Eterno terreno de la fértil creatividad, Chile ha sido hogar para algunas de las escenas más transformativas de la música latina. La Nueva Ola, la Nueva Canción Chilena, el levantamiento del rock latino en los 80’s y 90’s, el pop queer y el indie que dominaron la década pasada son puntos álgidos en su largo historial. Y ahora, la angosta franja suma ahora un fenómeno cultural sin barreras ni fronteras, que rápidamente se cuela como una de sus facetas más visibles: el ascenso de la música urbana.
Marcos Muñoz, Margarita Ávalos y Haroldo Salas, reconociendo el potencial en bruto de esta nueva generación de artistas musicales, se embarcan en un nuevo proyecto, con el objetivo de crear un registro visual fiel a lo que está ocurriendo en el momento. Así es como dan con Joya: nueva ola de la música urbana en Chile, una satisfactoria recopilación de historias, anécdotas y meditaciones contadas por las mismas voces que lideran este singular episodio.
Los documentalistas dejan el material sostenerse en la fuerza de sus entrevistados, contando con la presencia de Polimá Westcoast, Princesa Alba, Lizz, Gianluca, Ceaese, Young Cister, Fireboi, Drefquila y Pablo Chill-E. Sus apreciaciones sobre el despegue de sus carreras, comentarios sobre la aceptación social del movimiento, y sobre todo sus mismas personalidades brindan una enriquecedora variedad al relato. Y a pesar de proyectar su narrativa de manera directa, sin grandes riesgos, Joya cautiva y entretiene mientras captura estas postales del trap nacional para la posteridad.
Las primeras tomas del documental nos trasladan directo al 11 de agosto de 2019, en pleno backstage del Chile TrapFest, uno de los eventos que vienen a consolidar la presencia dominante de esta nueva camada de músicos en el panorama nacional. Rápidamente, este set da paso a un encuentro espontáneo en la casa de Ceaese, iluminando el proceso creativo del también artista visual, reflejo de la naturaleza “házlo tú mismo” que impera en el género.
Si bien existe una abundancia de tópicos, desde los inicios de cada artista, sus aspiraciones y balances sobre el crecimiento de la música urbana chilena, Joya posee una fluidez temática que le permite distinguir bien a sus personajes, y que además brinda cohesión al contenido. Ningún segundo de esta pieza está mal gastado o ejecutado, presentando a sus sujetos de estudio con matices y detalles.
Las entrevistas en el filme dan a conocer las facetas más cálidas de algunos de sus exponentes. Especialmente refrescantes resultan las reflexiones de Young Cister y Princesa Alba en torno al lugar que ocupan en un nicho musical que se originó en el marco de lo ilegal y lo underground. El primero recuerda las veces que le han echado en cara que “no es gringo y tampoco mueve drogas”, defendiendo su derecho a crear un trap cercano a su propia realidad. “Yo creo que cualquiera puede hacer música, siempre y cuando uno no se apropie de discursos que le son ajenos a su realidad”, complementa satisfactoriamente Princesa Alba.
Lizz resulta también una de las caras más atractivas de la grabación. Muy en contacto con su contexto y entorno, la joven de 28 años plantea interrogantes fuertes y pertinentes, que si bien no terminan de responderse aquí, dejan el debate abierto a la audiencia. En sus segmentos, la penquista reconoce estar en un medio a menudo acusado de denigración a la mujer, enseña con conocimiento el rol de la internet en el trap y defiende el enfoque lírico de la escena frente a los rockismos del chileno chaquetero. “En los 90s existía la depresión, el entendimiento y etc.”, explica, “pero en esta era de los 2010s, con la reproductividad técnica, demasiada información, drogas y sexo expedito, ¿de qué más esperaban que las canciones hablaran?”.
Reconociéndose a sí mismo como “el egocéntrico más humilde”, el compositor Drefquila aporta una conversación fresca y espontánea sobre sus aspiraciones. Tal como sus coetáneos, el coquimbano proyecta el hambre, ambición honesta y ganas de más que tanto les caracteriza. En la otra cara de la moneda, un distante Pablo Chill-E enfrenta la noción prejuiciosa de la sociedad que lo perfila como “flaite”, ejerciendo un rechazo que no es poco común a esta nueva ola de artistas. Exponiendo este balance entre opuestos, Joya ilustra el cómo este veloz impulso hacia el centro del mainstream ha involucrado fuertes resistencias, rechazo conservador e incluso actitudes discriminatorias.
Joya maneja con delicadeza las paradojas y contradicciones que vienen a sus protagonistas de mano de este éxito. El tratamiento visual de Muñoz, Ávalos y Salas logra congelar un momento en nuestra historia cultural sin precedentes, y pese a su brevedad, un sólido seguimiento de sus temas hace de este trabajo una experiencia íntegra, vital, testimonio verídico de un ciclo artístico que está aquí para quedarse y seguir creciendo.