Este miércoles 15 de julio se llevará a cabo la 5ta edición de los Premios Pulsar. Organizados por la Sociedad Chilena del Derecho de Autor (SCD), esta ceremonia se enfoca en reconocer los pesos pesados, innovaciones y sorpresas en el mundo de la música chilena durante la mayor parte del año pasado. Naturalmente, la producción de dicho evento se vio afectada por la pandemia del coronavirus, aspecto que les conduce a modificar su formato y ejecución.
Para esta ocasión, Maifersoni cuenta este año como uno de los artistas destacados de la jornada, obteniendo nominaciones en las categorías de Mejor artista rock y Artista del año. El proyecto personal de Enrique Elgueta recibe estas distinciones en el marco de un período históricamente convulso para el país, sufriendo el apagón de un necesario estallido social debido al azote de la cuarentena. “Es un momento difícil”, expresa al respecto el músico. “No es fácil de definir”.
Enrique aborda el proceso del confinamiento con la certera honestidad de aquello que implica. “La dimensión psicológica del encierro ha sido lo más angustiante”, comenta. “Esto de ser testigos inútiles de malas noticias todos los días es exasperante e irritante”. Sus dardos apuntan directamente también a “la mala calidad de respuestas por parte de las élites, que siguen mostrando un nivel de desconexión intolerable.”
A pesar del malestar colectivo que se comparte, el músico está bastante adecuado a no salir de su casa, obviamente facilitando un poco más su proceso. “Llevo mucho tiempo haciendo el día a día en mi casa. Mi último empleo era telemático. En su minuto, me costó la dinámica de estar mucho rato a solas, pero me he ido acostumbrando.”
Es bajo los parámetros y comodidades de su propio hogar, donde tomó forma Monstrws, la aclamada tercera placa de Maifersoni, que le vale su reconocimiento en Pulsar. De igual manera, también se creó así Que ningún sentimiento amanezca en su casa, el álbum colaborativo realizado junto al poeta Juan Santander, publicado en marzo pasado. En ese sentido, Enrique tiene ya un claro dominio sobre el espacio donde habita, a la hora de desplegar su creatividad. Pero como cualquier persona enfrentada con el presente contexto, también admite las limitantes y los dolores que conlleva.
El soundtrack de los tiempos agitados
Enrique Elgueta se toma con humildad y agradecimiento su segunda aparición en la nómina de los Premios Pulsar. El músico no está ajeno a esta clase de reconocimiento, habiendo recibido una mención en Mejor canción el año 2016 por “Invocación”. “Monstrws salió en un momento difícil para el país, así que valoro que haya alcanzado alguna nominación”, opina. “Lo tomo como un reconocimiento positivo por parte de un círculo específico que participa de la música chilena. Ojalá nos sirva para aumentar nuestro alcance”.
La producción más reciente del proyecto musical está ahora estrechamente vinculada con el histórico estallido social acontecido el pasado octubre. Siendo un álbum que se identifica en gran medida con el malestar social abundante de la sociedad chilena, su aparición en noviembre pasado le concede el rol de un soundtrack para los días venideros. Para el compositor, el desenvolvimiento de esta etapa no resultó del todo imprevisto, pero aun así, la sorpresa fue total.
“En lo personal, antes del 18-O me venía haciendo preguntas incómodas, quizás con cierta resignación, sobre hasta qué punto las marchas venían siendo funcionales al status quo. Durante los últimos años, éstas eran cada vez mayores, multitudinarias, emblemáticas incluso, pero con la paradoja de que la agenda política no sólo avanzaba en sentido contrario a estas manifestaciones de malestar, sino que incluso eran regresivas”, medita al respecto Enrique.
Para el artista, estaba presente la sensación de que era necesario algo más, “y las protestas que hubo tras la muerte del comunero mapuche Camilo Catrillanca quizás lo advirtieron”. Y una vez iniciado el levantamiento, tal como a muchos chilenos, le brindó, “enhorabuena, una idea de futuro. Ocurrió ahora ante un gobierno de derecha, y quizás al gobierno anterior que traía consigo una agenda reformista le hizo falta algo de este fenómeno”.
Monstrws fue, tal como varios lanzamientos musicales chilenos del último tiempo, víctima de las agitadas circunstancias que se viven en Chile en los últimos meses. “Teníamos previsto un evento de lanzamiento en la Sala Master para marzo, y por el brote del virus hubo que cancelarlo. Las ediciones físicas, un artbook con el bestiario gráfico detrás de este trabajo, también demoraron por la misma razón. Ha sido difícil moverlo pero siempre lo es también.”
Así mismo, Maifersoni reconoce de esta experiencia que daría algunos pasos de otra forma. “Como reflexión personal, no repetiría más la experiencia de sacar un álbum sin sencillos”, admite. “No quise hacerlo acá, porque ninguna canción servía por sí sola para representar el imaginario en que habita este material. Pero hoy pienso que igual es mejor tener puntos de entrada.”
Pese a estos contratiempos, su balance sobre la era de Monstrws posee el óptimo aire de una misión cumplida con satisfacción. “Fue una forma de progresar. Hay personas que lo ven así y lo valoran, y otras que quizás esperaban una mayor preeminencia de melodías como en Maiferland (Acto de amor)”, dice refiriéndose a su placa anterior. Dicho eso, “el proceso de este disco me dejó la sensación de que hubo un avance importante en cuanto al espectro sonoro y estético de Maifersoni”.
Peripecias del músico chileno
No es secreto para nadie que la crisis del coronavirus ha puesto en jaque el desarrollo de actividades en la industria de la música. Sus efectos parecen prolongarse por el resto del año, y cualquier posibilidad de reinicio se ve incierto aún. Tampoco es desconocido que en Chile, el sector artístico en general sufre una importante desprotección frente a este panorama. “Bueno, más allá de la escena musical y la cultura”, medita Enrique, “este fenómeno desnuda rápidamente el nivel de precariedad laboral que hay en muchos ámbitos”.
Según el compositor, quienes peor lo pasan son los artistas independientes. Citando una reflexión realizada por la recientemente fallecida compositora argentina Rosario Bléfari, señala que la independencia en esta industria es “una condición de doble filo. Se le romantiza y se le da un sentido épico a una situación que, en rigor, es la intemperie misma arrojada al mercado. Y con o sin pandemia, esa realidad no cambia”. Sin embargo, agrega en una nota optimista, que “en Chile hay mucha gente muy talentosa y creativa. Me gustaría que después de esto surjan relaciones colaborativas fortalecidas, capaces de empujar proyectos autogestionados. Supongo que la actividad musical vendrá por ahí.”
Maifersoni ha lidiado con las limitaciones de la cuarentena “a veces productivo, intentando componer nuevas ideas, y en otras capturado por el estrés”. De momento, ha obtenido como resultado dos nuevas composiciones lanzadas a fines de junio, “La sabiduría del agua” y “Gotitas”, frutos de “un impulso creativo inspirado en las revueltas con el agua como eje metafórico”. La razón de dicho recurso literario radica en que el músico buscaba “una forma menos directa u obvia de referirme a procesos como la pandemia. Me incomoda caer en la literalización de contextos sociales difíciles de abordar por lo grandes que son.”
En cuanto a los planes futuros, Enrique reconoce que existe mucha incertidumbre sobre los caminos a seguir, en particular la posibilidad de fechas en vivo, en las cuales se presenta acompañado de Daniel Ramos (bajo), Andrés “Pipa” Ugarte (ex Playa Gótica, batería) y Juan Pablo Órdenes (de Columpios al Suelo, guitarra). “Me gustaría volver a tener la posibilidad de tocar con Daniel, Pipa y Juampi, quienes me permiten darle forma a la dimensión en vivo de Maifersoni, y también mostrar en vivo el trabajo que hicimos con Juan Santander”, comenta sobre sus ideas más concretas. Mientras eso no sea posible, añade que “intentaré aprovechar este período para seguir explorando nuevas ideas, las cuales creo que serán más luminosas.”
Durante la entrevista, aparece una frase que, sin tener un peso tan determinante, encapsula con notable conmoción ese sentido de perplejidad que nos deja esta pequeña edad oscura: “Después será el momento de revisar qué salió de todo esto.” Enrique Elgueta asegura que la idea de un momento más adecuado “es más bien ilusoria, con o sin coronavirus”, pero esa elocuencia no deja de ser pertinente ante un vasto campo desconocido, uno que reconoce que entre las infinitas posibilidades aún hay espacio para aprender, crecer y moverse desde aquí.