor a la música.