Lo quieras o no. Te guste su música o simplemente te desagrade. O incluso pienses que tanto escándalo lo ha consumido, no puedes negar que Charly García es el más fiel representante de todo lo que engloba el término “rock” en la historia de Latinoamérica. Letras desde su más profunda locura y caídas desde un noveno piso lo han situado en lo más alto de la elite musical; sin mencionar además que formó parte de la banda de mayor relevancia en la historia sudamericana: Serú Girán.
Por el otro lado está Mick Jagger. Dueño de un estilo inconfundible y voz transversal de generaciones desde la década los 60s. Hablar sobre su estilo de vida es innecesario, considerando que está en el consciente común: drogas, groupies, y una energía incombustible. The Rolling Stones es, y seguirá siendo su mejor sello.
Relacionar a estos dos emblemas de la música es fácil, más que mal sus estilos se encuentran constantemente. Ahora que esto se transforme en un encuentro “cara a cara”, entre el abanderado del rock británico y argentino, es bastante difícil. Pues bien, esto fue precisamente lo que ocurrió la noche del viernes recién pasado.
El hombre que “no quiso volverse tan loco” era el invitado de honor de la banda Cocktail Tour en su presentación semanal en el hotel Faena de Puerto Madero. El show de Charly además tenía un as bajo la manga: Bernard Fowler, el histórico corista de la banda británica con el que trabó una gran amistad.
Junto a él interpretó versiones muy personales de dos clásico de sus Majestades Satánicas, “Honky tonk women” y “Beast of burden”, junto con “Happy and real”, una de las composiciones en las que participó Pedro Aznar para su álbum Tango 4, de 1991.
¿Y el encuentro? Tanto Jagger como Ron Wood se encontraban en la audiencia (ya que este último se alojaba en el hotel). Lógicamente ante la performance del trasandino los aplausos en su mesa se multiplicaron. Un día histórico para el rock argentino.