Annie Clark no tiene límites musicales. La artista se sumerge eléctricamente entre las aguas más turbias del rock, en las más místicas del art-pop y, también, en las más cálidas del indie. En su carrera solista como St. Vincent nos ha cautivado con sus múltiples perspectivas de lo que puede llegar a ser la música popular contemporánea, encarnando distintas identidades performáticas que se desprenden de su propia psique, destellando así universos paralelos en cada álbum conceptual que nos presenta. Lo que hoy nos convoca es “Daddy’s Home”, su sexto LP de estudio que evoca la década del 70 como su más directa referencia musical y visual, encasillando un álbum que explota su faceta más personal en un personaje igual de retorcido que los anteriores.
“Daddy’s Home” fue lanzado el pasado 14 de Mayo siendo una co-producción entre Jack Antonoff y St. Vincent. Grabado en nada menos que cuatro estudios entre N.Y. y L.A., siendo uno de ellos el inmaculado estudio Electric Lady fundado por Jimi Hendrix. Las referencias setenteras que se manifiestan en la producción y musicalización son tan directas como atractivas. Sly & the Family Stone, Lou Reed, Funkadelic, Pink Floyd, Janis Joplin y Joni Mitchell son a quienes honra Annie Clark esta vez, dejando un sabor a psicodelia de los tempranos 70’s, funk y pop-rock multicolor, sin dejar atrás las claras referencias a la música afroamericana y figuras disidentes de la era retratada.
La musa de Andy Warhol e ícono trans Candy Darling
Si en “Strange Mercy” (2011) fue una dueña de casa en pastillas, en el homónimo de 2014 fue una líder de un culto futurista; si en “Masseduction” (2017) fue una dominatrix en una institución mental, en “Daddy’s Home” es una figura setentera femenina que navega por hoteles neoyorkinos. El nuevo personaje de este álbum pretende encarnar con mucha fuerza el poder de la musa de Andy Warhol e ícono trans Candy Darling, quien es un tema transversal en la narrativa de este LP, denotando también las decisiones de vestimenta de Clark en el artwork del álbum como en sus vídeos. La vemos con una peluca rubia que no intenta esconder su plasticidad y con trajes Gucci, intentando retratar a celebridades femeninas que sobrevivieron a la cultura tóxica y misógina del siglo pasado – ¿y por qué no? hoy también.
Entrar de lleno en este álbum es fatal casi, pero es una experiencia fatalmente satisfactoria. Nos encontramos en primera instancia con el primer single “Pay Your Way in Pain”, el cual se introduce con Thomas Bartlett al piano de manera muy inocente y laissez-faire, pero cuando entra Annie con sus beats y punzantes riffs, es como si “te atacara un tiburón”, en las palabras de la artista. Aquí aparece la tesis del álbum en todo su esplendor, mostrando las consecuencias de no cumplir con los estándares de la sociedad contemporánea, sea como mujer, disidencia o ejemplificando a su padre.
“Down and Out Downtown” marca el ritmo blues y funk melodioso y nostálgico de manera calma.. Acá St. Vincent nos muestra sus mayores armas, componer canciones que derivan de la melodía vocal y una guitarra magnética, pero al mismo tiempo nos ofrece su perspectiva: St. Vincent compone para ella misma y se siente cómoda en su posición personal. Con un sitar que nos guía hacia paisajes neoyorkinos, la voz de Annie se transforma en un llanto que llama a la vulnerabilidad, siendo entonces uno de los temas más efectivos y refrescantes en su mismo catálogo.
Por su lado el tema que le da nombre al álbum, “Daddy’s Home”, nos presenta a una de las facetas más obviamente setenteras al mismo tiempo que nos cuenta la real intención en el título del álbum. Y es literal, su padre es liberado de la cárcel en 2019 luego de nueve años por una sentencia de manipulación de acciones. Aquí nos cuenta con referencias reales cómo ella lo visitaba en prisión. Nos inunda con gritos muy a lo Janis Joplin para demostrar una voz texturada pero vivaz, juguetona y desnuda, de la misma forma que nos inunda con coristas vocalmente voluptuosas y astutas. En este álbum ella toma el control de su propia narrativa y la historia de su padre, la cual fue manipulada por los medios años atrás. Annie Clark cuenta su relato a través de lentes setenteros, lo cual de alguna manera siniestra calza a la perfección. Su padre ha vuelto y, de alguna manera con el personaje, ella se transforma en su padre.
En “Live In The Dream” los referentes van hacia la psicodelia pre-disco que implantó Pink Floyd, entrenado de hecho con un “hello” muy a lo Roger Waters. Y es precisamente con este momento en que nos damos cuenta que a pesar de la frontalidad de la procedencia de los sonidos del álbum, Annie los fusiona con sus sensibilidades contemporáneas, sus forma y su lenguaje, transformando secuencias de otra era y refrescando narrativas tanto tóxicas como edificantes. “The Melting of The Sun” es justamente en donde la artista enumera las narrativas que marcan el álbum, Marilyn Monroe, Joni Mitchell, Nina Simone por ejemplo. ¿Y quién intenta ser Annie Clark acá? ¿Una Benzo Beauty Queen? Más bien ella misma al extremo, ella misma envuelta en pieles falsas, pelucas rubias, maquillaje corrido y tacos altos: su identidad ridiculizada pero íntegra.
En una reciente entrevista con Anthony Fantano, se revela la intención de los interludios “Humming” en este álbum, los cuales intentarían emular a la madre de Clark que constantemente se tarareaba así misma, de esta manera se le rinde homenaje a las quizás miles y miles de sinfonías que podría haber creado su madre.
Uno de los temas que levantan la nostalgia de esta experiencia y la vuelcan hacia la paranoia setentera y las guitarras sumergidas en el agua es “Down”. Con sensuales capas electrificantes St. Vincent decide desinhibirse hacia la mitad del álbum, demostrado también en el vídeo dirigido por Bill Benz en donde corre desesperadamente mientras espía en un hotel descolorido y repleto de papel mural. En control y con vibras funk poderosas ataca desde todos los flancos, sin dejarte ir.
En el caso de la última parte del álbum, nos acercamos a los objetivos de la artista detrás del personaje, sus secretos y sus ambiciones. Por un lado tenemos a “Somebody Like Me”, la cual es una cálida forma de seguir su relato con una paleta sonora que se acerca a “Marry Me”, y más tarde esos mismos falsettos cobran vida en “Candy Darling”, el perfecto cierre homenaje a la trasversal figura femenina de este álbum. Por otro lado tenemos al fuerte manifiesto que es “My Baby Wants a Baby”, el cual es un spin-off de la canción “9 to 5” de Sheena Easton en donde retoma la melodía para contarnos de sus ambiciones domésticas poco convencionales. De nuevo, ella pone las reglas de su propia narrativa. Nos cuenta de manera íntima sus ideas de felicidad, mientras desnuda a sus propios personajes de la misma manera en que Bowie jugaba con su pasado:
“But I wanna play guitar all day
Make all my meals in microwaves
Only dress up if I get paid
How can it be wrong, wrong?“
Así termina este álbum de 11 temas y tres interludios interrelacionados: de manera honesta y complaciendo a nadie más que a ella misma con su era favorita de la música. Este sexto LP encuentra a la artista con 38 años y en su faceta más pura. Nos cuenta de su vida, nos cuenta de sus ambiciones pero aún sumida en un personaje que la recorre de pies a cabeza. Y esa es la manera en que ella quiere reflejar sus sensibilidades artísticas, tanto musicales como visuales, ridiculizando y experimentando con su imagen, su vestimenta, planteando diferentes identidades que confluyen en una Annie Clark.
Con guitarras en fuego, derivado del funk, el soul y el pop más texturados, Annie nos muestra su faceta Bowie en “Young Americans“. Si bien nos muestra una gama sonora que se interpone a lo que nos trajo en su era “Masseduction“, nos demuestra su real versatilidad sin límites. “Daddy’s Home” es honesto y colorido a la vez, con un personaje que deambula en hoteles citadinos con guitarra en mano relatando el fulgor de su visón conceptual en esta era pandémica. Colores desaturados esta vez, entre sutiles pasteles deslavados propios de moteles abatidos, así nos expone su identidad hoy: cruda y real, groovey y magnética, exuberante y suave. “Daddy’s Home” es St. Vincent de la forma más ingeniosa y ocurrente, sonando de la manera más elegante y letal con su Ernie Ball, al mismo tiempo que demuestra la sofisticación instrumental de su carrera que culmina en referencias setenteras directas y hábiles. Este es un ambiente que determina que Annie Clark está a cargo de su narrativa, de sus ambiciones, de su identidad y de su propio lenguaje musical y visual. St. Vincent ha llegado para quedarse.