Chancho En Piedra es una de esas agrupaciones que desde sus inicios ha apostado por la evolución artística, la experimentación, la protesta y de las primeras en hacer un nexo entre la juventud y la política de un Chile en transición.
Como nos explica su baterista, Leonardo “Toño” Corvalán, “siempre hemos buscado ir contra la corriente, o la forma de protestar frente a cosas establecidas, que no nos gustan y que cohartan la libertad del ser humano de poder hacer lo que uno quiera, sin ser tildados de locos.”
Fiel a su línea, el conjunto de rock chileno sigue trabajando a pulso explorando las posibilidades se su sonido. “Musicalmente ha sido un viaje super importante para nosotros, hemos hecho harto experimento, pero manteniendo una actitud positiva al respecto, nos gusta jugar con la ironía, con el sarcasmo“, señala el Toño a propósito de sus más recientes producciones, donde destaca el híbrido funk/trap/rock/reguetón “Todo Se Me Pasa” (2019) que hace un llamado de atención respecto a graves situaciones que pareciéramos estar olvidando. “Con un ritmo alegre, y la onda de la música urbana, aprovechamos de hablar sobre un mensaje super fuerte de algo que está pasando en el país, como las grandes empresas que hacen una zona de sacrificio un lugar tan bonito como Quintero o Puchuncaví”.
Profundizando en esta idea, Corvalán señala “Chancho siempre ha tratado de mover el piso en lo que respecta a la parada de lo actual. Una suerte de agarrarle el ritmo a lo urbano que es tan popular y querido por las nuevas generaciones, para darle una vuelta de tuerca y tener un poquito más en qué pensar. Igual yo no digo que todas las letras de reguetón o trap digan puras leseras, obviamente, pero nosotros queremos darle un enfoque que se acerca a lo que Chancho En Piedra ha buscado siempre”.
Sin embargo, la amalgama de estilos y escuelas no fue completamente fácil, por lo que dicha incursión fue posible en gran medida por la participación de Cristian Moraga, Aka. C-Funk, reconocido productor, multi-instrumentista y MC local que desde hace dos años milita como guitarrista de los “Marranos”, cubriendo el histórico puesto de Pablo Ilabaca en las seis cuerdas. Esta incorporación fue clave, a la hora de refrescar el sonido afilado y duro del cuarteto nacional, para aunarlo con la tendencia de producción actual, altamente procesada y sintetizada. “Cristián es mucho más pulcro que nosotros para trabajar, pero pudimos encontrar el punto de equilibrio entre su forma y la nuestra. Eso fue bastante entretenido y no exento de debates. Hemos ido encontrando el camino, los temas que hemos sacado se escuchan super bien y están producidos por él. Suenan con calidad internacional totalmente“, explica Toño.
Acoplarse al sonido actual no es un mero capricho, o una búsqueda forzada por adaptarse al siglo XXI, sino que responde de forma orgánica a la necesidad de expandir una sonoridad, y atender inquietudes creativas en una era donde la música no conoce de límites y remixies . En este escenario, Leonardo observa la “parada” actual de la música chilena, rescatando las enormes posibilidades que entrega la instantaneidad de internet y la conexión internacional que los artistas pueden lograr sin la necesidad de radicarse en México o Estados Unidos, como fue la norma durante décadas. “La escena musical siempre fue interesante. Si comenzamos a recordar podemos encontrar medias bandas, de todos los estilos. Lo que sí, quizá fallaban un poco antes los canales, las formas de entregar la música chilena. Desde tener que transmitirla por la radio o la tele, al internet y las redes sociales, muchos artistas se han podido desarrollar gracias a eso. Han podido llegar a festivales super importantes, los mismos CAF (Cómo Asesinar a Felipes) son un ejemplo. Se da una proyección un poco más fluida que en los 90 o los 2000“.
Otra cosa que cambió para bien en los últimos años según Corvalán, tiene que ver con el Chile que hoy vivimos, sobre todo después del histórico 18 de Octubre. “El estallido social fue un terremoto prácticamente, un sacudón que era necesario para despertar un poco y darse cuenta de que la vida que teníamos no estaba bien. Era lo que todos queríamos y nos dimos cuenta que lamentablemente no era posible cambiarlo de la mejor forma o la forma “pacífica”, sino que la gente se cansó de las instituciones, políticos, uniformados e iglesias y toda esos grupos que supuestamente nos ayudaba”, explica el baterista quien reconoce un profundo cambio cultural colectivo que vino a re-escribir las normas de lo que debemos y no aceptar como ciudadanía, personas u oyentes. “El estallido fue un gran grito de rabia y auxilio, un poco para desatarse y sacarse la banda de la cabeza para salir a gritar por lo tuyo y a pedir una vida más justa para todos. Fue bonito ver las marchas de millones de personas, estar ahí en la Alameda con la gente, ir a plaza Dignidad y gritar. Igual poder ver como gente de distintas clases sociales se une, fundido en un solo grito, creo que eso es emocionante, inspira y motiva ene para seguir en esto”.