El 13 de Diciembre de 2019, Harry Styles decidió hacer un manifiesto. Lanzó su segundo álbum solista, detrás del pop exuberante y glossy se escondía una propuesta visual sugerente y sustancial. “Fine Line” era el manifiesto que se estaba formando desde hace ya al menos dos años, la que unía su irreverente forma de vestir y apariencia con la disolución de lo que consideramos como femenino y masculino, haciendo de la expresión de género de este sujeto, al menos, increíblemente cautivadora. Hoy desintegraremos el artwork de “Fine Line” y cómo es que esta inusual declaración visual contiene más vetas de significado que una mera utilización circunstancial del color rosado.
Primero, diseccionaremos la imagen y sus elementos. Harry al centro de la imagen ocupa al menos un tercio de ella, vistiendo una camisa rosada, suspensores del mismo color y pantalones blancos abotonados. El techo y suelo brillan con un rosado desaturado y cargado al azul, mientras que las curvas murallas destellan un celeste que se funde con blancos crudos. Una pose irreverente de Harry se ve contrapuesta a una mano extraña envuelta en guantes de malla transparente negra que se asoma con un gesto de invitación. Todo aquel escenario se encuentra envuelto en una burbuja en un contexto negro, que encierra a nuestro personaje principal en una especie de peephole hacia su mundo real, un mundo fulgurante y seductor de una manera subversiva.
Existen tres portadas del álbum: una oficial y dos alternativas. La que describíamos pertenece a la oficial que se encuentra como cover principal tanto en vinilos como CDs y plataformas digitales, la cual corresponde a la imagen central. Las dos imágenes de los extremos son portadas extra oficiales para dos versiones especiales en cassette, siendo también parte del artwork que podremos encontrar en la funda del vinilo. Aquí nos encontramos con factores en común: el encuadre circular del lente, la distorsión de la perspectiva, outfits correlativos, sets diferentes pero que apuntan al mismo objetivo. En dos casos peculiares tenemos esta mano extraña adornada. Pero ¿por qué?
Aquí Tim Walker es la clave. Fotógrafo y director creativo de esta sesión de fotos, trae su mundo a manos de Harry Styles, para no sólo sumergirlo en él sino proponerlo al centro de éste saturado mundo Camp. El artista tiene una visión meticulosa en sus fotografías de estudio, completamente medidas, sobre utilización de lentes gran angular, curvas pronunciadas, colores vibrantes, una composición visual que destella muy campy, además de claros signos de androginia. Aquella cuota andrógina es justamente donde Styles calza con más precisión, destacando la forma de vestir y presentarse, así como la gestualidad e irreverencia de la pose.
Walker opta por un gran angular forzoso, popularmente conocido como “fisheye” (ojo de pez) que nos daría la forma circular del encuadre. Si bien este tipo de gran angular que deforma la imagen y le da esta apariencia de burbuja va desde los 4,5 mm a los 17 mm, se estima que el lente utilizado por el fotógrafo es de unos 8 mm, lo que lograría curvas sinuosas pero no con el aspecto 360°del objeto. Las dos imágenes de atrwork que presentamos antes juegan con la distancia de Harry/lente y Harry/fotógrafo, así mientras más cerca de la cámara más distorsionado se ve el cantautor. Por otro lado, Walker también es la mano que se asoma e invita a Styles como un espectador casi fuera de la imagen, lo cual nos da dos referencias: un juego con la relación imagen/espectador y el BDSM al que el artista y modelo se ve tan dispuesto en la escena.
Cabe mencionar que la encargada del diseño de set es nada menos que Shona Heath, largo tiempo colaboradora de Walker, quien aparte de confeccionar estos intrincados contextos brillantes para sus fotografías, ha sido quien diseña el montaje e instalación de su exhibición “Wonderful Things”. Cada detalle de la escena, desde las maquetas, hasta los lienzos y patrones que podemos encontrar en este fondo, son artificios de la dirección del set design de Heath, quien ocupa un fondo que realmente que habla igual de fuerte que el modelo central.
Con sets que irradian campiness, Harry Styles se sumerge en el intrépido mundo de estos dos artistas y colaboradores, no podemos obviar la vestimenta utilizada en esta sesión fotográfica, ya que es justamente una que ayuda a alinear la dirección conceptual de este acontecimiento. Aquello es obra y artificio de Alessandro Michele, diseñador y director creativo de Gucci, en donde Styles ha sido el embajador desde principios del 2018. Desde las campañas de Gucci donde el artista se baña en flores y en trajes que no tienen que ver con los roles de género binarios, Michele ha impulsado cada detalle de la vestimenta de HS para elevar su propuesta conceptual. No es un secreto a voces que los atuendos tanto en escenario como en artwork se utilizan como parte de esta visualidad y carácter que tiene el álbum o el artista, de esta manera afinando – nuevamente – la dimensión conceptual, la cual aquí tiene que ver con los límites y la disolución de éstos.
Si la MET Gala del 2019 nos dio pistas de esta nueva y refinada faceta de Styles, su estilista de moda Harry Lambert se apropia de Gucci para dar forma a este mundo excéntrico y rosado que ha entregado Michele, vistiéndolo con las más recientes prendas de pasarela que rondan entre las gamas del rosado, el morado y el blanco crudo. Suspensores rosados y botas con taco alto, sombreros altos y bastones, guantes de encaje y anillos dorados, unen estos universos que jamás se acercaron más al Camp.
La idea también, del Camp y de esta sesión, es proponer la disolución de aquello que pensamos como definidamente masculino o femenino, el “deshacer del género” como lo llamaría Judith Butler. Harry Styles lo resumió de una forma sencilla y que básicamente se podría utilizar como tesis de esta propuesta visual:
“What’s femenine and what’s masculine?… It’s like there are no lines anymore“.
(¿Qué es lo femenino y qué es lo masculino?… es como si ya no hubieran líneas.)
El artista en cuestión jamás había ocupado su rostro para una portada o single, hasta que “Fine Line” fue una propuesta severa. Harry jamás juega en solitario, y el ejército que ocupa tras su visualidad es de un calibre más que importante: Tim Walker, Alessandro Michele, Shona Heather, Harry lambert, Gucci. Pero todas aquellas jugadas poseen una razón, romper con las líneas de lo binario, de lo estipulado y de qué consideramos como un líder musical masculino. Harry por mucho tiempo estuvo sujeto a esos adjetivos, pero con “Fine Line” las especulaciones no tienen cabida, no tiene miedo a pasar por el Camp, por las prendas más sueltas o ajustadas, por los accesorios atribuidos a lo femenino, las referencias al SM y el maquillaje (como su reciente portada con Beauty Papers). El binarismo en la expresión de género está obsoleto y las propuestas que consideramos más interesantes respecto de aquello, son justamente las que se atreven a ser subversivas, potentes, exuberantes y seductoras de las maneras más efervescentes posibles. Hoy Harry Styles nos deleita con una propuesta atrevida, severa y meticulosa que nos deja una imaginación alterada y derivada hacia los potentes brillos del rosado más pulcro; nos propone romper las líneas de lo establecido y soltar el binarismo como regla.