Expectación, ruido y gloria fueron palabras para definir un show de dos horas y quince minutos para deleite de una de las bandas héroes dentro del circuito post-rock en Estados Unidos. Michael Gira como el gran salvaguardia de la historia de más de tres décadas que tiene Swans, con interrupciones concebidas y una larga fila de músicos invitados – todo dentro del género del ruido- y a un retorno hecho por los especialistas como “el retorno del gran sonido” al mainstream reinante de la era actual.
Norman Westberg ya es un sujeto que se posiciona dentro de la otra cara en lo que de presencias se habla dentro de la agrupación. La noche del miércoles es un –lugar- en términos como Marc Auge define al concepto de referirse a lugar que tiene importancia y trascendencia entre los individuos, visto desde el tránsito de personas. Swans ha escrito historia desde 1983 con su debut Filth, donde las capas sonoras son un sello, entre mezclado con los colores ruidosos de la bateria y los eternos solos de piano, donde un lapsteel acompaña cada canción que se transforma en un relato.
Teatro Nescafé de las Artes, acogia décadas de unos de las bandas cumbres a lo que art-rock, experimental y condimentos de neo folk se refieren. The knot representa esa lisergia sonora donde los minutos no tenian tiempo ni espacio, con vistosos solos de su tecladista, otorgando claridad en la interpretación. The Cloud of Forgetting con 20 minutos de capas vistosas de platillos donde el lugar representa la comunión entre los fervientes que miran hipnotizados el despliegue de la banda. Unos bromeaban con Tony Kamo y la rutina que hacía antaño en la televisión.
Seis canciones donde no hubo rutina de improvisación. El trabajo que llevan Westberg y Gira a cargo de Swans es parte del reconocimiento al fruto que durante años han dado, y que mantienen en sus páginas webs que guardan los diferentes diseños que han tenido y la biblioteca de archivos que poseen desde 1997, fecha de su separación.
Un presente de post rock en una simbiosos de sonidos de carácter hibridos y potentes, donde el hombre-orquesta de la banda maneja y trabaja cada detalle en la ejecución dinámica que presentó esta banda ya considerada de culto por la crítica.
The Glowing Man de su última placa –llamada del mismo nombre- cierra una cita de alto calibre. El teatro mantenía la atención de los asistentes en un constante viaje sonoro que Swans lograba penetrar en cada oído.