La música en tiempos de crisis (al parecer cualquiera sea la crisis) es fundamental para el ser humano, ya sea por sus efectos de liberación, de sanación o de unión que generan en nosotros como seres individuales y/o partes de un colectivo. Y es que a decir verdad, ahora con la crisis sanitaria que estamos viviendo, la música ha sido pieza esencial para mantener una estabilidad emocional o bien para pasar el tiempo que, a veces, pareciera hacerse eterno. Angelo Pierattini bien lo sabe: “yo encuentro que la música tiene un efecto bien sanador y distractor, es bueno que haya música dando vueltas, que no se deje de hacer música, ni de lanzar sencillos porque todos lo necesitamos, de alguna manera, en este proceso”. Y la voz de Weichafe ha lanzado lo suyo, esta vez en formato solista acompañado de Diego Lorenzini, una respetuosa versión a “Carita de Gato” de Jorge González.
“Para mí, ese disco [Mi Destino (1999)] que tiene una carita de gato, es un disco súper fundamental, es de mis discos favoritos de la vida, yo me lo compré en la época que salió entre el 99-2000. De hecho, lo escuché caleta, me acuerdo que lo compré en cassette, en el Persa Bío – Bío, fue hace mucho tiempo”. Esa influencia se replica en Diego Lorenzini, con quien luego de “muy buenas conversaciones, intercambios de música, de cosas en el fondo que nos importaban, pensamientos críticos con respecto a la revuelta social”, y una sobremesa en la casa de Angelo, versionaron una de las canciones más simbólicas de la carrera solista del ex Prisionero.
Crisis Sociales y Desigualdad
Ahora bien, a razón de la crisis sanitaria, para los músicos la situación se ha vuelto compleja, ya que este oficio ha sido fuertemente golpeado, es por esto que el artista considera que las desigualdades en Chile se han profundizado a la vez que se hacen más visibles, ya que la cancelación de shows en vivo, sumado a la imposibilidad de realizar talleres de composición u otras actividades que les permitía a las y los generar ingresos, sobre esto Pierattini señala “Chile siempre ha corrido con desventaja en comparación a la música extranjera. Chile es un país muy industrializado, de materia prima, entonces esta conciencia, es una conciencia de mercado (…) No creo que la música sea una excepción, yo creo que todos los oficios de Chile tienen una problemática similar”.
“Quizás en la música, como es (…) una expresión artística popular, tiene más visibilidad, y también ciertos focos o lagunas que funcionan más dentro de la popularidad, pero no es el reflejo de una Industria (…) , no es un síntoma general de la música chilena, es un síntoma general del trabajador en Chile; es una estructura super precarizada, entonces, uno se las ingenia en fondo,(…) [Todos] nos la ingeniamos para poder desarrollar nuestra música, hay mucha creatividad en esto”.
Ante este complejo escenario, la necesidad de reestructurar las formas de vivir de la música se hacen latentes, lo que invita a reflexionar de manera profunda sobre cómo sopesar esta pandemia. “En los primeros días fue la primera reflexión que tuve: ‘¿cómo lo hacemos?’, (…) había una explosión a través de Instagram gratis, que era bacán, porque como te decía antes, la música tiene también un ámbito en el cual nos acompaña y nos entretiene, pero también es un oficio. (…) [Además] los que estamos dentro de esto sabemos cómo funciona realmente, pero el público que le gusta la música chilena no sabe que este es un trabajo precarizado”. Motivado, de alguna forma, por esta precarización laboral y social, es que el músico decide arriesgarse y transparentar la situación a través de Instagram “explicando y describiendo la situación (…) al público: ‘estamos en este momento, esto significa tal cosa, esto a futuro vamos a ir perdiendo el trabajo, nuestra única fuente de trabajo y eso le ha pasado a un montón de trabajadores’, no sólo a los músicos, si no que a todos los trabajadores”.
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La recepción de lo expuesto por el artista fue tal que “el 100 % del público dijo ‘hueón, yo estoy dispuesto a comprar una entrada’. E inmediatamente después de eso, como que di dos conciertos en línea, y a través de la plataforma passline, que vende entradas sin un cobro adicional, y lo hicimos a través de YouTube, obviamente con un buen sonido. Como yo tengo un pequeño home studio, pasaba todo por ahí”. Y “fue súper bueno, estuvo bueno lo de la entrada, la gente lo pasó la raja. Hubo problemas técnicos con ciertas personas, pero les enviamos el registro para que lo viera (…) como que había una comunicación directa con el público. Hice un taller también – y ahora voy a hacer dos más – donde hicimos una canción con la gente que sigue mi música. Yo creo que ha funcionado bien, y vemos ahora que hay marcas grandes haciendo festivales. Entonces, esto está super bien, era algo que iba a pasar sí o sí”.
El 18O y la música como acción política
Previo al Covid-19, la crisis que remecía el país era la del despertar, el Estallido del 18O es un hecho que dio tantas alegrías como esperanzas de que un nuevo Chile sí es posible. La música, las y los músicos no fueron ajenos a ello, casi todos fueron parte del movimiento que aún exige Dignidad Social, ya sea con nueva música, apañe en las calles o mensajes de aguante en redes sociales. En base a eso, le consultamos a Angelo si cree que la escena musical debe tomar un rol protagónico en cuanto a una postura política, a lo que señala que “siempre he pensado esto: las reflexiones son complementarias, uno tiene que aportar desde un lugar en donde no se vea forzado, para mí tiene que haber una reflexión de cambio, pero entendiendo que hay realidades distintas, lo más importante es empatizar. Estos contextos generan acción y reflexión diversa, y esto genera respuestas nutridas. Es el momento de colectivizar siendo complementarios, no a través de una idea dura dirigida por un personaje específico, eso ya fracasó. Es un fracaso en las historias sociales del mundo, el caudillismo es un fracaso. Eso lo podemos ver en las democracias representativas, que son un fracaso. Es momento de ser colectivos; podemos pensar distintos pero colectivamente”.
En base a esto, y al posible problema de que la música política o la canción protesta pueda ser menos escuchada o dejada en espacios alternativos en comparación al pop dominante hace algunos años, el Weichafe comenta “la música es política, el arte es político y cualquier acción que nosotros hagamos es una acción política, cualquier acción del ser humano dice algo y tiene una consecuencia. Siento que el problema es que en Chile nos enseñan a disociar las cosas. Se ha disociado, por ejemplo, la música con la política, como si no tuvieran nada que ver, y la política tiene que ver con el arte, con lo que no tiene que ver es con la política partidista. (…) [con la disociación] Le quitamos el alma a la acción artística. Por ejemplo, Chile tiene la particularidad de ponernos a todos en la cabeza de que la Dictadura de Pinochet tiene dos polos. Y no hay por donde en que haya dos opiniones, la Dictadura está a favor de un genocidio, no es libre expresión, está fuera de lo humano, y en Chile nos enseñaron que había buenos y malos, y no po, no es así. O por ejemplo, la música de Víctor Jara no es una música partidista, él optó (y la Violeta Parra también) por ser parte del Partido Comunista, pero no significa que su música sea comunista, ellos hablan sobre su realidad, hablan sobre la dignidad humana en su reflexión”.
Últimamente, los géneros musicales “dominantes”, a veces a la fuerza impuestos por el poder del dinero, parecieran tener exponentes que poco y nada quieren ver con la política, sobre el peso que esto podría tener el hombre detrás de la voz de “Me verás arder” comenta con templanza y una humildad de buen zen que “creo que si un artista despolitiza su música, por ejemplo Lucho Jara, es porque fue criado bajo una estructura que le dijo esa huea, sería un hijo de un alero artístico de toda esa estructura bajo Don Francisco, de esa época en que no se hablaba de política. Si un artista te habla de un lugar apolítico, es porque hay un contexto detrás, no le puedes echar la culpa al artista, porque el viene de un proceso educativo y cultural que le enseñó de otra manera, el problema no es de la persona, es de la persona que ampara estas estructuras”. Remata señalando que “yo no tengo problemas con los géneros, creo que todos son válidos y responden a un contexto y eso es la raja. Eso igual es bonito porque la música te habla de historia, del lugar en donde estai parado. La música es una sola”
Esta crisis mundial ha sido tomada de la mejor manera posible por parte de Angelo, ya que su plan era “por lo menos hasta mayo estar bien encerrado, terminando algunos discos pendientes y metiéndome en algunas cosas musicales que estuve investigando”, lo pilló en un momento de pura proactividad. Tanto así, que para su carrera solista, ya viene preparando un nuevo álbum el cual “debería ser lanzado este año. Pero ahora todo depende de cómo evoluciona el día a día, cómo lo hace la pandemia”. Por otra parte, en cuanto a sus otros proyectos grupales nos adelanta que con Weichafe “estamos haciendo un disco que sale el próximo año, lo último que lanzamos fue ‘Me Verás Arder’, con la Gladys Marín, que dijo todo en el 90, le hicieron la mala fama a la señora y era súper lúcida”; con “Carlos Cabezas en Cordillera sacamos el primer disco este año, se demoró porque cada uno estaba con sus proyectos”. Y a nivel más personal, nos adelanta que también está preparando un libro. Ha sido tan excesivo el proceso de creación de Angelo que ha llegado a extremos: “cansador, de hecho hoy día como que me desvanecí en un momento, estuve haciendo muchas cosas, casi me voy al hospital.”
– ¿De verdad hueón? (entre risas)
– No hueón, de verdad. No estoy hueando.