El cuarteto co-fundado por Jesse Hughes y Josh Homme – este último ausentado en esta jornada y en toda la gira que ha tenido la banda bajo la tutela de Lollapalooza – no es una banda exenta de polémica, pero ésta, más que por los dichos que abordaremos, es por hechos.
Tanto se sabe y habla aún del atentado que sufrieron cientos de asistentes al concierto que dieron en Le Bataclán, en París. A mediados del mes pasado, Eagles of Death Metal volvió al Bataclan para saldar su cuenta, cerrar el capítulo, y dar un paso adelante.
Sin embargo, el drama parece no terminar. Ahora último han dado que hablar los dichos del vocalista, en especial su acusación de que los guardias del recinto sabían del atentado porque estaban ausentes al momento del ataque. Posteriormente, Hughes pidió disculpas por sus palabras.
Ahora bien, en Lollapalooza Chile poco se espera profundizar en lo anterior, ya siendo las 15:00 horas en el VTR Stage, el público comenzó a gritar y corear para la esperada salida de la banda californiana. No más de cinco minutos el cuarteto se hizo esperar. Entre guitarras distorsionadas y con altos niveles de decibel hicieron su entrada.
Una entrada completamente carismática como también el desarrollo del show. Con camisa a cuadrille, tirantes y gafas rojas, Jesse Hughes se toma el escenario. “I Only Want You” hizo saltar y gritar a toda la explanada del escenario. Entre silencios de la canción, el carismático vocalista, se tomaba su tiempo para mirar a la audiencia y agradecer con una mano en el corazón el hecho de que estén todos reunidos. “Don’t Speak” da el pase a la adrenalina.
La tercera canción de la Jornada “Complexity” hizo resaltar algo interesante, que no era de esperar para un banda de un toque Desert Rock: tanto niños, jóvenes y adultos fueron parte representativa del público. Los primeros se hicieron notar durante todo el concierto, sobre los hombros de sus padres, tenían las manos alzadas con tal signo de rock o, más bien, metal. Al finalizar la canción señala con alevosía: “I love you mother fucker” y nos invita a mirarlo a los ojos para saber que él dice la verdad. Siendo honestos, este discurso lo ha hecho en todos su conciertos.
Indiferente de horarios estrictos, se toman su tiempo, dominan el escenario y hacen las pausas que ellos desean. Tiempo suficiente para que Hughes tomará una bandera de Chile con el nombre de su banda escrito, y la levantara a los vientos, se escucho en su primer momento el cantico popular “Ole Ole Ole… Chile”, para dar paso a un CHI completamente sincronizado al cual el frontman dio espacio pero no atención.
Los desmayos son tipicos en estrellas de rock y sin más, eso fue lo que pasó, si bien el sol con su calor en su máxima expresión fueron una gran base, un desplome de una joven en mitad del show, para terceros, hace ver la efervescencia descontrolada que entrega la banda en escena. Lo anterior no fue notado por muchos, ni menos por el vocalista, el cual se cercioró de que todo estuviera bien en la explanada.
Ahora en contraste, algo es que el público la pase bien y otra cosa muy distinta es que la banda también lo haga, si bien pasa, no hay conjuntos exentos de hipocresía que dan un buen espectáculo pero como banda no la pasan bien. Para EODM este no es el caso, al contrario. “Whorehoppin’” señalan que disfrutan sobre el escenario. Un juego entre el bajista y el frontman sobre la batería, hicieron que los tres músicos rieran a carcajadas y aplaudieran el espectáculo que ellos mismos estaban dando, sin lugar a duda, la fanaticada agradece esa cercanía que es transmitida en el VTR Stage.
El momento del cover a Duran Duran con “Save a Prayer” fue el de baile, obviamente limitado al modo de un hombre como Jesse Hughes. Lo anterior no fue más que la antesala para celebrar el cumpleaños al bajista Matt McJunkins; los vasos sobre las manos de los integrantes no se hicieron esperar para la llegada de una botella de champagne que abrió entre gritos Hughes. Luego un clásico canto de “Happy Birthday” cantado por todos, y por consiguiente, un vaso de pisco (al seco) para el mismo hombre que abrió la botella de champagne.
Nótese que el mismo Jesse señaló que estaba “duro”, no había para que especular –un hombre honesto– contó que se sentía muy confortable con el público chileno y que por eso era capaz de decir tales confidencias.
Para cerrar, una pequeña historia que cuenta para dar introducción a la canción “I Want you so Hard”, traducida al español es algo así como: que una chica que quería a Jesse fue desvinculada de este gracias a la segunda guitarra de la banda, esto debido a que el último está enamorado del vocalista, obviamente en tono de broma y solo para aludir a la canción. El desarrollo de la canción fue un gran momento para todos, una bajada del escenario del hombre carismático de la banda en conjunto de su guitarra –y ojo que con el dedo del medio fracturado– hicieron de un cierre excepcional algo memorable. Primeramente una guerra de solos por parte de la primera y segunda guitarra, para dar paso a un solo de bajo y para cerrar uno de batería, contundente sin duda.
En solo una hora, cuatro hombres dieron un gran espectáculo, no dejaron gusto a poco y como verdaderos rockeros del siglo pasado dejaron todo, tanto en el escenario como en la cancha, se agradece de infinita manera. Es simétrica la emoción que entrega Hughes con la adrenalina que dejan los fans. Se denota el trabajo y el esfuerzo de montar el show de Eagles of Death Metal, no es solo carisma lo que tienen es mucho más que eso.