Siendo el cuarto trabajo discográfico de la banda estadounidense Vundabar, es que Either Light fue lanzado -literalmente- al vacío durante marzo de este año. Uno de los discos más sólidos de la carrera de la banda bostoniana conformada por Brandon Hagen, Drew McDonald y Zack Abramo. Un lanzamiento llega con un sonido más maduro, pero siempre fiel a la esencia de la banda con la clásica polifonía de temas como Holy Toledo, Chop o Oulala.
El LP de 11 tracks presenta una argumentativa implícita de que álbum es la declaración de principios de una banda que ha madurado como artistas y personas a lo largo de sus años de trayectoria, quienes lejos de ser los mismos adolescentes aventureros, que dieron voz a miles de jóvenes por medio de rítmicas y narrativas de fácil identificación con ambiguas prosas poéticas, hoy construyen un relato de adultos que viven y experimentan desde, por y para el arte.
A su vez es posible destacar la fuerte influencia armónica que la banda tomó como inspiración de la serie Los Sopranos, una dialéctica que construye la narrativa sonora a través de lo cinematográfico, una articulación rítmica que trasciende lo expresivo y se transforma en homenaje, fanatismo, propuesta y acción.
El viaje comienza con Out Of It, tema que se caracteriza por el protagonismo del bajo. Este track aparece como la carta de presentación de Either Light, dónde el xilófono se muestra como una nueva apuesta instrumental de los jóvenes de Boston, quienes declaran por medio de una pacífica rítmica que “If just for a little bit. I wanna be okay”.
El segundo track trata de “Burned Off”, una especie de metáfora que da sentido a la narrativa de este disco por medio de la preeminencia y la fusión de los sentimientos con la complejidad propia de estos a través de las comparativas estacionarias. Un tema de lejos de ser una carta nostálgica, Vundabar desestructura la narrativa sonora de la emocionalidad, y la transforma en una articulación perfecta entre la melancolía y el característico sonido enérgico del trío norteamericano que desde la contrapropuesta a la emocionalidad reflexiona sobre “When will it Burned off”.
La siguiente parada del viaje comandado por el trío bostoniano es Codeine, track muy al estilo de Out of It, llega para reafirmar que el sonido más maduro del Vundabar se relaciona con la arquitectura de la estética del sonido indie, pero también se transforma en una carta emotiva más desarrollada, mucho más reflexiva pero emocionalmente decadente. Por su parte en Pretty Crime se construye la historia de jóvenes que le toman el real peso del significado holístico de la muerte. Una dialéctica sonora en la que se articula la nueva rítmica de los bostonianos, que se conjuga con las reflexiones más profundas de los integrantes de la banda en la actualidad. A este punto la muerte deja de ser una meta personal, deja de ser la consecución de un objetivo, sino que pasa a ser una realidad que se quiere evitar.
Continuamos con Easier, un sonido pop bastante reconocible con un loop muy similar a “Bags” de Clairo en su último disco Immunity. Sin embargo, a medida que avanzamos nos damos cuenta que la voz de está en su máximo punto, apostando por un coro muchísimo más pegajoso, donde la influencia de Bee Gees no pasa desapercibida, ya que es esta misma influencia la que lleva a Brandon a poner al límite su registro vocal durante el transcurso completo del coro. Un track que podría haber sido uno de los más esperados en las presentaciones por lo seguidores del trabajo de Vundabar.
Pasamos a Never Call, un track que desde los primeros segundos plantean la premisa de que el post-punk no está muerto y que es la influencia más grande para esta banda indie. Sobre esta impronta es que el xilófono llega con un toque de dulzura a darle delicadeza a un tema que implícitamente trata sobre los impactos de la irresponsabilidad afectiva en contextos de relaciones interpersonales, apelando por medio de lo reflexivo a lo emotivo. Una jugada armónica de identificación colectiva; porque sí, todas, todos y todes nos hemos sentido así, todas todos y todes tenemos una historia intermitente con el ghosting y nos hemos preguntado con extrañeza en eternas noches de insomnio “Why would you call me now?”.
“Montage Music” se presenta con una mixtura de tempos que invitan a nuestros sentimientos a oscilar entre las más diversas sensaciones enérgicas e intrigantes. Una ambivalencia sonora que confluye en una de las canciones más enérgicas del disco de Vundabar, y es aquí en específico en dónde podemos notar que la trayectoria y la madurez no ha pasado en vano, puesto que la rapidez con la que construye el tema, funciona de tal manera que los instrumentos brillan en conjunto, sin opacidades, sin protagonismos, sino que funcionan como un solo organismo capaz de construir el punto más álgido de Either Light.
En este viaje conducido por Vundabar, una banda que lejos de apropiarse un nombre, de la búsqueda incesante de la fama, entrevistas, cuñas desafortunadas y del egocentrismo propio de músicos que buscan el reconocimiento como la única forma de validación en medio de una sociedad exitista, es que llegamos a Jester. Un track que desde la ironía cuenta la historia del “Bufón” que está cantando la canción de la temporada. Detalles, colores, formas y personificaciones que construyen un relato en una gramática irónicamente emplazadora, ¿Es acaso el relato de la historia de los estadounidenses?, ¿una sátira hacia las estructuras de reproducción y difusión de música? Son muchas las preguntas que emergen de esta propuesta narrativa, la que articulada con la sonoridad se transgrede el espacio tácito de la armonía y transformamos esto en la melancolía de muchas, muchos y muches que trabajamos por y para el arte, pero que en muchas ocasiones nuestro trabajo se ha invisibilizado, ¿será que todas, todes y todos los que trabajamos en el circuito somos ese “Jester out of work” que Vundabar quiere reivindicar?
Seguimos con Paid For, a este punto ya se puede hacer una visión completa del disco, el que por medio de emociones y sensaciones específicas, invitan a construir un relato de acción política en clave musical; un relato que fuera de las consignas colectivas que conocemos, Vundabar llega con reflexiones situadas poco comunes pero que también agregan una arista más a los espacios de vulnerabilidad e invisibilización. Sin embargo, el noveno track del último disco de los norteamericanos plantea una variable mucho más profunda, que es la preocupación por la madre. Una madre que no es ninguna en particular, pero que al fin y al cabo puede ser cualquiera de nuestras madres. En este tema conectamos con un sentimiento más macro que subyace del ejercicio reflexivo de madurez, y es ahí donde encontramos la culpa como sentimiento movilizador, sentimos profunda responsabilidad sobre nuestras decisiones y como estas impactan negativamente a nuestras madres. Una forma honesta de dialogar con una madre, que puede ser cualquiera pero que no es ninguna en particular, a la que le pedimos perdón por tanto dolor.
Llegamos a la penúltima parada de Either Light, un viaje que se ha transformado en profunda reflexión. Esta parada se trata de Other Flowers, un track que lejos de empañar el disco, agrega el factor “misterio” a la narrativa de este LP. Con unas guitarras limpias y alegres, nos encontramos con la historia de un niño curioso que desea saber “Do other flowers grow?”; sin embargo, esta historia es la de un niño fallecido que se pierde en la inmensidad del bosque buscando la respuesta a su pregunta. Una madre que llora y sufre, que recoge la ropa de su hijo porque “He had a function he had to get to, neither guest nor host”; una función en la que “Carnations and lilies were left by guests”. Un track de profundo recogimiento y poética introspección.
Finalmente llegamos a “Wax Face”, track encargado de cerrar el cuarto álbum de Vundabar, el que ha demostrado ser un disco maduro sonora y artísticamente, pero que también muestra un profundo crecimiento respecto de la construcción gramatical de la narrativa en Either Light. Un track profundamente emotivo, profundamente nostálgico, pero también melancólico, donde las guitarras pasan a ser las protagonistas de este gran final, donde la limpieza y prolijidad de ellas marcan el punto más fuerte de lo emotivo de Vundabar. Una lírica que se construye desde la metáfora del tener-poseer en el centro de la sociedad contemporánea. Una prosa inicial que construye un relato casi mágico de los sentimientos de muchas, muches y muchos frente a una sociedad que construye identidades e identificaciones por medio de la ilusión de tener-poseer algo y/o alguien. El dolor y la reflexión construyen el gran final del cuarto LP de la banda norteamericana, quienes lejos de la pretensión, buscan generar un espacio para la introspección en medio de una sociedad exitista e inmediatista.
En efecto, Either Light es uno de los discos más trabajados de la banda, donde la introspección de lo líquido, de lo intangible, de aquello que únicamente es percibido por sentimientos y emociones construyen una narrativa multivalente y multifocal. Las nuevas apuestas rítmicas, sonoras e instrumentales confirman que la banda ha trabajado en favor de encontrar nuevos elementos que desafíen sus propios límites, jugando por la performance armónica como una transgresión particular del indie. El desarrollo y el desenvolvimiento de la banda propone que en cada capa de instrumentación destaque por sí misma, visibilizando el talento y la potencia de los verdaderos artífices de Vundabar, quienes se mezclan simultáneamente para producir un sonido unificado, un testimonio del proceso de producción del álbum y la atención de la banda a los pequeños detalles.
Variables como el exitismo en el trabajo artístico, también tiende a ser una de las narrativas más contestatarias frente a un sistema que perpetúa lo fructífero del trabajo en números, fama, reconocimiento y dinero que tiene este disco. La herramienta de la ironía y la sátira de estas preconcepciones sociales respecto del trabajo convencional y no convencional, llegan a movernos el piso, a desestabilizar una estructura que perpetúa lo inaccesible y elitista que la sociedad ha hecho del arte y la cultura. Una forma políticamente incorrecta para los parámetros más conservadores de la música, pero que cumple con su objetivo de invitarnos a pensar y repensar.