Hay pocas cosas tan emocionantes como volver a ser espectadores de la música en vivo, y este viernes 18 de marzo estuvo cargado de una emocionalidad especial. Luego de varios meses en que hemos podido ver de vuelta a artistas tanto nacionales como internacionales, fue el turno de traer de vuelta a Lollapalooza en su versión más calurosa. Nadie podría tener la tarea de cerrar el primer día más que Foo Fighters, luego de 7 años desde su última venida a Chile. Y cabe la coincidencia de que han pasado exactamente 10 años desde su primera aparición en el mismo festival en al año 2012.
Con una euforia acumulada de al menos 2 años, pareciera que todo Chile recibía a los ahora 6 integrantes de Foo Fighters. Y más que una euforia y salvajismo entendible de un concierto de esta cualidad, la alegría de este encuentro fue lo que inundó el escenario anoche. Aquel fue un reencuentro, el tercer reencuentro de la banda con un público que sin duda queda en sus retinas. Un público que no deja letra sin gritar, ni menos melodía que no corear.
Fue una apropiada rendición más lenta de “Times Like These” con la que abrieron su set, en donde de una manera sutil se adentran en una relectura de la letra: aprender a vivir en la nueva normalidad. Y con un océano de voces que gritaban desde la profundidad, nos hundíamos entre lágrimas de alegría y de desconcierto. Porque ¿Qué más apropiado que Foo Fighters con una larga historia con Chile se dedique a desmantelar el concierto más grande que hemos visto desde principios del 2020?
“Walk”, “My Hero”, “Wheels”, “The Pretender”, “All My Life”, “Best of You”, “These Days”, “This Is A Call”, “Monkey Wrench”, “Breakout”, “Run”, “The Sky Is A Neighborhood”, “Shame Shame”, “No Son Of Mine”, “Learn To Fly”. Golpe tras golpe, Foo Fighters no daban descanso al sudor. Y estamos hablando de una banda en que sus 6 integrantes van desde los 50 a los 63 años, despedazando cada segundo que les otorgaron.
El show, como cada show de Foo Fighters, es bastante simple. Un escenario negro con destellos de colores. Nada más. No necesitan nada más. No hay fuegos artificiales ni grandilocuencias. Y es quizás en esa simpleza del show que se remite a la conexión humana, a la historia, a la memoria y a la nostalgia que Foo Fighters logra la efectividad que siempre han logrado. Es el carisma de Dave Grohl, la sonrisa de Pat Smear, la proeza de Chris Shiflett, la adrenalina de Taylor Hawkins, la precisión de Nate Mendel, y la calidez de Rami Jaffee que logran unir una banda guiada por la alegría y el amor por su audiencia. Un cliché hecho realidad.
Con tres coristas y hasta con invitado de oro se presentaron en el VTR, haciendo llegar a Perry Farrell como símbolo del festival y en forma de agradecimiento a su gestión desde los 90. “Been Caught Stealing” de Jane’s Addiction fue la selección que cantó el ícono con una copa de vino chileno en mano.
Ya no quedan palabras que describan el nivel de emoción que sacan de la audiencia chilena, pero hay algo que sí podemos decir: el reencuentro fue más dulce y más potente de lo que jamás podríamos imaginar. Recorriendo cada vértebra en nosotros, Foo Fighters marca el territorio de lo conocido y lo desconocido para dar cátedras de un show imparable, casi literalmente. Y para quienes han tenido el agrado de verlos por tercera vez, Foo Fighters nos demuestran nuevamente que fuimos espectadores del color y la forma de la grandeza.
Setlist:
Times Like These
The Pretender
Learn to Fly
No Son of Mine
The Sky Is a Neighborhood
Shame Shame
Breakout
My Hero
These Days
Play Video
Walk
Guitar Solo / My Generation / Keyboard Solo / Gonna Make You Sweat / Blitzkrieg Bop
Somebody to Love (Queen cover)
All My Life
Run
Wheels
This Is a Call
Best of You
Been Caught Stealing (Jane’s Addiction cover con Perry Farrell)
Monkey Wrench
Everlong