Peter Murphy es una visita frecuente a los escenarios chilenos, pero siempre una grata. La noche del 13 de octubre quedará marcada como el hito del año para los seguidores del rock gótico en Chile. Murphy volvía una vez más a demostrar porque nadie puede quitarle el trono del Rey del género,
Pero esta vez era especial. La idea era rendirle homenaje al debut discográfico de Bauhaus, “In the Flat Field”, un álbum sobre el que ya discutimos la semana pasada. Para los más conocedores, esta era una oportunidad única para rememorar y ser testigos de un momento de culto y escuchar canciones compuestas hace casi cuatro décadas a través de un artista que ya no tiene nada que demostrarle a nadie.
Murphy no es ajeno a lo teatral, y son varias las ocasiones en que se apoya en la iluminación o en accesorios de vestuario para respaldar su etiqueta de “padre del rock gótico”. Ya sea a través de poses vampirezcas recortando con una mano la luz de un foco que aterriza en su figura, y una auto coronación que no puede sentirse como otra cosa más que una referencia a la obra de Robert W. Chambers.
A medida que avanza el show, Murphy da la impresión de ser un líder bastante estricto y exigente, tanto con las personas que trabaja a su lado como consigo mismo. Recordado será la tirada de orejas que recibió el encargado del juego de luces, que fue cuestionado indirecta, pero fuertemente por Murphy, que no dejó pasar que las luces se mantuvieran encendidas al final de una canción y no ir a “blackout” tal como dijo. Así mismo, no deja pasar el más mínimo detalle en el sonido, se apura cada vez que tiene un cambio de vestuario, y no flaquea al momento de cantar notas largas y fuertes durante todo el show.
Sin embargo, no se sintió mucho como una celebración. El show parecía bastamente formateado y las interacciones con David J y Murphy se redujeron solamente a la presentación del hombre de las cuatro cuerdas. Así mismo, Murphy pareció no tener las ganas de recordarnos porqué estamos en presencia de un hito: no hubo ninguna mención a Bauhaus, ni a sus años dentro de esa banda ni a su relación con J, aún menos sobre el significado personal o en su carrera de In The Flat Field. El show era propiedad de Murphy, claro está y no hace falta volver a señalarlo, pero, de todas formas, faltó ese vínculo que permitiera conectar más con el público y permitir dimensionar de qué se trataba todo.
El debut de Bauhaus fue tocado de principio a fin de la mejor manera posible. La edad no pasa por la voz de Murphy, que aún se muestra enérgico tanto en capacidad vocal como performática. Varias de esas canciones pueden considerarse rarezas del en vivo, y lo más probable es que el público chileno nunca vuelva a escucharlas en un show del británico y que serán difíciles de olvidar. No faltaron los fanáticos repartidos por todo el teatro que exclamaban cada vez que su canción favorita sonaba, y que eran fáciles de distinguir dentro del público que no quedó al debe en energía ni participación.
La noche culminó con tres covers seguidos que homenajean y al mismo tiempo revelan sus influencias. Dead Can Dance, T. Rex y David Bowie, todos revisitados en las privilegiada voz de Murphy, cerrando su quinta visita y dejando la impresión de que la próxima vez que se tope con su séquito tendrá algo nuevo que mostrar, aunque sea mirando hacia el pasado.
Setlist:
Double Dare
In the Flat Field
A God in an Alcove
Dive
Spy in the Cab
Small Talk Stinks
St. Vitus Dance
Stigmata Martyr
Nerves
Burning from the Inside
Silent Hedges
Bela Lugosi’s Dead
She’s in Parties
Terror Couple Kill Colonel
The Passion of Lovers
Dark Entries
Severance (Cover Dead Can Dance)
Telegram Sam (Cover T. Rex)
Ziggy Stardust (Cover David Bowie)